Un mes después de anunciarse la ratificación de Rogelio Ramírez de la O como secretario de Hacienda en el gabinete presidencial de Claudia Sheinbaum, el otro cargo relevante –la Secretaría de Gobernación– le fue asignado la semana anterior a Rosa Icela Rodríguez, una periodista oriunda de San Luis Potosí que desde hace 28 años es una soldadera incondicional del presidente Andrés Manuel López Obrador, por el que inclusive la actual secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana ha estado dispuesta a dar la vida.
Con Rosa Icela, el mandatario tiene una histórica deuda moral. Por ejemplo, en el libro “La lucha continúa”, escrito por Jorge Gómez Naredo y prologado por el académico obradorista John Ackerman, se narra que un sábado de febrero de 1996, acompañado de un colaborador, el presidente del Consejo de Administración del diario La Jornada, Rodolfo F. Peña, viajó a Villahermosa para visitar a AMLO, quien en ese momento encabezaba el bloqueo de accesos a pozos petroleros en Tabasco, protestando contra los daños causados por Pemex.
“Años atrás, él y Carmen Lira Saade, la actual directora de dicho diario, habían apadrinado en una modesta ceremonia religiosa a los dos hijos mayores del tabasqueño. Peña quería estar con su compadre en aquella hora aciaga.
“Se hospedó en el hotel Calinda Viva y pasado mediodía, cuando se disponía a salir hacia la casa de López Obrador, en el vestíbulo intercambió saludos con una mujer acompañada de dos niños: Lourdes Galaz y dichos hijos del político tabasqueño. Ella dijo que los llevaría de compras y luego al cine.
“La tensión por el problema en los pozos era grande; cientos de activistas del Partido de la Revolución Democrática atiborraban las cárceles; López Obrador había sido herido en un enfrentamiento con la policía y los medios repetían que la Procuraduría General de la República estaba por capturarlo. Lourdes Galaz, que también trabajaba en La Jornada, estaba en Villahermosa expresamente para cuidar a los pequeños.
“Se despidieron y Peña marchó al Fraccionamiento Galaxias, donde está la casa de López Obrador (en Villahermosa). Junto a la sala, en un rincón, una joven morena comía apresuradamente, muy encorvada y silenciosa: Rosa Icela Rodríguez, entonces reportera de La Jornada (…). Al ver entrar a Peña se puso en pie de un brinco, saludó y explicó: ‘Pues aquí estamos, al pie del cañón; no queremos que se lleven a Andrés Manuel; a ver cómo, pero no podemos permitirlo’.”
Como se recordará, AMLO, entonces dirigente del PRD, había bloqueado durante 12 días los accesos a 51 pozos petroleros y la Procuraduría General de la República había iniciado la averiguación previa AP/28/96, solicitando orden de aprehensión en su contra por daños a la paraestatal estimados en 63 millones de pesos.
Este año, López Obrador buscó saldar esa deuda moral con Rosa Icela, pero su secretaria de Seguridad salió muy abajo en la última encuesta de enero. Según la empresa De las Heras Demotecnia, las tendencias de voto en la Ciudad de México favorecían a Morena con 52%, muy arriba del PAN (10%), PRI (8%) y PRD (4%), pero los aspirantes morenistas mejor posicionados eran el jefe policiaco capitalino Omar García Harfuch, con 7%, y Clara Brugada, alcaldesa de Iztapalapa, con 6.2%.
La secretaria de Seguridad apenas sumaba 5.8%. Sin embargo, desde un año antes de las elecciones federal y locales, en junio de 2023, en tiempos políticos de definiciones, Rosa Icela dejó constancia de su lealtad. Ni dos tentadoras propuestas lograron cimbrar su decisión de mantenerse al frente de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana. En una de las conferencias mañaneras, horas antes de la reunión que encabezaría más tarde el presidente López Obrador con los integrantes de su gabinete legal y ampliado, la funcionaria se mantuvo firme cuando el mandatario la balconeó al preguntarle ante los periodistas presentes en Palacio Nacional: “¿Vas a querer o no vas a querer (un cargo de elección en 2024)?”
Rosa Icela confirmó que seguiría en su puesto hasta el final del sexenio, “en un gabinete histórico y que trabaja para el mejor Presidente que hemos tenido en los últimos tiempos”.
Así cortó de tajo las voces que la ubicaban como probable aspirante a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México y los rumores que la colocaban en la Secretaría de Gobernación, como parte de un enroque, ante la inminente salida de Adán Augusto López Hernández, quien en cambio sí decidió buscar la candidatura presidencial por Morena.
Agradecido por el gesto de su secretaria de Seguridad, López Obrador declaró que “Rosa Icela supo entender qué es un proceso. Ya vendrán otros tiempos. Yo les digo a los que andan aspirando (las corcholatas) que yo fui tres veces candidato. Les queda mucho tiempo por delante”.
Horas después, el mandatario recibió a todo su gabinete en Palacio Nacional para saber con quienes contaría para cerrar su mandato. Ahí estuvo Rocío Nahle, quien decidió dejar la Secretaría de Energía y dejar inconclusa la refinería de Dos Bocas para contender por la gubernatura de Veracruz.
Ahora, desde octubre próximo, Rosa Icela –obviamente por un acuerdo de López Obrador con su virtual sucesora– será la operadora política de Sheinbaum, la primera mujer que llega a la Presidencia de México también por el arrollador apoyo del mandatario.
¿Alguien duda del blindaje político y legal que tendrán el tabasqueño y los suyos al menos durante los próximos seis años?
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