Al inicio del sexenio, el plan de poner a la estatal CFE al centro del mercado eléctrico trajo consigo una decisión que ahora mismo está afectando al sistema eléctrico: aumentar el uso de las hidroeléctricas para demostrar que la compañía sí generaba energía limpia y que no solo era una actividad hecha por privados.

La decisión se tomó ya con las previsiones de que hacia adelante vendrían años de sequías que podrían incluso agravarse. Las plantas hidroeléctricas se dejaron de utilizar como una fuente de energía a la que se recurría para cubrir los picos de demanda y comenzaron a utilizarse como fuente corriente para cubrir la demanda de energía.

Mientras se redujo la cantidad de energía eólica y solar que se utiliza por considerarla intermitente, las centrales hidroeléctricas aumentaron su uso.

En 2022, según los datos del Centro Nacional de Control de Energía (Cenace), se produjeron 35 Gigawatts-hora (Gwh). Esta cifra se redujo hasta los 20 Gwh en 2023. Un cambio que se explica por los bajos niveles de agua que hay contenidos en las presas.

Las olas de calor también han provocado, en parte, la evaporación del agua en algunas presas y eso ha disminuido la cantidad de agua para la producción eléctrica.

Y entonces ocurre un efecto aun mayor, el calor aumenta la demanda eléctrica por parte de los usuarios y el sistema eléctrico no tiene la oferta para satisfacer esas necesidades, en un momento en que la generación eléctrica no está creciendo de manera acelerada.

“Por la falta de lluvia no tenemos niveles altos y eso hace que estemos muy limitados en cuánta hidroeléctrica podemos utilizar. Si comenzamos a utilizarla de una manera alta podemos tener el problema de que no tengamos suficiente agua para las siguientes etapas del año porque al final la hidroeléctrica debe de tener un manejo pensando en las estaciones, la disponibilidad de agua, las épocas de lluvia, etc.”, dice Eleazar Castro, un analista del sector.

Los números a la baja se están dando a la par de los altos niveles sequías que se han registrado en el país, con estados como Querétaro, Hidalgo, Chihuahua y Durango al frente de la lista, según los datos oficiales.

El gobierno federal ha emprendido desde el inicio del sexenio la modernización de 16 plantas hidroeléctricas y ha decidido equipar cuatro presas para convertirlas en nuevas centrales hidroeléctricas.

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