Dante Delgado Rannauro arrancó en la política como muchos jóvenes, en su época de estudiante, solo que tuvo una amarga experiencia inicial.
Cuentan que, en las inmediaciones del Teatro del Estado, en Xalapa, un grupo de estudiantes se lo encontró casualmente y le dio una golpiza por quítame allá esas pajas y considerarlo su rival.
Es posible que eso lo haya marcado y el joven Dante universitario tomara la decisión, tras desaturdirse y recuperarse de los golpes, de continuar en la política, pero teniendo en mente siempre sacar lo mejor de ésta, es decir, ir en busca de las mieles y no volver a probar las hieles.
La cuestión es que es evidente que no solo le ha ido bien, sino que le gusta lo bueno y ha sacado provecho de la actividad política.
Audaz y con miras altas -«hay que tirarle flechas a la luna»- ha logrado varios objetivos importantes.
En tiempos del gobernador Agustín Acosta Lagunes, cuando era un subsecretario de Gobierno sin poder, quiso ser presidente del PRI y no le importó saltarse a su jefe don Agustín. Movió los hilos de sus contactos en la capital del país y acá en Veracruz el gobernador tuvo que quitar del PRI a Yayo Gutiérrez para darle paso a un Dante que se saltó las trancas.
En el siguiente gobierno hizo todo para ser un leal y servicial secretario de Gobierno del gobernador Fernando Gutiérrez Barrios, ganándose su confianza.
Cuando Gutiérrez Barrios fue llamado a ser el secretario de Gobernación de Carlos Salinas de Gortari, propuso a Dante para ser gobernador sustituto y Salinas, presidente electo, aceptó.
¿Qué pasó tras esos movimientos? Pasó que Dante, ante la oportunidad de su vida, no quiso desaprovecharla, así que, ya gobernador sustituto por cuatro años, hizo a un lado a su impulsor Don Fernando, de quien sabía no era un secretario de Gobernación fuerte.
Luego vino el episodio, siendo procurador Agrario, de hacer menos al presidente Zedillo, que le tenía consideraciones -tal vez la desobediencia con razón, pero también con soberbia- y la orden de encarcelarlo.
Ya para ese entonces, después de su cuatrienio, Dante ya no tenía problemas económicos.
Después la fundación de su partido -literal, su partido- Convergencia por la Democracia que luego convirtió en Movimiento Ciudadano.
Y ahí la ha llevado, con traspiés y triunfos, pero sin poder ocultar las huellas, sobre todo en los últimos años, de la conveniencia política y de otro tipo.
Por eso lo mismo ha sido aliado de Andrés Manuel López Obrador que del PAN de Ricardo Anaya. Por eso en las pasadas elecciones de gobernador aceptó sin problemas -¿a cambio de qué? ¿de nada?- ir de aliado con el candidato panista Miguel Ángel Yunes Márquez, a pesar de los agravios recibidos.
Por eso ahora, desde hace meses y hasta la actualidad, continuamente recibe críticas en el sentido de su apoyo a Morena, a nivel nacional y en estados como Veracruz.
Supuestamente, a tras mano, respalda al opositor Pepe Yunes, sin embargo, eso es cuento y si pierde Morena tratará de vender que sí apoyó al candidato del PRI-PAN-PRD.
Quién sabe cómo le vaya a Movimiento Ciudadano en estas elecciones, si Delgado Rannauro cumpla su palabra de retirarse de la política si no logra más votos que los opositores, si los jóvenes impulsivos y sin lealtades de Monterrey y otros lados le quiten el partido, pero Dante terminará este proceso electoral, como en el 2018 en Veracruz, con otros satisfactores.
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