Las chinches suelen ser un dolor de cabeza para quienes se enfrentan a ellas, sin embargo, existe una especie que además de ser molesta, resulta peligrosa.
Se trata de la Triatoma dimidiata mejor conocida en México como chinche besucona. A diferencia de su pariente, la chinche de cama, su picadura puede ocasionar una enfermedad que, en su fase más avanzada, no tiene cura.
Esta afección recibe el nombre de mal de Chagas o tripanosomiasis americana y suele manifestarse con síntomas graves mucho tiempo después, por lo que una persona puede vivir varios años sin saber que la padece.
Como tal, las chinches besuconas no transmiten la enfermedad de Chagas, sino que esta llega a través del Trypanosoma cruzi, un parásito que vive dentro de ellas. Este comienza su vida en el aparato digestivo de la chiche, por lo que cuando pica, la chinche lo defeca, infectando a su víctima.
Dónde vive
Este insecto vive en la mayor parte de México y otros países de Latinoamérica, aunque no todas son portadoras del parásito, son uno de los principales vehículos por los que ‘viaja’ el Trypanosoma cruzi.
¿Por qué? Este tipo de animalitos se alimentan de la sangre de otros vertebrados. A veces, al alimentarse de un mamífero infectado, adquieren el parásito. Así, cuando la chinche busca comida en otra víctima (como una persona, por ejemplo), puede transmitir la enfermedad, pues tiene el hábito de defecar cerca de la picadura que dejó.
“Debido a que el piquete causa una reacción urticante, como reflejo el hospedero se rasca, introduciendo el parásito por contacto en el sitio de la picadura, a través de las mucosas de ojos y boca.”, según lo señalado por C. Karina Ruiz Tovar, investigadora del Laboratorio de Entomología.
Por esta razón son considerados uno de los vectores más importantes de la propagación de Chagas en México.
Si bien años atrás se limitaba a vivir en zonas rurales, actualmente se han confirmado casos de esta enfermedad en entornos urbanos, aunque usualmente llegan a las casas de manera accidental.
De acuerdo con una investigación encabezada por la doctora Laura Rengifo Correa, investigadora del Centro de Ciencias de la Complejidad, las zonas en las que más de han detectado casos son al este y oeste del país y los estados del sureste y el sur, como Veracruz, Chiapas, Campeche y Yucatán.
Una investigación realizada por el Laboratorio de Parasitología en 2002 encontró que en la mayor parte de la península de Yucatán había una gran abundancia de chinches besuconas, “indicando una zona prioritaria para el control de vectores”.
Según lo señalado por los autores del estudio, la explicación del porqué había tantos de estos animales podría atribuirse al tipo de vegetación. Gracias a que se dio seguimiento, se comprobó que había variaciones estacionales en las poblaciones de chinche besucona, con una mayor abundancia durante la estación cálida y seca, es decir de abril a junio.
En este sentido destacaron que probablemente los adultos voladores que invaden las casas estacionalmente pueden jugar un papel más importante en la transmisión de la enfermedad.
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS), reitera que se debe poner especial atención en las grietas de las paredes, tejados y lugares como gallineros, corrales y almacenes, pues es ahí en donde suelen esconderse.
Al ser animales nocturnos, suelen estar ocultos la mayor parte del día y cuando pican, lo hacen en zonas expuestas de la piel, como la cara.
¿Cómo deshacerse de ellas?
Gobiernos de distintas entidades de México señalan que, para mantener lejos a este animal es recomendable:
- Limpiar exhaustivamente las vivienda por dentro y afuera
- Eliminar escombros y objetos en desuso
- Encalar las paredes exteriores de la vivienda y eliminar grietas
Además, según lo señalado por expertos, los extractos de hojas y frutos del pirul (Schinus molle) tienen efectos repelentes e insecticidas en contra de la chinche besucona.
Este tipo de insecto no se debe aplastar, pues podrían esparcir sus crías y, en caso de estar infectadas, el parásito. Por ello es mejor optar por capturarla — evitando tener contacto directo— y llevarla a un centro de Salud para que el animalito sea examinado y se descarte que es portador de la enfermedad, esto según lo señalado por la Secretaría de Salud de Veracruz.
Las chinches no son la única causa
El mal de Chagas tiene diversas formas de transmitirse, no únicamente por medio de la picadura de una chiche. De hecho, como se mencionó anteriormente, la chiche solo forma parte de una larga cadena que permite llegar al parásito Trypanosoma cruzi al cuerpo de humanos y otros mamíferos.
Sin embargo, hay otras formas en las que este puede colarse dentro de un organismo, por ejemplo: contaminación de alimentos, transfusión sanguínea, trasplante de órganos y transmisión congénita (es decir de madre a hijo).
Datos de la OMS señalan que actualmente hay entre seis y siete millones de personas infectadas por el parásito, la mayoría de ellas son de América Latina.
¿Cómo saber que una chinche besucona te pico?
De acuerdo con especialistas, las personas picadas por este tipo de chinche en particular presentan signos como una lesión cutánea o una hinchazón amoratada de un párpado. Además, suelen experimentar una comezón sumamente molesta e intensa; en algunas ocasiones incluso llegan a presentarse reacciones alérgicas.
¿Es o no curable la enfermedad?
Por muchos años se señaló que esta enfermedad no es curable, sin embargo, actualmente si se logra detectar la presencia del parásito de manera temprana, una personas puede recuperar su salud por completo.
Cuando la enfermedad ha avanzado y se vuelve una infección crónica, un buen tratamiento puede evitar tanto su avance degenerativo como su transmisión.
“Un diagnóstico erróneo o tardío con un tratamiento y seguimiento inexistentes o incompletos puede hacer que esta infección sea potencialmente letal”, alerta la OMS.
¿Cuáles son los síntomas de la enfermedad?
El mal de chagas tiene dos fases, la inicial suele presentarse dos meses después de que el parásito entró al cuerpo. Usualmente los síntomas en esta etapa son:
- Fiebre
- Dolor de cabeza
- Ganglios linfáticos agrandados
- Palidez
- Dolor muscular
- Dificultad para respirar
- Hinchazón
- Dolor abdominal o torácico
Pueden pasar entre diez y treinta años para detectar que la enfermedad ya entró en la fase crónica, misma que se refleja en trastornos cardíacos o alteraciones digestivas, ya que los parásitos suelen esconderse en los músculos del corazón o en los digestivos, de ahí su potencial letalidad.
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