¿A quién no le gustaría pensionarse con la totalidad del último sueldo? Suena muy bien, sin embargo, tras el embrujo de la iniciativa del Presidente se esconden dos malsanos propósitos en tiempos electorales: ganar votos mediante una promesa inviable y carrancearse 200 mil millones de pesos que hoy están en las Afores y que nadie reclama.
Desde el inicio de su gobierno, las Administradoras de Fondos para el Retiro (Afores) han sido una suculenta tentación para el Presidente. No es casual. Al cierre del año pasado, las afores administraban 5 billones 550,945 millones de pesos, esto es 19% del Producto Interno Bruto, de acuerdo con información de la Comisión Nacional del Sistema del Ahorro para el Retiro.
Y no dejan de crecer. Los recursos manejados por las afores representarían en el 2030 entre 35 y 40% del PIB. Sin duda, un seguro de vida para un gobierno que ya avizora la primera crisis económica de fin de sexenio de este siglo.
El próximo lunes 5 de febrero, López Obrador lanzará una serie de reformas constitucionales que no tienen otro propósito que levantar la campaña de su candidata a la Presidencia. Desaparecer a los organismos autónomos, reformar al Poder Judicial para sacrificar su autonomía y ofrecer una pensión del 100 por ciento del último salario serán las más importantes.
En términos técnicos, el porcentaje del salario con el que se retira un trabajador se le conoce como tasa de reemplazo, y la propuesta del presidente es que sea del 100%.
Hasta ahora no hay ningún país en el mundo que retribuya al 100% a sus jubilados. Los países con mayores niveles de desarrollo tienen tasas de reemplazo cercanas al 85%.
Para lograrlo, el gobierno tendría que desembolsar miles de millones de pesos del presupuesto. Hasta ahora, López Obrador no ha dicho de dónde saldrá la aportación adicional del gobierno. La razón es sencilla. Hacerlo implica reducir aún más el presupuesto a sectores estratégicos como la salud, la educación, la seguridad pública y la inversión en infraestructura.
Pero hay otra razón detrás de la tentadora promesa presidencial: hincar el diente a 200 mil millones de pesos correspondiente a fondos de trabajadores que nadie reclama porque sencillamente no saben que los tienen ahorrados. Por eso la urgencia del gobierno de administrarlas.
Dentro del Sistema del Ahorro para el Retiro (SAR), el monto de las 18.4 millones de cuentas no reconocidas por los trabajadores –también llamadas asignadas– es de 200,000 millones de pesos, de acuerdo con información de la Asociación Mexicana de Afores.
Si bien representa sólo 4% de los más de 5.56 billones de pesos del SAR, es mayor incluso a los 182,493 millones de pesos que pertenecen al rubro de Ahorro Voluntario.
Apropiarse de las Afores bajo la promesa de incrementar el monto de jubilación es una iniciativa que no será aprobada por el Congreso. El Presidente y Morena lo saben. Pero a López Obrador no le interesa un cambio en el sistema de pensiones, sino contar con una propuesta que pueda usar electoralmente. Lo mismo pasa con desaparecer a los organismos autónomos para “darle su presupuesto al pueblo”.
La crónica es sencilla: yo quiero darles más dinero a los pensionados, pero la oposición no me deja porque defiende los intereses de los ricos y los conservadores.
La puntita
Mi solidaridad y reconocimiento a la periodista Azucena Uresti quien el viernes pasado, producto de la censura, anunció su salida de Milenio Televisión.
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