Cada noche, decenas de vecinos de Acapulco a los que el huracán “Otis” les arrancó la tranquilidad se organizan para impedir que los saqueadores los despojen de lo que quedó en sus casas tras el azote del fenómeno meteorológico.
En una ciudad cuyas tiendas han sido completamente saqueadas, en la que la autoridad ha hecho caso omiso ante los robos en plena luz del día, los afectados por el huracán organizan vigilias para proteger sus viviendas y, con palos, piedras y machetes, ahuyentar a los ladrones.
Los vecinos de la colonia Progreso, en el centro del puerto, han declarado su propio toque de queda a partir de las 06:00 de la tarde, cuando la oscuridad reina en la ciudad.
Temen que en la noche, personas encapuchadas aprovechen e ingresen a las viviendas que ya no tienen portones porque los vientos de 250 kilómetros por hora que soplaron hace unos días los arrancaron de su sitio.
Los ciudadanos decidieron tomar en sus manos la vigilancia porque, a días de la tragedia, ninguna autoridad se ha acercado a su barrio.
Latinus
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