El paso del Ciclón “Otis”, que causó devastación y muerte en el Estado de Guerrero a partir de las 0.25 horas del miércoles 25 de octubre de 2023 nos ha consternado a todos, no solo por lo que significa sentirse impotente ante la furia de la naturaleza, sino también por no contar con el apoyo de quienes por obligación deben darlo, los gobiernos federal, estatal y municipales de ese estado; y, no hay escusa o justificación que valga por parte de estos, cuando es evidente la falta de sensibilidad, responsabilidad y capacidad demostrada para responder asertivamente frente una catástrofe de este nivel.
Y es que al conocerse la potencia del meteoro -270 k/h y rachas de 300-, a través de los medios de comunicación y posteriormente las redes sociales, y ver imágenes impactantes de los daños en casas-habitación, del saqueo en comercios por parte de una población desesperada que lo perdió todo; de la falta de servicios (luz , agua, telefonía, etc.); de escuchar el reclamo de los guerrerenses afectados, principalmente del Municipio de Acapulco, de ver que no llegaron víveres a tiempo y por ende sufrir la escases de alimentos y no tener ni una botella de agua para poder saciar la sed; de ver a muchas familias llorar a sus muertos tendidos en una banqueta por no saber qué hacer con ellos- aun habiendo pasado 96 horas (4 días) desde que aconteciera la emergencia entre tantas otras cosas lamentables, a los mexicanos nos llena de indignación y tenemos derecho a externarla , porque nos ha colmado hasta el extremo la displicencia y minimización que ha querido hacer el Presidente y las autoridades de ese estado, respecto a los hechos.
De nada sirvió el esfuerzo de décadas del gobierno mexicano de afinar sus programas y protocolos de atención para emergencias y desastres naturales, proyectos que partían de la base de que nuestro territorio está expuesto permanentemente a los fenómenos climatológicos (tormentas, ciclones, temblores, inundaciones, etc.), pero también a eventos que pueden poner en riesgo la salud y la vida de los mexicanos (pandemias, incendios, contingencias o accidentes masivos, etc.)
De nada sirvió la experiencia y preparación acumulada de años, de los técnicos y especialistas en Protección Civil, de médicos y personal de salud que saben cómo proteger a la población para no agravar el estado de crisis, de elementos de la Armada de México que han vivido en otros momentos esos eventos, de cuerpos de seguridad estatales y municipales y gobiernos en los 3 niveles, que en el pasado, se reunían meses antes de la temporada de huracanes , a planear las formas de prevención e intervención en caso de un desastre. Personal que se perfeccionó y profesionalizó durante 27 años para operar el Programa denominado Fideicomiso o Fondo de Desastres Naturales (FONDEN), que nace en 1996 y entra en funciones hasta 1999, como un mecanismo presupuestario y de intervención profesional, para apoyar de manera eficaz y oportuna a la rehabilitación de la infraestructura federal y estatal, por desastres naturales, así como a damnificados.
A través de este programa se posibilitaba a todos los gobiernos de todos los niveles para actuar -antes, durante y después-, en las emergencias y proteger a la población afectada, además de permitir la gestión inmediata para intervenir oportunamente y buscar la reconstrucción en un tiempo razonable. Pero, todo ello se acabó cuando en el mes de Junio de 2021 el Ejecutivo Federal junto con la mayoría de su partido en las Cámaras eliminó el FONDEN. Y el pretexto fue que se prestaba a “corrupción”, pero nunca dispusieron de otra propuesta que remplazara sus funciones a sabiendas que cubría una necesidad permanente y de sobrevivencia de la población.
Hoy los efectos de esta decisión se ven en los acontecimientos del Estado de Guerrero, pero igual se han visto, en la falta de eficiencia para actuar frente a otras contingencias como lo fue el COVID (2020-2022), en la falta de medicinas para el cáncer, o en el desabasto de vacunas para los infantes, etc. Simplemente, se mutilan a capricho presupuestos, so pretexto de ahorrar, pero no se dice dónde se va el dinero que supuestamente se ahorra y menos se resuelven problemas muy graves que dañan o matan -por negligencia o inhumanidad- a la población y ello, a eso, ya no se llama descuido, incompetencia o ineficiencia, NO, eso se llama de acuerdo con el derecho internacional: crimen de lesa humanidad.
Y al ver – a través de los medios-, el estado deplorable en que quedó Acapulco y la Costa de Guerrero, vinieron a mi mente los recuerdos de aquellos pasajes, que desde niña escuchaba de mis padres y abuelos, de las tragedias derivadas de la presencia de fenómenos naturales en nuestro país, pero en particular de los huracanes en el norte del Estado de Veracruz, región en la que vivi mis primeros años de vida. Y en esos relatos, destacaba la reseña de lo que fue, el histórico y terrorífico Ciclón Hilda, que en el año de 1955 devastó el puerto de Tampico y poblaciones norveracruzana, como consecuencia de la furia de 3 ciclones que coincidieron en la zona, en menos de 40 días, como bien lo detalla en sus libros el Ing. José Luis Rodríguez Badillo[1], descripción que hace afirmar que cualquier parecido a lo sucedido en estos últimos días en el sur del país, es mera coincidencia.
“Era el año de 1955 cuando corría el mes de Junio, y en la ciudad y puerto de Tampico se vivía una época de progreso; el verano había traído intensas lluvias, pero, cuando llegó el mes de agosto se anunció un ciclón de nombre Gladys, que tocó tierra a fines del mes, arrasando Campeche y se enfiló al norte del Golfo de México, entrando a tierra por Soto La Marina el 5 de septiembre. La cantidad de agua que traía el huracán causó serias inundaciones en Tamaulipas y el Estado de Veracruz desde Nautla hasta Pánuco y Pueblo Viejo. El caudal de los ríos Pánuco y Tamesí creció elevando también los niveles de las Lagunas del Chairel y Carpintero, incluso se produjeron inundaciones en las colonias colindantes a los cuerpos de agua…”
“…Apenas levantaba el temporal de Gladys y ya se anunciaba otro meteoro llamado Hilda, que se había formado en el Caribe pasando por el oriente de Cuba y los pronósticos marcaban lo peor, se enfilaba directamente a Tampico y dentro del pavor en las tiendas hubo compras de pánico y la población se empezó a preparar a partir de aquel anuncio. Los sucesos se fueron contando por hora, el meteoro azotó previamente la Isla de Lobos a las nueve de la noche y en unas horas tocaría Tampico. Era la 1:00 de la madrugada del lunes 19 de septiembre, cuando la furia del Hilda se dejó sentir con rachas extremadamente fuertes sobre el puerto…A las 3:00 de la madrugada el observatorio meteorológico de Tampico fue tirado por las rachas del viento de 260 km/h; cesando las mismas a las 7:00 de la mañana en que todo volvió a la calma”.
…Después de una contingencia de esta dimensión, todo era pánico, los ciudadanos trataban de salvar sus pertenencias, buscaban refugios con algún familiar o amigos, la gente se abalanzaba a las tiendas haciendo compras de pánico; lo que hizo que poco a poco los alimentos se escasearan en horas. Pero lo más lamentable fue el recuento en daños y vidas humanas: 26 muertos, cientos de desaparecidos y heridos, y el registro de damnificados escalaba 11,432” …
… “Pero lo peor estaba aún por llegar, 10 días después, otro fenómeno meteorológico se formaba en el Caribe mexicano y el pronóstico no era nada halagador. El 29 de septiembre cuando la población no se recuperaba del asombro causado por la embestida del terrible Huracán Hilda, el Ciclón Janet entró a tierra por Tuxpan, Veracruz, en su paso destructor entró a la Sierra Madre Oriental, y allí descargó toda su agua sobre la cuenca de los ríos Pánuco, Tamesí, Pantepec y Cazones, los afluentes desbordaron sus riberas y devinieron las pavorosas inundaciones. Las fuertes corrientes provocaron la caída de miles de árboles y ramas que eran arrasadas a gran velocidad llevándose todo a su paso, los cientos de puentes en estos afluentes no resistieron la fuerza de la corriente y terminaron por ceder, se vinieron abajo.”
… “Los efectos fueron severos en infraestructura rural, urbana, y en las comunicaciones. Entre Tampico, Tuxpan y Poza Rica se perdieron tramos completos, puentes, los chalanes fueron a parar al mar; la agricultura sufrió daños irreparables en miles de hectáreas, la fauna animal perdió muchas ejemplares y guaridas, etc. La naturaleza se había ensañado con esta región veracruzana y tamaulipeca. A todo ello le siguieron inundaciones como consecuencia de los golpes de agua, que bajaba de la sierra y se encontraba con la pared del mar y por ende el número de damnificados se amplió a 52,000 equivalente a poco más del 50 por ciento de los habitantes de Tampico, el nivel del agua llegó a casi 6 metros, y la falta de vías de comunicación, agua potable, energía eléctrica y comestibles hizo la situación complicada y difícil” …
Pero ante todo este escenario, ¿cómo reaccionó el gobierno de Adolfo Ruiz Cortines, en el momento?
Obviamente ante la imposibilidad de circular por carreteras, el auxilio -que fue inmediato- se operó la emergencia vía aérea y marítima. …“ El primero de Octubre un imponente portaviones el “Saipan” de la armada de los Estados Unidos, atracaba cerca de la bocana del Río Panuco, en su cubierta venia 14 helicópteros y tropa bien equipada para apoyar a los necesitados, al mando venia el contralmirante Edward Miles, de inmediato una nave llegó al cuartel de la zona militar donde la abordó el comandante mexicano Luis Cueto Ramírez e iniciaron un recorrido de reconocimiento, ambos regresaron atónitos al ver el desastre, coincidieron que la tarea que tenían frente era titánica. …Igualmente al habilitarse la base aérea, el Lic. Adolfo Ruiz Cortines presidente de nuestro país (1952-1958) arribó a Tampico y se comprometió con otorgar de inmediato la ayuda necesaria. Se habilitaron albergues en Ciudad Madero y allí se llevaron habitantes de Veracruz, de los municipios de Villa Cuauhtémoc, La Laja, Tampico Alto Mata Redonda, Pánuco y lugares de la ribera del río. Durante aquellas jornadas los helicópteros y las embarcaciones, trabajaron incesantemente. Mientras hubiera luz del día, repartían víveres, medicinas y rescataban gente de los techos y árboles, después llegó el portaviones “Siboney” y el “Destructor Basset”, estos tendieron un puente aéreo a la frontera norte, México y Poza Rica. (Rodríguez B.)
Como se observa, los estragos de un Ciclón de categoría 5,-como el Hilda y hoy el Otis-, cuyo grado es el máximo en la escala Saffir-Simpson, define la magnitud del peligro en función de la velocidad de sus vientos y rachas, y está considerado como “catastrófico”, y no se necesita ser muy inteligente para saber que sus efectos en un territorio y población serán mortales. Nuestro país los ha sufrido en diferentes momentos, tanto en el pacífico como el Golfo de México. Y justamente porque anualmente existe ese riesgo, el gobierno mexicano, durante décadas perfeccionó sus protocolos y más en nuestros tiempos, porque hoy se suman los efectos de cambio climático y ello aumenta la probabilidad de catástrofes de todo tipo.
Hoy el Ciclón Otis, exhibió, una vez más lamentablemente, la ineptidud y falta de responsabilidad del gobierno, porque no obstante que existió un aviso del peligro que se avecinaba, por parte del Servicio Meteorológico de los Estados Unidos 21 horas antes, se quedó callado, y fue omiso. Hoy el gobierno mexicano debe dar respuesta a muchas preguntas.
Hasta ahora no ha explicado ¿por qué se extinguió el FONDEN? ¿envió el dinero a sus obras faraónicas? ¿por qué no lo suplió con otro que cubriera esa necesidad ciudadana?…¿por qué se olvidó de perfeccionar los protocolos preventivos y correctivos y tuvo que esperar a reaccionar a partir del “factor sorpresa”?.¿por qué olvidó que, las emergencias se preparan meses antes para no poner en riesgo a los ciudadanos.?…¿por qué minimizó el Presidente el número de muertos en su conferencia -que hoy ascienden a 48 y hay decenas de miles de damnificados-, tratando con ello justificar que “siendo pocos”, el tema no es grave?…¿por qué su respuesta fue salir a decir después que SÍ había dinero, que SÍ había FONDEN, y que SÍ existían 485 millones de dólares, para destinarlo a este tipo de catástrofes? [2], ¿por qué lo ocultó? Etc. etc. Todo ello, solo hizo evidente que el dinero siempre estuvo y que, de no haber existido este desastre, jamás se hubiera mencionado y menos ocupado para ese destino.
Cuánta mezquindad, eso es lo indignante. En lo particular, por todo lo que he visto en estos últimos días y años, si hay algo que me aterroriza, es saber, en manos de quiénes hemos estado gobernados. Y es hora de reaccionar, porque esta, como muchas otras tragedias que han acontecido en este gobierno, nunca se deben olvidar.
Desde este modesto espacio, envío mi solidaridad y respeto a los hermanos de Guerrero, pero también de otros estados que en los últimos años han sufrido estas catástrofes: Yucatán, Campeche, Oaxaca, Michoacán, Jalisco, Nayarit, Colima, Baja California Sur, entre otros. Que el Creador les de fuerza, que pronto llegue la reconstrucción y con ello la normalidad en la vida de cada uno de ellos.
Gracias y hasta la próxima.