Por Miriam Gracia
“Liga que se estira y no se rompe se aguada”, así decía mi abuelito cuando mi abuelita amenazaba con irse y no se iba pese a sus constantes infidelidades. Lo mismo pasa con Marcelo Ebrard, no se irá de Morena ni traicionará al Presidente.
Si estuvo con él en las vacas flacas seguro también seguirá en las gordas, tanto años, tiempo y dinero depositados en la figura de Andrés Manuel López Obrador como para que ahora deje de seguir enriqueciéndose bajo su manto. No fue ni pozole, ni chiles en nogada ni mucho menos tacos al pastor, la cena entre Ebrard y Andrés Manuel López Beltrán “Andy” para sus íntimos fue salmón con alcaparras y semillas de mostaza, puré de papas y cebolla caramelizada con vinagre balsámico.
El hijo del presidente de la República fue directo: ¿Qué te puede ofrecer Xóchitl que no te de Claudia? Marcelo le habló del respeto más allá del poder, de la amistad más allá de la designación, de la dignidad más allá de la candidatura y ante esto el “junior” le espetó que precisamente eso representa Claudia para su padre, al igual que él. La palabra más repetida de la noche fue unidad, unidad, unidad.
La cena se prolongó por horas, las tensiones se disiparon entre copas de vino blanco y apapachos. La llamada con Claudia se dio tres horas después y en ella acordaron que el equipo de Marcelo no se tocará, su gente no será despedida eso si trabajarán a favor de la candidata, pidió además posiciones en el próximo gobierno, Sheinbaum Pardo accedió a todo.
Los antiguos aliados volvieron a serlo, nada de traiciones ni golpes bajos, la cuarta transformación seguirá, dijeron ambos. Después de terminada la llamada se brindó con champagne pero no con cualquier, sino con el más caro que se vende en México, Armand de Brignac Blanc de Nois, que tiene un precio de 38 mil, 430 pesos la botella de 750 mililitros en ese restaurante de lujo en la Avenida Presidente Masaryk en el próspero barrio de Polanco, mismo que fue cerrado sólo para esos dos comensales con el fin de evitar ojos indiscretos.
En la oscuridad de la noche la voz de Silvio Rodríguez y su canción El Necio se escuchaba entre las mesas vacías y se perdía en los sonidos de la ciudad…”Me vienen a convidar a arrepentirme…Me vienen a convidar a que no pierda”…