A propósito del proceso de Morena para elegir a su candidato para las elecciones de 2024, el presidente Andrés Manuel López Obrador señaló en su conferencia matutina del pasado 6 de septiembre, que los participantes de este proceso y de su movimiento “son personas muy responsables, no son ambiciosos vulgares, porque están luchando por una transformación”.
Sin embargo, los hechos del día siguiente, 7 de septiembre, mientras se realizaba el conteo de las boletas de las encuestas para dar a conocer al ganador del proceso interno de Morena, demostraron que ni son responsables, que sí son ambiciosos vulgares y que en realidad no luchan por ninguna transformación ni por ideales.
Uno de sus más destacados participantes, el ex canciller Marcelo Ebrard, denunció una serie de irregularidades, que él denominó incidencias, durante todo el proceso, al grado de que, a sus representantes, les fue impedido por la policía capitalina el acceso al recinto en donde se realizaba el conteo final de la encuesta.
Esas anomalías o trampas no son nuevas, porque la mayoría de los especialistas ya las han venido señalando desde hace dos años a través de los medios de comunicación, como fueron: la intromisión ilegal del presidente de la República en el proceso, alineando a los gobernadores morenistas con Claudia Sheinbaum, así como a altos funcionarios de su gabinete; poniendo a su disposición los programas sociales de la Secretaría del Bienestar y a los Servidores de la Nación; defendiéndola de las críticas y minimizando sus graves errores como la caída de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México y en general el mal funcionamiento de este sistema de transporte.
En lo particular, en múltiples ocasiones he señalado, refiriéndome a los funcionarios morenistas del Gobierno de Veracruz, que no se trata de personas con una filosofía profunda, con una ética y una moral elevada, ni con una trayectoria de lucha al frente de las masas que los haya acercado al pueblo, sino que se trata de una pandilla de ambiciosos de poder y de dinero, que están haciendo de Veracruz su botín. Se están enriqueciendo llevando al estado a la quiebra, tal como lo señala el Observatorio de Finanzas Públicas de la Universidad Veracruzana, que reveló que la actividad económica del estado ha experimentado una disminución significativa, con una contracción del 4.8%, solo en el primer trimestre de 2023. Lo que coloca a Veracruz en el penúltimo lugar en términos de desempeño económico entre todos los estados del país en los recientes tres años.
Por lo pronto, Marcelo Ebrard, anunció su renuncia a Morena, lo que le abre un tremendo hoyo que puede llevar a este partido a perder la elección del próximo año. El ex canciller dijo que será el lunes cuando anuncie qué es lo que sigue en el proceso, pero diversos analistas sostienen que esta ruptura provocará problemas en Morena, por ejemplo, perderían más de un centenar de diputados y senadores por lo que no podrían aprobar fácilmente el Presupuesto de Egresos del próximo año.
Este puede ser el inicio del proceso de desmoronamiento del movimiento creado por Andrés Manuel López Obrador, tal como ha sucedido en otras épocas históricas, incluso en imperios que se creían invencibles como el Romano, en donde el dinero, el ocio y el deseo de vivir con privilegios los llevó a corromperse a grados inimaginables y a su propia autodestrucción.
O la inconsecuencia de líderes que impactaron en el ánimo del pueblo, tal como fue el caso del propio Francisco I. Madero, al que tanto admira el presidente, quien encabezó la Revolución Mexicana pero que una vez en el poder se olvidó de las demandas concretas de los campesinos y de los obreros de aquella época, dedicándose a gobernar solo para la burguesía naciente, por eso cuando recibió el golpe de Estado de Victoriano Huerta, nadie salió en su defensa y ya sabemos cómo terminó.
En Veracruz, este proceso de descomposición del partido gobernante es evidente, por ejemplo, el pasado 4 de septiembre, comisiones de gente muy humilde de diferentes rincones del estado, hizo esfuerzos muy grandes para acudir a Palacio de Gobierno y pedir hablar con el gobernador Cuitláhuac García, gente de diversas colonias y pueblos que tuvieron que quitarse la comida de su boca para pagar el transporte, pedir permiso en sus empleos y dejar encargados a sus hijos, a quienes les fueron cerradas las puertas del Palacio de Gobierno y no fueron recibidos por ningún funcionario.
Todo esto a pesar de que sus demandas son legítimas, son justas, pues se trata de personas que no tienen agua potable en sus comunidades, no tienen drenaje, no tienen centros de salud, no tienen carreteras ni calles pavimentadas; de maestros a los que no les están pagando horas que están laborando, de estudiantes a los que les faltan aulas y maestros en sus escuelas; de colonos y campesinos que requieren la fundación de escuelas en sus pueblos y colonias; de personas que necesitan la regularización de sus colonias; de campesinos a los que el gobierno no ha terminado de pagarle los predios que fueron adquiridos por otras administraciones para la formación de reservas territoriales, entrenadores que solicitan les regresen las becas que el Instituto Veracruzano del Deporte les quitó y de pequeños productores del campo que necesitan apoyos para incrementar la producción y la productividad en sus parcelas.
Todas estas necesidades no le interesan al gobierno morenista de Cuitláhuac García. No le merecieron ni siquiera tener la cortesía de atender a una comisión, pero tal como lo dijimos ese día, con esas acciones se están quitando la máscara de gente progresista, preocupada por los pobres, y están mostrando su verdadero rostro: el de ser un gobierno insensible, que no se ocupa de atender las necesidades que tiene la gente para mejorar su calidad de vida. Es una lección de mal gobierno para miles de veracruzanos, lección que se queda en su memoria y que seguramente no se les olvidará y lo difundirán con sus vecinos, familiares y amigos. Por lo que, en la próxima elección, seguramente llamarán a votar para sacar a este mal gobierno del poder.
Esta descomposición del gobierno de Morena también se refleja en los altos grados de inseguridad que privan en el estado de Veracruz, en sus vínculos con la delincuencia que tienen asolados a los veracruzanos, pues todos los días hay asesinatos, secuestros, asaltos, robos, extorsiones, desapariciones de personas, entre otros. Esto ha llevado a que Cuitláhuac García sea continuamente exhibido en la prensa nacional e internacional como un gobernante, además de inepto, cínico por sus frívolas respuestas ante tan grave problema.
También es un reflejo de la descomposición de este gobierno, las acciones de represión en contra de organizaciones y líderes que se atreven a criticar sus malas acciones. Aunque, por fortuna, ya solo le queda un año a Cuitláhuac García y seguramente su partido y su candidato serán derrotados en 2024.
Para esconder las acciones ilegales de promoción electoral fuera del tiempo establecido en la Constitución, los morenistas dijeron que estaban eligiendo a su Coordinador Nacional de Defensa de la Cuarta Transformación. Un eufemismo para engañar a la gente. ¿Pero qué transformación hay en nuestro país?
Veamos: cambiaron los programas sociales que ya existían por otros, que consisten en darle dinero en efectivo a la gente y en su carácter universal, es decir, que ya no van dirigidos a los más pobres, pero a cambio de estos apoyos en efectivos dejaron de hacer obras de beneficio colectivo, de beneficio común, en los pueblos y colonias que realmente cambian la forma de vida de las personas, pues no es lo mismo vivir con agua a vivir sin agua; no es lo mismo vivir con drenaje y calles pavimentadas a no tener estos servicios y tener que vivir en la insalubridad y el lodo; con las tarjetitas del Bienestar no se puede construir una carretera que comunique a pueblos marginados o hacer obras de impacto regional. Es cierto que los apoyos sociales son necesarios, pero también son absolutamente necesarias las obras y servicios que transformen y mejoren la calidad de vida de las personas, como el pavimento, el drenaje, las clínicas.
López Obrador cambió los programas sociales a transferencias monetarias porque de esta manera le dicen a la gente que es dinero regalado por el propio presidente, sin que se den cuenta que el dinero proviene de sus impuestos, para de esa forma tenerlos presionados para que voten por su partido en las elecciones. Esto es parte de la transformación de la que hablan los morenistas.
La otra parte de la transformación es la construcción del aeropuerto Felipe Ángeles en la que no hay vuelos porque está mal construido; la refinería de Dos Bocas que ya lleva tres fechas de inauguración y no están refinando gasolina como se prometió y que, por el contrario, cuya construcción está plagada de actos de corrupción y el Tren Maya, que el pasado viernes presumió el presidente López Obrador, un trenecito que no pudo viajar arriba de 60 kilómetros por hora, que se descompuso en el trayecto entre Mérida y Chichen Itzá y estuvo parado por más de dos horas en el pueblo de Yaxcabá, recorrido en el que el presidente estuvo acompañado no por indígenas mayas sino por algunos de los hombres más ricos de México, como Carlos Slim y Bernardo Gómez de Televisa, un viaje de 4 vagoncitos que son de risa.
Y la promesa de acabar con la corrupción solo quedó en eso, en promesa. En fin, estos son los resultados de la triste transformación que tanto presumen los morenistas.
No hay transformación, el neoliberalismo está intacto, López Obrador y Morena fueron un invento del capital mundial para alargar unos años más de vida a este sistema explotador, sistema que tarde que temprano tendrá que desaparecer porque nada es eterno, por lo que las clases trabajadoras de nuestro país tienen que prepararse políticamente para gobernar el nuevo orden social que los sustituirá y para sacar del poder a los ambiciosos y vulgares que nos gobiernan actualmente.