Los programas sociales fueron creados hace muchas décadas para paliar el rezago social a causa de la pobreza.
Muchos de ellos desaparecidos por Morena –como Prospera, el Seguro Popular, las Estancias Infantiles, los comedores comunitarios, los fideicomisos, el apoyo al campo, entre muchos otros-, se crearon con una absoluta planeación y responsabilidad hacendaria. Sus resultados así lo confirman.
A diferencia del actual gobierno, ninguno de estos programas puso en riesgo la estabilidad financiera ni generó una crisis económica como seguramente sucederá el próximo año, sin importar quién sea el nuevo Presidente de México. La crisis de fin de sexenio será un colapso que golpeará a los más pobres.
En el 2020, fui uno de los 385 diputados que votaron a favor de elevar a rango constitucional los programas sociales para garantizar la extensión progresiva de seguridad social para la población que se encuentra en estado de vulnerabilidad.
Lo que no aprobamos fue que se utilizara el dinero para compra de medicamentos y vacunas –en el país hay disminución de hasta 70% del esquema de vacunación para niños-, servicios de salud pública y mantenimiento de hospitales, becas e investigación científica e incluso la atención de desastres naturales.
El desequilibrio fiscal provocado por la mala planeación, hará que millones de mexicanos dejen de recibir algunos de estos programas. El Presidente, su gobierno y Morena hicieron muy mal las cuentas.
Veamos. Analistas financieros estiman que el presupuesto de la Federación requiere de casi 100 mil millones de pesos adicionales cada año para cubrir los incrementos tan sólo en la Pensión para Adultos Mayores, lo mismo por sus montos que por una población que envejece.
Lo explico con números reales. En 2018, había 410 mil personas beneficiadas, del estrato más pobre de la población; y 240 mil personas del estrato con mayores ingresos. Apenas el año pasado aumentó a 530 mil personas ubicadas en el estrato más pobre, y a un millón 380 mil personas del estrato con mayor ingreso.
Hoy los ricos reciben más dinero que los pobres.
Además, el próximo presidente encontrará a un país hipotecado: Pemex, la CFE y las obras del AIFA, la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya, siguen siendo un barril sin fondo.
La deuda de corto plazo de Pemex pasó de 8 mil 413 millones en 2018, a 30 mil 253 millones de dólares para este año. Pemex no podrá pagar porque en cuatro años ha requerido que el gobierno le asigne más de 800 mil millones de pesos en aportaciones y exenciones. Además, las pérdidas acumuladas en refinación son de 630 mil millones de pesos tan sólo en los últimos tres años.
La CFE, una empresa que hasta 2018 generaba utilidades, tuvo que recibir más de 300 mil millones de pesos del gobierno en los últimos tres años.
Y falta dar de comer a los elefantes blancos. La refinería de Dos Bocas terminará costando más del doble -cerca de 18 mil millones de dólares-, el Tren Maya -20 mil millones de dólares- y de la cancelación del aeropuerto en Texcoco faltan por pagar más de 4 mil millones de dólares.
Con el triunfo del Frente Amplio por México, los programas sociales van a seguir. Los que se tienen que ir son aquéllos no supieron hacer las cuentas.
La puntita
Los libros de texto gratuitos y la decisión del Conahcyt de retirar las becas a cientos de estudiantes de posgrado, confirman el deseo a Morena de convertirnos en lo que son: analfabetas funcionales.