Parece que el PRI recibió este domingo la puntilla en el Estado de México, el estoque de muerte a un partido que representa cada vez menos en el contexto político nacional.
Con la victoria de Morena en las elecciones del Estado de México, el tricolor perdió su último bastión importante; cierto, ganó Coahuila y tiene Durango, pero esas dos entidades representan muy poco en términos electorales: 5.5 millones de habitantes, un tercio de la población de la entidad que gobernará Delfina Gómez.
Es la crónica de una muerte anunciada.
Alejandro “Alito” Moreno, dirigente nacional de esa mermada fuerza política, se dedicará a administrar los despojos del partido más rechazado de México.
Con esa dirigencia llegará el PRI a las elecciones de 2024; al parecer, sin posibilidad alguna no de ganar, sino ni siquiera de competir, sobre todo por el descontento que genera la figura de su Comité Ejecutivo Nacional.
Lo peor para este partido es que poco a poco va perdiendo fuerza y presencia; hoy sólo tiene 13 de 128 senadores –la cifra más baja en su historia– y 69 de los 500 diputados federales, la mayoría de los cuales llegaron a San Lázaro por la vía plurinominal.
Las elecciones del Estado de México y Coahuila, por cierto, fueron la antesala de la sucesión tanto en la Presidencia de la República como en 9 entidades del país donde se renovará la gubernatura; entre ellas se encuentra Veracruz.
De esa forma, el PRI está a punto de encarar el proceso electoral de 2024 en las peores condiciones posibles: enorme desgaste y descrédito por el hecho de que los ciudadanos asocian la marca priista con la corrupción; una dirigencia que representa a la perfección toda la podredumbre de más de 70 años de abusos desde el poder; la fractura interna como consecuencia de la lucha por el control del partido; y una alianza con PAN y PRD que resulta frágil e incierta.
Es tan malo el escenario para el PRI, que luego de la derrota en el Estado de México han surgido voces que sugieren la necesidad de que el tricolor sea excluido de la alianza opositora, para dar paso a una alianza PAN-MC-PRD.
Por si fuera poco, el PRI carece de cuadros competitivos para encarar sin alianzas el proceso electoral de 2024 por la Presidencia de la República.
Sólo en algunos estados, como Veracruz, el tricolor cuenta con cartas posicionadas, como el diputado José Francisco Yunes; sin embargo, incluso sus mejores elementos en la entidad preferirían hacerse a un lado y no participar, antes que exponerse a una derrota, en el caso de que la alianza no se concrete.
En su historia de casi un siglo, el PRI se ha levantado sólo una vez después de haber perdido una elección presidencial; fue en 2012 con la candidatura de Enrique Peña Nieto, quien ganó tras dos victorias panistas –Vicente Fox y Felipe Calderón–. Sin embargo, en esa ocasión contaba con más posiciones, más cuadros y condiciones de unidad, lo que no se observa de cara a 2024.
Alito Moreno podría pasar a la historia del priismo como el sepulturero del partido.
@luisromero85