Hay veces que cuesta trabajo creerle al presidente Andrés Manuel López Obrador. Como cuando afirma que los mexicanos vamos a contar con un sistema de salud igual o mejor que el de Dinamarca. También cuando dice que no suele guardar rencor ni buscar venganza. De eso habría que preguntarle al empresario Germán Larrea, del Grupo México.
Y es que el 21 de noviembre del año pasado, seis meses antes de que publicara el decreto que declara de utilidad pública para el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec tres tramos de 120 kilómetros de vías ferroviarias que desde 1998 le fueron concesionadas en Veracruz a Ferrosur, el mandatario dijo en aquella conferencia mañanera que estaba “sorprendido” por otra demanda millonaria que había interpuesto el grupo de Larrea en contra del Gobierno de la República, luego de que, por incumplimiento de contrato de un tramo del Tren Maya, se encargó la obra a tres empresas más.
El presidente comentó que, a través del secretario de Gobernación, Adán Augusto López, le había hecho llegar una propuesta a Larrea, a fin de que se elaborara un dictamen por los ingenieros militares respecto a la cuantía de lo que ese grupo construyó e invirtió en el trayecto que va de Playa del Carmen a Tulum y que incumplieron. “La idea es que no se pague ni más ni menos de lo que realmente invirtieron en un tramo de 60 kilómetros aproximadamente”, dijo AMLO al revelar que el empresario estuvo de acuerdo y que se le enteró que al gobierno le urgía la conclusión del tramo incumplido.
“Pero ¡oh, sorpresa!, hoy aparece que nos va a demandar y que es un asunto millonario, pero yo no sabía que ya había demandado”, recriminó.
“Entonces, ya se volvió publicitario, ya se volvió famoso el asunto”, se quejó, para señalar que el tramo referido fue la causa por la cual se originaron la mayoría de amparos en contra del Tren Maya, retrasando su construcción.
Además, recordó que en tiempos del presidente Ernesto Zedillo (1994-2000) se concesionaron entre 15 mil y 18 mil kilómetros de vías ferroviarias, y que fue el Grupo México, de Larrea, el más beneficiado. “Y no se les está expropiando, no se les están quitando las concesiones”, puntualizó en aquella ocasión.
Dos semanas antes, el 10 de noviembre 2022, expresó su enojo porque se había comprometido a no entregar nuevas concesiones para el uso industrial de agua, pero dijo que un funcionario corrupto le había otorgado una al consorcio de Larrea.
“¡Ayer hice un coraje! De buen tamaño, porque otorgaron unas concesiones de agua, ya en el gobierno nuestro, Conagua, en Cananea. Y no sólo eso, el que otorgó la concesión se fue a trabajar a la empresa que le otorgó la concesión: Grupo México”, acusó.
Este lunes, al hablar sobre los tres tramos controlados por la Marina en el sur de Veracruz, el presidente negó que se trate de una expropiación y dijo que habló dos veces con Larrea antes de publicar el decreto, y que éste le aseguró que no habría problema, pero que después le exigió el pago de 9 mil 500 millones de pesos y “así ya no se puede”.
El golpe a Larrea provocó que las acciones de Grupo México (GMéxico) cerraran ayer con una caída de 3.00 por ciento, con lo que acumulan una pérdida de 7.16 por ciento en dos días.
Por su parte, el Consejo Ejecutivo de Empresas Globales (CEEG) advirtió este lunes que acciones gubernamentales como la ocupación que ordenó el presidente López Obrador de vías de Ferrosur ponen en riesgo 30 mil millones de dólares derivados del nearshoring.
Ayer corrió el rumor de que Larrea estaba por desistirse de la compra de Citibanamex, la cual acababa de avalar públicamente el mandatario mexicano.
“No voy a pagar 7 mil millones de dólares por algo que mañana me pueden quitar”, habría dicho el empresario, según difundió ayer en redes sociales el columnista Darío Celis, del diario El Financiero.
Gandallismo en colegio de contadores de Xalapa
Qué curioso lo que ocurre en el Colegio de Contadores Públicos de Xalapa (CCPX), agrupación que de cinco años a la fecha ha sido usada como trampolín de profesionistas que quieren alcanzar cargos públicos y no pegan una, pero eso es lo de menos.
Resulta que, al interior, la fraternidad entre colegas es un mero membrete, pues ya se ha vuelto una práctica común las mordidas y patadas bajo la mesa entre sus integrantes.
El último caso involucra a un expresidente de ese periodo y un miembro del Consejo Directivo, que dirigen los destinos de calidad y honestidad del gremio, los dos con habilidades de trato preferencial al cliente, sin embargo, ambos siguiendo los pasos de otros profesionales de ese colegio, tuvieron a bien llevarse al baile a la cartera de clientes.
Lo de robarse a la clientela se ha convertido en una práctica común en el CCPX, donde priva de todo menos la ética profesional, pues no es el primer caso de deslealtades que se registra y sus directivos han preferido hacerse de la vista gorda.
Solo que, al no hacer nada, fomentan este tipo de acciones que a lo larga pudieran colocarlos como damnificados, porque no hay garantías de que a ellos no les aplicarán la misma.