La regulación secundaria para el uso industrial del cannabis está en pausa y, con ello, el sector ve pasar las oportunidades para la exportación de la planta, pero también de algunos insumos, que sirven de base para la manufactura de productos terminados.

El potencial de la planta para detonar la economía nacional ha sido el centro del debate desde su legalización para uso médico, en 2017. En México el mercado del cannabis medicinal se valoró en 4.8 millones de dólares el año pasado, y se estima que crezca a una tasa anual compuesta de 20% entre 2023 a 2030, de acuerdo con un análisis de Grand View Research.

Pero no solo el mercado medicinal tiene potencial. También está la siembra de la planta de la marihuana y los usos del cáñamo, que se pueden convertir en materiales para construcción, textiles o biocombustibles, con la capacidad de integrarse a la cadena de valor de otras industrias.

Manuel Arturo Castro, especialista en derecho cannábico y socio en la firma Castro y Asociados, explica que México pierde una oportunidad al no tener las bases para desarrollar grandes sembradíos, y también para fabricar productos que pueden ser utilizados por sectores como el automotriz o el de la construcción.

Mientras tanto, las grandes empresas comienzan a integrar al cáñamo, que es el tallo de la planta de la mariguana. En 2019, Porsche fabricó un auto con partes de la carrocería hechas con cáñamo: el modelo 718 Cayman GT4 Clubsport, cuyas puertas se produjeron con una mezcla de fibras derivadas del cáñamo y el lino para reemplazar la fibra de carbono tradicional.

“Estamos perdiendo una oportunidad porque falta la reglamentación secundaria para el uso del cáñamo, pero como sociedad civil podemos empezar a tomar nuestra responsabilidad para llevar hacia adelante a la industria a través del Poder Judicial”, refiere el especialista.

Con la liberalización de las regulaciones sobre los usos industriales de la marihuana y el cáñamo en el mundo, se esperara un crecimiento del mercado. En este escenario, México podría ser uno de los países con la capacidad para convertirse en proveedor para la industria global.

Lorena Beltrán, CEO y fundadora de CannabiSalud, un foro que se realiza anualmente para discutir los avances regulatorios relacionados con el uso adulto e industrial de la planta, coincide en que México tiene el potencial para ser un manufacturero del cáñamo, una oportunidad que hasta ahora no han aprovechado Estados Unidos y Canadá, donde la legislación sobre la marihuana está más avanzada.

“México es un país maquilador. Se hace cemento, hay conglomerados que trabajan con madera y textiles, hasta fábricas de piezas de automóviles y plástico, entonces va a ser fácil para México, una vez que se obtengan estas insumos, conectarnos con todas estas maquilas que ya existen y utilizar estos productos y empezar a producir esto a nivel industrial”, declara Beltrán.

El potencial del mercado exportador existe. Entre enero y noviembre del año pasado, las exportaciones de cannabis de Colombia, por ejemplo, acumularon un valor de 8.4 millones de dólares, con envíos a Argentina, Brasil, Australia, Suiza, Israel, Estados Unidos y Alemania, de acuerdo con los últimos datos de la agencia ProColombia.

El foco en el mercado local

Aunque el detonante de la industria se mantiene atado a los debates en el Congreso de la Unión, para Lorena Beltrán, antes de pensar en México como un país exportador de la planta es necesario primero atender el desarrollo en México.

La fundadora de CannabiSalud comenta que hay interés de gobiernos locales, como Michoacán y Oaxaca, que avanzan con proyectos pilotos para impulsar el cultivo de cáñamo, y que ya tienen una planeación para ponerlos en marcha.

“Este es un consejo que hemos recibido de autoridades y abogados que trabajan en la industria en países como Colombia”, dice. “La ventaja para México es enfocarse en la producción nacional de la materia prima, transformarla en derivados y ya después voltear a las exportaciones”, concluye.

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