Una nostálgica y repetida ceremonia fue con la que el Mundial de Qatar 2022 dio comienzo.
Con el cansado recurso de contar la historia del mundo, según la perspectiva del país en curso; requiriendo de una figura internacional para crear expectativa y de los cantantes que no contaron con escrúpulos para negarse a participar en el evento, la Copa del Mundo cobró vida.
Una vida que hasta el momento cuenta con un ambiente frío, sin el sabor que se vivió en Rusia hace cuatro años, ya no se diga en Brasil hace ocho.
El actor Morgan Freeman apareció en su repetido papel del todo poderoso para crear el cielo y la tierra y de ahí, claro está, pasar al futbol.
Con la música, con una canción principal de cada país, se presentó a las selecciones participantes, y fácilmente fueron reconocidas las estrofas del Cielito Lindo, en clara alusión a México.
Las luces transforman el campo en arena, la arena se tona verde, y las palabras de los políticos se les lleva el viento.
Llega la canción principal, entonada por uno de los integrantes del famoso grupo coreano, BTS Jung Kook, acompañado de un cantante local.
El jeque de Qatar firma una vieja camiseta y se pasa a la parte final de la ceremonia, donde las mascotas de los Mundiales pasados aparecen parea hacerle la corte a la nueva mandamás que reinará por menos de un mes.
La gente comienza a prenderse, o eso pretenden. Los ecuatorianos quieren poner el ambiente, pero son minoría ante todo el mundo área que muy a su manera viven su primera Copa del Mundial.
El Universal