Por Eduardo Corsario
Espacio para el debate y la sana discusión- no sólo la presentación y exposición de ideas – sería oportuno ver, consideró, en la ya cercana Consulta Pública en materia de Ciencia y Tecnología (TyC). Como seguramente muchos de los lectores de Palestra sabrán, este tipo de ejercicio de carácter argumental es primordial para llegar a acuerdos en temas relativos a la construcción de una política científica con soporte de índole díalógico. ¿Se podría esperar otra cosa de un gremio que de suyo se las ve diariamente con la práctica de la demostración de hipótesis? Creo de suma relevancia que este proceder no pase inadvertido, que no se preste para pensar que las propuestas quedarán en el mundo inefable del archivo.
Hasta el momento, quien estas líneas redacta e intenta hilvanar tiene el conocimiento acerca de la importancia de gestionar una consulta para la sociedad en general y la inmersa en CyT en particular: una oportunidad para brindar el espacio y que la sociedad pueda mostrar cuáles son esas prioridades que urgen ser atendidas por el fenómeno científico. No sólo eso. Es el momento para que tales necesidades queden en un papel, en un documento. Es decir, en el nuevo Programa de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico (Proveicydet).
«Nosotros queremos que sea realmente un ejercicio de acercamiento, de reflexión con la sociedad, que quede plasmada en un documento». Con estas declaraciones respondía a mi pregunta sobre la Consulta Pública el doctor Darwin Mayorga Cruz, actual director del Consejo Veracruzano de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico (Coveicydet).
Desde su punto de vista, en otras entidades las consultas fueron maquilladas por el sólo propósito de cumplir con protocolos administrativos : «Solo se hacían por compromiso». Y sí. Para muchas visiones gubernamentales la ciencia y la tecnología no es más que eso, un requisito por cumplir. Entonces, ambicionar o, mejor dicho, desear y anhelar una sociedad del conocimiento no está en la agenda de las prioridades, pero vienen perfectamente para el discurso y la elegante demagogia, como ocurría con un extitular de Coveicydet hace unos años.
Llama mi atención, en cuanto a las respuestas de Mayorga Cruz, la frase «pertinencia social» o «impacto social». Dichas estructuras lingüistas han formado parte de mi línea, de mi intento de análisis periodístico anclado en la CyT. Mucho tengo que decir de esas ideas y demasiado podría argumentar de proyectos que se adornan con esas frases, y más cuando hasta premiados resultan.
En ese mismo sentido, me encanta la idea de poder analizar, debatir y discutir las iniciativas que repercutirán socialmente ¿Tendrán impacto o dirán que lo tendrán? Ávido estoy de escuchar y saber cuáles son esas estrategias científicas y divulgativas que están enfocadas en resolver los problemas importantes.
Conozco a miembros de la comunidad de CyT de diferentes regiones del estado, y sé que desde hace mucho han diseñado proyectos que buscan atender estas necesidades. Creo firmemente en la aplicación de criterios democráticos por parte de Coveicydet para la selección de las propuestas que podrían integrar el Proveicydet, pues este debe necesariamente estar repleto de enfoques donde el impacto sea una realidad.
Al respecto de mi Palestra de la semana pasada, el titular de Coveicydet me comentó que la hizo reflexionar. Agradezco la apertura al diálogo y la argumentación de perspectivas, coincidan o no. Creo que ambos pensamos que la crítica en el buen sentido de la palabra es bienvenida. Esperemos, entonces, una Consulta Pública que resalte por el debate, la crítica y la sana discusión. Por la descentralización de la ciencia y la vida divulgativa.