Que se recuerde, nunca en la historia reciente había habido en México un secretario de Gobernación tan beligerante y provocador como Adán Augusto López, quien en agosto de 2021 solicitó licencia como gobernador de Tabasco para sustituir en el antiguo Palacio de Cobián a Olga Sánchez Cordero, ministra en retiro de la Suprema Corte que como titular de la SEGOB tuvo un desempeño totalmente opuesto, de “florero”, como la tildaron sus críticos.
Ni siquiera el veracruzano Fernando Gutiérrez Barrios, quien llegó al despacho de Bucareli con fama de represor y mafioso, se atrevió en su momento a arremeter contra gobernadores y expresidentes de la República, aunque en su época éstos últimos no habían surgido aún de la oposición.
Eso sí, cuando el ex gobernador de Veracruz recibía una instrucción presidencial, la ejecutaba implacable y sin alharacas, haciendo inclusive a un lado su amistad. Así lo demostró en enero de 1989 cuando con el apoyo del Ejército detuvo en Ciudad Madero, Tamaulipas, al poderoso líder del sindicato petrolero Joaquín Hernández Galicia, (a) La Quina, su amigo, pero quien tuvo la osadía de amenazar primero al presidente saliente Miguel de la Madrid Hurtado y luego operar electoralmente en contra de Carlos Salinas de Gortari, su sucesor.
Como buen militar, Gutiérrez Barrios, quien se retiró con grado de capitán, era institucional y enérgico, pero respetuoso. Así se ganó el reconocimiento y la gratitud de varios líderes de la izquierda mexicana y latinoamericana, entre ellos la del revolucionario cubano Fidel Castro, quien en diciembre de 1988, a petición de su viejo amigo –al que conoció como titular de la Dirección Federal de Seguridad, cuando en junio de 1956 fue detenido en la capital del país para luego ser liberado y cinco meses después salir de Tuxpan para iniciar la lucha que terminaría con el derrocamiento del dictador Fulgencio Batista– viajó a la Ciudad de México para legitimar con su presencia la asunción de Salinas de Gortari, cuyo triunfo en las elecciones presidenciales de ese año era impugnado por todos los candidatos de la oposición, encabezados por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, del Frente Democrático Nacional.
Comparado con el extinto político veracruzano, a quien el expresidente Salinas llamó “El Hombre Leyenda”, el tabasqueño Adán Augusto resultó un auténtico chivo en cristalería, cuya estridencia protagónica por su aspiración de suceder a su jefe Andrés Manuel López Obrador en 2024 no abonan a la gobernabilidad del país.
Anteayer, en Morelia, Michoacán, el terruño natal del expresidente Felipe Calderón, el titular de la SEGOB afirmó sin pruebas que “hay una investigación internacional”, supuestamente por tráfico de armas, en contra del exmandatario panista.
Calderón respondió de inmediato en redes sociales, exhibiendo al hombre fuerte del presidente López Obrador.
“Ahora sí el secretario anda muy perdido: no hay ninguna ‘investigación internacional’, ninguna, sobre ‘tráfico de armas’ en mi contra. Adán Augusto no atinaría siquiera a decir qué agencia la encabeza. Es un esfuerzo burdo y desesperado para desviar la atención de 2 temas: 1) El intento por desaparecer al INE, en su afán por destruir a la democracia que denuncié en el evento de Mario Vargas Llosa en la Fundación FIL (…) y 2) las filtraciones de Guacamaya Leaks, que muestran que como gobernador dejó en manos de presuntos criminales la seguridad de los tabasqueños. Es una ‘fuga hacia adelante’ para distraer la atención. Quienes deben estar preocupados por investigaciones internacionales son ellos”, publicó.