La noche en que AMLO autorizó a Tatiana Clouthier despedirse en “la mañanera”, (en el “prime time” presidencial), recibió una llamada de la secretaria de gobernación donde, (entre otras cosas), le adelantaban que el texto de “Tati” sería muy sentimental, (cosa que no le agradaría), y que además en Veracruz “había que apretar”.
De ahí que López Obrador decidiera confirmar su visita al estado de Cuitláhuac García, pues no sólo sabe que las cosas marchan mal al interior del morenismo local, sino que la oposición crece gracias al papel de su gobernador.
“Avísales en Veracruz que estaré un rato y que quiero reportes de lo que ocurre ahí, tanto de Cuitláhuac como de nuestro movimiento en el estado”, dijo AMLO a Adán Augusto, según fuentes en Bucareli.
La visita de López Obrador al estado fue de supervisión electoral más que cualquier otra cosa. El presidente elevó la voz y dijo que él (y sólo él), decidirá al candidato o candidata para Veracruz. Advirtió a Cuitláhac García que quienes alzaron la mano no lo hicieron solos, contaron con su anuencia.
De igual forma, comunicó a todos que Rocío Nahle, Gutiérrez Luna y Manuel Huerta cuentan con su permiso para buscar la gubernatura, “recibieron mi permiso de manera personal” o por medio de un tercero, según se presentó el caso.
Pero la principal preocupación de AMLO radica en darse cuenta que la oposición crece en Veracruz, (cortesía de su gobernador), por ello no sólo seguirá viniendo al estado, sino que aumentará su frecuencia; de ese tamaño es el problema. El horno no está para bollos.
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