Los vasos sanguíneos deben adaptar su crecimiento a los nutrientes disponibles en su entorno para poder mantener los órganos adecuadamente abastecidos. Ahora investigadores alemanes han identificado dos proteínas importantes para este proceso, según publican en la revista ‘Nature Metabolism’.
Los vasos sanguíneos recorren todo el cuerpo humano y garantizan que los órganos reciban todos los nutrientes y el oxígeno que necesitan. Si estas redes tan bien tejidas dejan de funcionar como deberían aparece el riesgo de desarrollar enfermedades.
Mientras que las afecciones cardiovasculares relacionadas con la edad suelen provocar la atrofia de los vasos, los tumores malignos se caracterizan por un crecimiento excesivo de los vasos desviados. La degeneración macular húmeda también está asociada a la aparición de nuevos vasos sanguíneos en el lugar equivocado. En el peor de los casos, esta enfermedad puede causar ceguera.
«Para ayudarnos a desarrollar terapias dirigidas a este tipo de enfermedades, queremos averiguar cómo se regula exactamente el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos -un proceso llamado angiogénesis- dentro del organismo», apunta el doctor Michael Potente, catedrático de Biomedicina Vascular Traslacional en el Instituto de Salud de Berlín en la Charité (BIH) e investigador invitado en el Centro Max Delbrück de Medicina Molecular de la Asociación Helmholtz (MDC).
Potente y su equipo internacional han logrado importantes avances. En su artículo, los investigadores informan de que dos proteínas denominadas YAP y TAZ desempeñan un papel crucial para permitir que los vasos broten, incluso en condiciones metabólicas difíciles. Las proteínas forman parte de la vía de señalización Hippo, que regula el crecimiento y el tamaño de los órganos en casi todos los seres vivos.
«Si estas dos moléculas están activas en las células de la pared interna de los vasos, el endotelio, leen genes que conducen a un mayor crecimiento de ciertos transportadores de superficie –señala Potente–. Estos permiten a las células de los vasos absorber más nutrientes que son importantes para el crecimiento y la división celular». YAP y TAZ, que funcionan de forma similar, actúan por tanto como una especie de abrepuertas.
«Esta mayor absorción de nutrientes conduce a la activación de otra proteína, llamada mTOR», explica. mTOR es un importante punto de control en las células que desencadena el crecimiento y la división celular. «Esto permite la expansión de nuevas redes de vasos sanguíneos», añade. Sin embargo, el equipo aún no sabe qué señales regulan la actividad de YAP y TAZ en las células endoteliales.
«Juntos hemos descubierto un mecanismo que permite a los vasos sanguíneos adaptar su crecimiento a la situación de su entorno –añade el profesor Holger Gerhardt, jefe del Laboratorio de Biología Vascular Integrativa del MDC–. El mecanismo impide que las células endoteliales se dividan si no existen los recursos metabólicos necesarios para el proceso».
Los hallazgos se basan en experimentos con ratones. La retina del ratón es un modelo ideal para estudiar el desarrollo de los vasos sanguíneos.
«Utilizando líneas de ratón modificadas genéticamente, demostramos cómo las células endoteliales que no producen YAP y TAZ casi no se dividen –dice Potente–. Esto inhibió el crecimiento de los vasos en los ratones». La proteína TAZ desempeña un papel especialmente importante en este proceso, mientras que YAP es el factor decisivo en la mayoría de los demás tipos de células.
«Dado que los nuevos vasos sanguíneos se forman con frecuencia en tejidos con escaso suministro de sangre, las células endoteliales deben ser capaces de crecer en las condiciones metabólicas más difíciles –subraya Potente–. Por eso es tan importante que estas células dispongan de una maquinaria molecular que reconozca y reaccione a los sutiles cambios del medio extracelular».
Junto con sus equipos, Potente y Gerhardt quieren estudiar ahora hasta qué punto el mecanismo -que describieron durante el desarrollo de los tejidos- está también implicado en los procesos de regeneración y reparación que dependen en gran medida de los vasos sanguíneos. «Nos interesa sobre todo averiguar si un mal funcionamiento de esa vía de señalización puede causar enfermedades vasculares en el ser humano y, en su caso, cómo», concluye Potente.
infosalus.com
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