El Popocatépetl es el segundo volcán más alto de México, después del inactivo Pico de Orizaba. También es una de las estructuras geológicas potencialmente más peligrosas del mundo, debido al alto índice de erupciones que ha tenido en los pasados 23 mil años. El 30 marzo se registró una intensa explosión, sin mencionar las exhalaciones diarias que han mantenido el semáforo de alerta en la fase 2 del color amarillo desde hace varios meses.

Un grupo de científicos del Departamento de Vulcanología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ha estudiado los registros que se tienen de las erupciones pasadas del Popocatépetl para entender mejor las futuras y de esa manera mitigar los posibles riesgos.

En un estudio, publicado por la gaceta de la Sociedad Geológica de Estados Unidos (GSA, por sus siglas en inglés), los investigadores señalan que, mediante el análisis de uno de los flujos de lava más grandes del Popo, en Nealtican, Puebla, evaluaron los mecanismos de emplazamiento y peligros futuros.

Los expertos mapearon unidades del flujo de lava para revisar sus formas y características, además de realizar análisis químicos y minerales de las muestras de roca. “Este trabajo ayuda a reconstruir la historia de las erupciones de este flujo y así determinar de manera exacta cuáles fueron las características básicas para que ocurriera”, señaló Israel Ramírez Uribe, principal autor del estudio. Es importante estudiar este fenómeno a fin de anticipar mejor escenarios y atenuar consecuencias, consideró

El flujo de lava de Nealtican abarca 70 kilómetros cuadrados, al este del Popocatépetl; se formó durante la altamente explosiva erupción conocida como Lorenzo Pumice, estimada entre los años 350 y 50 a C. A diferencia de la poca viscosidad de la lava que se suele ver en volcanes como los de Hawái, los científicos descubrieron que el material que formó el flujo de ese municipio poblano pudo haber tenido una densidad mucho más alta, lo que hizo que se moviera sólo de uno a 33 metros por día.

De acuerdo con los modelos hechos para simular la erupción, es probable que el flujo de lava de Nealtican tardara 35 años en formarse. Aunque el avance tan lento podría no suponer un riesgo directo a los habitantes cerca del rango de la explosión, el material volcánico destruiría completamente las estructuras y dejaría inservibles las áreas de agricultura.

“Podemos determinar las áreas que han sido afectadas por erupciones pasadas y así especular sobre las que podrían ser dañadas”, señala Claus Siebe, coautor del trabajo.

Los resultados de la investigación también apuntan a que tanto el flujo de lava de Nealtican como la precedente erupción de Lorenzo Pumice pudieron haber dejado pueblos prehispánicos bajo el material volcánico y causado grandes éxodos. La caída y el levantamiento de importantes urbes mesoamericanas, como Teotihuacan y Cholula, coinciden con la pasada gran erupción del Popo.

El asentamiento de Tetimpa, actualmente debajo de una capa de entre 30 y 100 metros de ceniza y lava parece apoyar esta teoría.

“El Popo es un volcán activo, y no sabemos cuándo volverá a tener una erupción de gran magnitud, pero habrá una, y deberíamos estar preparados para eso”, alertó Siebe.

jornada.com.mx

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