El pasado sábado, el PRI celebró su 93 aniversario –fue fundado el 4 de marzo de 1929 con el nombre de Partido Nacional Revolucionario–; el viejo partido se encuentra en una profunda crisis que le ha llevado a desplomarse hasta quedar como tercera fuerza política.
En Veracruz, el peso del otrora partido aplanadora se fue diluyendo hasta llegar a la anémica presencia que tiene en la actualidad.
En ese marco, los priistas veracruzanos se reunieron en las goteras del edificio del Comité Directivo Estatal, donde Marlon Ramírez Marín, en su papel de dirigente, expuso que el PRI estaba diseñado “para ser gobierno, porque lo conocemos; somos el pueblo hecho partido, construimos este país, entendemos lo que necesita…”
Dijo también que los priistas se preparan para recuperar espacios; fue un discurso que bien pudo haber dicho antes de las elecciones de 2021, cuando a pesar de la alianza con PAN y PRD, al tricolor le fue como en feria.
El dirigente no evitó tocar el tema de las traiciones en el partido; expuso que “la militancia no va a soportar que la gente que se sirvió del partido, ahora argumente traiciones y olvidos, cuando aquí se les ha dado todo”.
Se trató de una reunión para cumplir, para no dejar pasar la fecha, aunque los propios priistas saben perfectamente que su partido está desdibujado en Veracruz; que representa cada vez menos; y que su votación va en caída libre desde 2016, año en que perdieron no sólo la gubernatura del Estado, sino la mayoría en el Congreso local, para un año después, en las elecciones de 2017, ser derrotado en 169 de los 212 municipios en disputa –sólo ganó 40 en alianza con el Partido Verde y 3 en solitario–.
El evento fue útil para observar el doble discurso de la dirigencia estatal, porque mientras ha reiterado el rechazo a quienes traicionaron al partido, sumándose en abierto o bajo la sombra a otras fuerzas políticas, también ha cobijado a personajes camaleónicos. Uno de esos casos es el del ex alcalde de Perote, Guillermo Franco Vázquez, a quien Marlon Ramírez intentó imponer como abanderado a la alcaldía de Altotonga en el proceso de 2021.
En la más reciente contienda interna para la dirigencia estatal, este personaje se sumó al proyecto de Marlon Ramírez, quien ya instalado en el cargo evidenció una especie de obsesión por desgastar al grupo de José Francisco Yunes, hegemónico en esa zona.
Ramírez Marín intentó imponer a Guillermo Franco como candidato a la alcaldía de Altotonga y al no lograr ese objetivo, habría alentado a dicho personaje a participar con las siglas del PRD; se fue al sexto lugar en una contienda en la que el PRI, con Juan Ignacio Morales, ganó sin mayores problemas.
Hoy, cuando está a punto de terminar el proceso de 2021 –aún faltan las elecciones extraordinarias en 4 municipios– Franco Vázquez se pasea en los pasillos del comité del partido, a pesar de las reiteradas declaraciones de las dirigencias estatal y nacional en rechazo a quienes señalan como traidores; y a pesar, también, de que los estatutos del partido, en su Artículo 250, establecen como un motivo de expulsión promover y apoyar a candidatos de otros partidos.
Guillermo Franco sabe que mientras cuente con el cobijo de Marlon Ramírez, no tendrá mayores problemas al interior, al menos hasta que llegue un dirigente que sí conozca su escaso peso político; de hecho, en el evento priista, al ex alcalde de Perote se le observó arropado por gente del Comité Estatal; por un alcalde despistado y una diputada federal. Y luego se preguntan por qué enfrenta el PRI tanto rechazo social. @luisromero85