Con una profundidad mayor a los 2.5 km y un diámetro superior a los 200 km, el cráter Chicxulub, ubicado en México, es reconocido como el más grande y mejor preservado en todo el planeta. Además de estos títulos, también podría ser la huella del meteorito que provocó la extinción de los dinosaurios hace 65 millones de años, según diversos estudios.
Se encuentra justo al norte de la península de Yucatán. Durante la década de los sesenta, los físicos e ingenieros de PEMEX, Antonio Camargo y Glen Penfield, encontraron ciertas anomalías en la región.
Años más tarde, en 1991, científicos de la UNAM y la NASA decidieron analizar muestras de los pozos perforados por PEMEX. Esto ayudo a determinar la dimensión del cráter, el cual tenía más de 2 kilómetros de profundidad. La estructura del cráter es compleja, ya que está conformada por múltiples anillos y su centro se encuentra a unos cuantos kilómetros al este de Puerto Progreso.
Según los científicos, debido al impacto, hubo una deformación en la corteza de la tierra, lo que provocó un colapso del borde de la plataforma continental, y con ello se formaron una especie de rocas, conocidas como brechas carbonatadas o brechas de impacto, estas acumularon grandes cantidades de hidrocarburos, lo que dio origen a los yacimientos de petróleo en la zona de Campeche y Tabasco.
El meteorito que acabó con los dinosaurios
Hace millones de años, el planeta fue marcado por una gran catástrofe global: el impacto de un meteorito de más de 10 km de diámetro. Suceso que desencadenó la quinta extensión masiva, la cual acabó con cerca del 75% de las especies existentes, entre las que se encontraban los dinosaurios que dominaron el planeta por 180 millones de años.
Muchos estudios sobre este impacto señalan que el meteorito contactó la tierra a una velocidad de 72 mil kilómetros por hora.
Se cree que al entrar en contacto con la atmósfera de la tierra e impactar, se generaron temperaturas cercanas a los 18 mil grados centígrados. La energía antes del impacto es equiparable a un estallido de 100 millones de megatoneladas de dinamita, o la potencia de cinco mil millones de bombas atómicas.
El imparto del meteorito causó cambios muy bruscos en la tierra. Se generaron tsunamis que alcanzaban los 300 metros de altura. Las rocas pulverizadas por el impacto quedaron suspendidas en la atmósfera, lo que obstruía la luz solar, provocando un efecto de ‘invierno nuclear’ que provocó el descenso en las temperaturas globales, evitando que las plantas hicieran fotosíntesis.
¿Qué pasó con los animales?
La fauna sufrió grandes cambios, ya que reptiles de mayor tamaño se extinguieron para dar paso a mamíferos más pequeños que, con el paso del tiempo, terminaron evolucionando a las especies que conocemos hoy en día, incluyendo al ser humano.
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