Júpiter emite rayos X en longitudes de onda de alta energía: emanadas de las auroras permanentes del planeta gigante, y detectadas por el telescopio de rayos X NuSTAR de la NASA, las emisiones son la luz más energética identificada hasta el momento que provenga de cualquier planeta en el Sistema Solar, con excepción de la Tierra.
Un nuevo estudio desarrollado por un grupo de investigadores estadounidenses y liderado por la Universidad de Columbia ha detectado poderosas emisiones generadas a partir de las auroras de Júpiter: el gigante gaseoso emite rayos X de alta energía, que constituyen la luz más energética producida por un planeta del Sistema Solar que no sea la Tierra.
Los científicos aún desconocen las causas reales del fenómeno, aunque saben que los campos magnéticos giratorios de Júpiter pueden acelerar las partículas. Sin embargo, no entienden completamente cómo alcanzan velocidades tan altas. Según la nueva investigación, dirigida por la especialista Kaya Mori y recientemente publicada en la revista Nature Astronomy, ahora intentarán determinar qué procesos fundamentales producen naturalmente partículas tan energéticas.
Auroras cargadas de energía
Se sabe que tanto la Tierra como Júpiter emiten luz cuando sus magnetosferas (los “escudos” magnéticos que los protegen) canalizan partículas cargadas desde el espacio hacia ambos polos de los planetas, y esas partículas impactan con la atmósfera. Así se producen las auroras, que en nuestro planeta embellecen el cielo nocturno con colores fluorescentes. Sin embargo, en Júpiter este fenómeno es más dramático: a diferencia de la Tierra, en donde las auroras son intermitentes, en el planeta gaseoso son constantes y más poderosas.
Según una nota de prensa, los datos obtenidos durante un período de tres años por el telescopio de rayos X NuSTAR de la NASA han permitido capturar la radiación de mayor energía jamás registrada en Júpiter, precisamente producida por sus auroras. Pero los rayos X de alta energía identificados a partir de las auroras de Júpiter parecían contradecir lo registrado en su momento por la misión Ulysses, un proyecto conjunto entre la ESA y la NASA que no detectó ningún rayo X joviano en sus casi tres décadas de operación, entre 1990 y 2009.
Luego de comparar la información de NuSTAR con los datos de electrones obtenidos por una segunda sonda, la nave espacial Juno de la NASA, los científicos comprobaron que Ulysses había pasado por alto los rayos X de alta energía porque la luz caía más allá del límite de sus posibilidades de detección. Al mismo tiempo, las simulaciones realizadas permitieron demostrar que los electrones que fluyen hacia los polos de Júpiter produjeron los rayos X, aparentemente generados por la interacción con la luna volcánicamente activa del gigante gaseoso, Ío.
Ío es el satélite galileano más cercano a Júpiter, descubierto en 1610. Presenta la menor cantidad de agua entre todos los objetos conocidos del Sistema Solar. Dispone de un diámetro de 3.600 kilómetros, siendo la tercera luna más grande del planeta gaseoso.
Bombardeado por su luna
De acuerdo a lo explicado por los investigadores, Ío está “bombardeando” constantemente a Júpiter con partículas cargadas de erupciones volcánicas en su superficie. Dichas partículas impulsan la mayor parte de la emisión de rayos X que pudo apreciarse. Por el contrario, en la Tierra la principal fuente de iones proviene de las tormentas solares periódicas, por eso nuestras auroras no son permanentes como las de Júpiter.
Al mismo tiempo, como se indica en un artículo publicado en Science Alert, Júpiter posee un enorme campo magnético, que gira a extrema velocidad. Al sumar estas dos características, la magnetosfera del planeta actúa como un acelerador de partículas gigante, haciendo posible las emisiones de alta energía.
Para concluir, los investigadores explicaron que el campo magnético de Júpiter es 20 veces más fuerte que el de la Tierra, siendo el más poderoso del Sistema Solar. En consecuencia, si el campo magnético de Júpiter fuera visible en su punto más ancho desde la Tierra, parecería tres veces más grande que nuestro Sol o nuestra Luna. De esta manera, Júpiter alcanza un poder sin comparación para acelerar y enfocar partículas cargadas.
El Periódico
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