En 1984 uno de los agentes de la PGR que investigaba el asesinato del periodista Manuel Buendía me dijo. “El problema al que nos enfrentamos es que todos lo querían matar. La CIA, los Tecos de la UAG, gobernadores y ex gobernadores, caciques, líderes sindicales, diputados y ex diputados, jefes y ex jefes policíacos. Se cuentan por racimos los sospechosos porque todos querían matar a Manuel”.
En Veracruz las cosas no son tan complejas porque todo mundo sabe dónde se cocinan las intimidaciones, calambres, chantajes y cosas más gruesas contra los comunicadores. Pero no es ahí donde investigan las autoridades judiciales.
Lo único que le falta al bodrio-video que circula desde ayer en las redes donde se amenaza de muerte a varios periodistas, entre ellos a este servidor lector, es el nombre de los autores, porque sus huellas están en el propio video, lo mismo que el sello de la casa. Y es que hasta para eso son burdos.
No se vale que quienes protestaron proteger la seguridad de la ciudadanía, la engañen y amedrenten con esa bazofia. Con el bodrio-video lo único que hicieron fue pintarse de cuerpo entero y confirmar ante los veracruzanos, por si alguna duda quedaba, quiénes son los que le están haciendo un daño irreparable a Veracruz.
En lo personal no pienso hacerles el caldo gordo, simplemente seguiré haciendo mi chamba. Y una parte sustantiva de ésta es denunciar desatinos, abusos de poder, corrupción y represión.
Al margen de la amenaza y pasando a cosas más agradables, no quiero cerrar esta columna sin manifestar con largueza mi agradecimiento por su solidaridad a los compañeros de Artículo 19 y de la CEAPP (Sólo una acotación a la CEAPP sobre su comunicado donde condenan “las campañas de desprestigio y desinformación en las que se hace mención de diferentes comunicadores de Veracruz”. Me extrañó que no hayan dicho nada sobre la amenaza que recibimos).
También agradezco el apoyo y solidaridad de mis compañeros y amigos del Grupo de los Diez y de la Asociación de Comunicadores de Veracruz.
Siempre he presumido de tener amigos y compañeros de oficio en casi todo el país, pero nunca imaginé que fueran tantos.
Gracias a los que se tomaron la molestia de hablarme o enviarme mensajes de varias partes de la República; gracias a los se comunicaron vía WhatsApp (Berna soy Fulano de Tal del medio Zutano ¿me puedes tomar una llamada?), y que sin conocerme personalmente se mostraron solidarios.
Gracias también a mis lectoras y lectores por sus palabras de aliento.
A todas y todos, de corazón gracias.