Cuando nos emocionamos, cuando sentimos miedo o frío es común notar que la piel se eriza. Un fenómeno que llamamos popularmente como ‘piel de gallina’ y cuyo término científico es piloerección, en el cual los músculos que se encuentran tocando cada folículo de donde nace cada pelo que recubre nuestra piel (piloerector) se contraen, provocando que el vello se eleve y provocando una pequeña protuberancia alrededor.
Pero, ¿por qué ocurre esto de forma involuntaria ante eventos tan opuestos como la alegría, el frío y el miedo?
Científicos desde Charles Darwin han relacionado esta respuesta, provocada por el sistema nervioso simpático, con un vestigio evolutivo de nuestro cuerpo. Una reacción similar a la que tienen los animales cuando se sienten amenazados y levantan los pelos, especialmente de su lomo, para parecer más grandes. Algo que también hacen cuando están excitados jugando.
De acuerdo con el medio Hipertextual, a ello se le suma además otra utilidad que el cuerpo humano y el de los mamíferos desarrolló: erizar el pelo también hacía que el aire quedara concentrado en torno a nosotros, haciendo posible calentarse levemente ante el frío.
Lógicamente, para los humanos estos mecanismos ahora no tienen mayor valor que una reacción expresiva al no tener suficiente pelo como para parecer más grandes o proporcionar protección ante el frío.
Sin embargo, la piel de gallina no solo aparece ante estos dos factores. La piel también puede erizarse ante una canción que trae recuerdos especiales o la victoria de un equipo favorito. Reacción que puede estar vinculada a cambios hormonales.
La ciencia liga el mecanismo directamente con la segregación de adrenalina, la misma hormona de la excitación y los impulsos que nos pone alerta ante amenazas, también nos hace excitarnos de este modo al escuchar una canción que nos transmite una melancolía especial.
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