Más allá del discurso político y la propaganda oficial, el Presupuesto de Egresos de la Federación es el que delinea el país que se pretende construir a partir de cómo se gastará el dinero que el gobierno recauda por la vía de los impuestos.
La aprobación del Presupuesto 2022 vino a confirmar que luego de tres años en el poder, el gobierno de la 4T no logra entender el funcionamiento básico de la economía: para que el gobierno pueda cumplir con sus programas sociales, necesita dinero. Para que haya más dinero, debe garantizarse una mayor recaudación, la cual sólo se logrará si crece el número de empresas y contribuyentes activos.
Por ello, la decisión de la mayoría morenista de cancelar cualquier incentivo a las pequeñas y medianas empresas, así como eliminar del gasto público el fomento a la productividad y la competitividad, ratifica que el Presupuesto 2022 es la ruta más corta del populismo hacia la inflación y la pobreza.
La madrugada de ayer domingo, Morena y sus aliados en el Congreso aprobaron un gasto público estimado para el año próximo por 7 billones 88 mil 250 millones de pesos; se trata de la cifra más alta de presupuesto en la historia. Esta cantidad supone un incremento de 8.5% en términos reales con respecto al presupuesto de 2021.
Esto podría ser una buena noticia si hubiera un sustento sobre el origen de estos recursos o si este aumento sirviera para reactivar la economía de la pos pandemia, pero no. Frente al optimismo desmesurado de la administración de López Obrador, la terca realidad tiene otros datos.
El próximo año, el gobierno federal destinará apenas unos 3 mil 500 millones de pesos al fomento económico, una cifra muy inferior a los 15 mil millones de pesos que se ejercieron en promedio durante todo el sexenio anterior. No se trataba de rescatar a las empresas, sino de garantizar la inversión para fortalecer la recaudación y los ingresos fiscales, es decir, la fuente de ingresos del gobierno.
Los errores económicos del cuatroteísmo ya tienen consecuencias. En el último mes tuvimos un repunte de la inflación que alcanzó una tasa anualizada del 6.5%, la más alta en los últimos 20 años. Con ello se pulverizó el aumento al salario mínimo y nos ha obligado a todos los mexicanos a pagar por bienes y servicios cada vez más caros.
Pero los yerros del Presupuesto 2022 no se reducen sólo a la economía sino también a la impartición de justicia, los derechos humanos, la educación, la prevención de la violencia contra las mujeres, la atención a los migrantes, la ciencia y tecnología, la justicia o la protección del medio ambiente. En el México de la post pandemia no habrá recursos para apoyar a empresas, a poblaciones vulnerables y recuperar la infraestructura escolar para el regreso a clases.
En cambio, los programas sociales de corte electoral, la alimentación de la triada de elefantes blancos (Tren Maya, Santa Lucía y Dos Bocas), los rescates de Pemex y CFE para producir energía cara y sucia, así como la militarización de la Guardia Nacional devorarán el Presupuesto mientras niños con cáncer siguen esperando el abasto de sus medicamentos.
La impartición de justicia es otro despropósito del Presupuesto 2022. Morena decidió quitar al Poder Judicial 3 mil millones de pesos, 2 mil 935 al Consejo de la Judicatura y 65 millones a la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Este recorte se da en un país donde de cada 100 delitos que se cometen, solo 6.4 se denuncian; de cada 100 delitos que se denuncian, solo 14 se resuelven, lo que quiere decir que la probabilidad de que un delito cometido sea resuelto en nuestro país es tan sólo de 0.9% (Fuente: Impunidad Cero).
Sin embargo, el cuatroteísmo rechazó de manera sistemática cualquier modificación, bajo la reiterada consigna presidencial de no cambiarle “ni una coma”. Morena no aceptó una sola de las mil 994 propuestas de modificación presentadas por los diversos grupos parlamentarios, convirtiendo el debate en un larguísimo monólogo sordo, ciego y mudo.
Estamos ante una paradoja vergonzosa: la arrogante y autoritaria mayoría del partido en el poder frente al resto de los partidos políticos y, al mismo tiempo, la sumisa obediencia frente al Presidente.
La falta de acuerdos y la exigencia de una sola visión dinamitaron puentes para lograr un Presupuesto 2022 incluyente. Sin embargo, eso no pasará con las reformas constitucionales que requieren de mayoría calificada. La votación de ayer domingo -273 votos a favor y 214 en contra- está muy lejos de los 334 sufragios necesarios para ello.
De continuar así, las reformas a la Constitución propuestas por el Presidente -la contra reforma energética entre ellas- podrían estar viviendo sus últimas horas.
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