La Central Nuclear de Laguna Verde (CNLV), la única que opera en México, volvió a sufrir desperfectos serios el 30 de octubre que llevaron a su paralización temporal, según documentos obtenidos por EL PAÍS. Esta vez, la Unidad 2, uno de los dos reactores de la estación, sufrió una pérdida de electricidad externa (LOOP, en inglés) por la inoperabilidad de uno de los transformadores eléctricos principales de la generadora.
El reporte de condición 112.318, un documento que detalla fallas surgidas en la planta y consultado por EL PAÍS, indica que a las 19.53 del sábado 30 de octubre se produjo el “disparo” (aceleración) del transformador que desencadenó el LOOP y por lo cual entraron en operación los tres generadores diésel de emergencia que posee Laguna Verde. “Los operarios tuvieron que utilizar lámparas de mano y de sus celulares para trabajar. Se generó muchísima contaminación radiactiva”, relató a EL PAÍS un trabajador que, por seguridad, solicitó el anonimato.
Asimismo, quedaron fuera de funcionamiento los instrumentos de control de aire (CIA, en inglés), que proveen de aire a presión para operar equipos relacionados con la seguridad en el edificio del reactor, y todos los sistemas de emergencia, vitales para la seguridad de la planta, se quedaron sin energía.
El LOOP ocasionó la indisponibilidad del programa de búsqueda e impresión de documentos, como manuales, procedimientos y diagramas, “un contratiempo vital para la recuperación de los sistemas de la unidad”, por lo cual “nos fue imposible ser eficientes” durante la contingencia, revela el reporte de condición 112.357, obtenido por EL PAÍS.
Posteriormente al paro, personal de la CNLV detectó derrame de agua contaminada a las 21.00 proveniente de los sistemas de drenaje de equipo y desechos radiactivos en tres niveles del edificio de la U2 y cuya medición de radiactividad arroja niveles altos, según el reporte de condición 112.322, consultado por EL PAÍS. Por ello, los técnicos de protección radiológica procedieron a reducir la polución.
Es la segunda vez en menos de un año que la CNLV padece una falla similar, pues en diciembre pasado registró un LOOP por la salida de operación de un transformador auxiliar, que regula corriente del sistema eléctrico hacia dentro y fuera de la central nuclear. La falla provocó la aceleración de un autotransformador eléctrico -una de las fuentes vitales de suministro eléctrico de la planta-, lo que provocó que la alerta se encendiera en naranja.
Durante su funcionamiento normal y el proceso de recarga de uranio, la planta utiliza un monitoreo por colores que indica los grados de peligro de derretimiento del núcleo o componentes desconectados (una nomenclatura que adapta los estándares utilizados por la Comisión Regulatoria Nuclear de Estados Unidos). El verde significa que los sistemas funcionan sin problemas. Pero el color rojo indica una operación con alto grado de inseguridad.
La NRC estadounidense señala que un LOOP es un contribuyente importante al riesgo total en estaciones atómicas. Además, puede representar un impacto negativo sobre la capacidad de una central para alcanzar y mantener condiciones de apagado seguro. El físico Rubén Dorantes, investigador de la Universidad Autónoma de México (UAM), comenta a EL PAÍS que se trata de un incidente serio. “Esos eventos son de alta preocupación. Cada vez que la planta tose, es para preocuparse, porque es una planta de más de 40 años. Preocupa mucho el mantenimiento que recibe, por los recortes presupuestarios”.
Los equipos de transformación de Laguna Verde, que posee dos reactores que generan cada uno 810 megavatios y que representa 4% de la capacidad eléctrica instalada de México y 2% de la generación total del país, acumulan un historial de desperfectos.
Sistema defectuoso
En el tercer cuatrimestre de 2019, un transformador principal quedó fuera de operación, por lo cual ambos reactores de la estación estuvieron en una condición de riesgo amarillo, según consigna el expediente de inspección OR-04/19-LVl, revisado por EL PAÍS. El 25 de junio de 2020 ocurrió un “disparo” de un transformador principal de la U2, por lo cual entró en operación un generador diésel de emergencia, como consta en el expediente de inspección OR-02/20-LV2, consultado por EL PAÍS. En julio último, la U2 registró un paro de emergencia debido a la subida de temperatura por arriba de los 65 grados centígrados en el contenedor primario, según lo reportó un medio digital de Veracruz.
La avería ocurre a casi dos meses de que Héctor López Villarreal pasara de la gerencia de la planta a la coordinación nuclear, puesto cuya creación sugirió la Asociación Mundial de Operadores Nucleares (WANO, por sus siglas en inglés), el club de propietarios de centrales atómicas y a la que pertenece la Comisión Federal de Electricidad (CFE). A pesar de varios intentos de contacto, la CFE no respondió a la consulta de EL PAÍS.
Por si fuera poco, la U2 acumulaba 10 días de paro no programado por vibraciones de una turbobomba y falla del sistema de enfriamiento del pozo seco -el área entre la vasija del núcleo y el contenedor primario de concreto que la protege-, según una bitácora de paro del 1 de noviembre revisado por EL PAÍS.
El desperfecto se suma a la galería de fallas que la generadora ha padecido desde septiembre de 2020, como en una bomba del Sistema de Agua de Servicio Nuclear, que abastece de líquido a la estación; la pérdida de electricidad externa y fuga de diésel en un generador de emergencia. Esas averías implicaron que la CNLV cayera en tres alertas naranja.
A agosto último, la U2 estaba cerca de igualar el registro de eventos reportables de 2020 –12 contra 13– mientras que el reporte de la U1 es 12 y 8, en ese orden, según datos obtenidos por acceso a la información pública. La CFE asumió alcanzar en 2021 “un desempeño de excelencia” y situarse en el mejor cuartil de las plantas evaluadas por WANO, metas que bajo la óptica de los resultados mostrados aún permanecen lejanos.
La CNLV, a la cual la Secretaría de Energía le extendió la licencia de operación en julio de 2020, durante la pandemia, por otros 30 años, figura entre las peor evaluadas por esa asociación privada, por la cantidad de paros no programados, niveles de eficiencia, pérdidas forzadas de energía y la exposición de trabajadores a radiación.
Emilio Godoy-El País-AVC
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