Aunque el origen de los primeros seres vivos puede rastrearse mediante el registro de fósiles, conocer cómo se originó la vida y cuál es el eslabón perdido entre la química y la biología continúa siendo tema de gran de debate. Ahora, un estudio publicado en la revista Nature Communications podría resolver esta antigua pregunta de la ciencia.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Hiroshima, en Japón, ha desarrollado en el laboratorio una partícula microscópica similar a la que pudo existir en el caldo primitivo que originó la vida en la Tierra hace aproximadamente 4.000 millones de años.
Los científicos japoneses observaron que esta “protocélula con apariencia de gotas diminutas” tiene la capacidad de nutrirse y autorreplicarse.
En la década de 1920, Aleksandr Oparin, bioquímico ruso, postuló la hipótesis de que la vida surgió a partir de moléculas basadas en el carbono que luego formaron compuestos más complejos (polímeros). El proceso fue llamado la evolución química. Sin embargo, en los años 60, la teoría del mundo del ARN desplazó a esta, puesto que indicaba que los genes antecedieron a los polímeros. Así, las moléculas ARN fueron las principales candidatas por su capacidad catalizadora.
Sin embargo, en un comunicado de prensa, Muneyuki Matsuo, uno de los autores del estudio citado, sostuvo que un “mundo de gotas” primigenias puede ser una descripción más precisa del origen de la vida que un mundo de ARN.
Matsuo junto a Kensuke Kurihara, coautor de la investigación, denominaron a estos diminutos glóbulos como gotas coacervadas (GC), un término propuesto por Oparin que representaba las protocélulas. Según el bioquímico ruso, estas tenían su origen en la acumulación de moléculas complejas como proteínas y aminoácidos.
¿Cómo se formaron estas gotas ‘casi’ vivas?
La pareja de científicos sintetizó derivados de aminoácidos. Estos, al ser sometidos a condiciones de agua a temperatura ambiente bajo presión atmosférica, se condensaron y organizaron en péptidos; es decir, moléculas con dos o más aminoácidos.
Estos péptidos se congregaron en gotas de manera espontánea, las cuales crecieron en tamaño y número al nutrirse de más aminoácidos. Asimismo, el equipo halló que las gotitas podían concentrar ácidos nucleicos (material genético) y, si portaban esta característica, eran más capaces de sobrevivir.
Por ahora, ambos científicos esperan continuar investigando el proceso evolutivo desde derivados de aminoácidos hasta células vivas primitivas.
larepublica.pe
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