Apenas supieron lo que trae la Reforma Eléctrica de López Obrador, el PAN y el PRD fijaron su postura con un rotundo no. Pero se pusieron en guardia sobre la respuesta que daría el PRI cuyos diputados (a excepción del veracruzano José Yunes Zorrilla que votó en contra), votaron junto con Morena a favor de la Ley Orgánica de la Armada de México que le otorga funciones que constitucionalmente no le corresponden.
Y sucedió lo que temían, el líder nacional del tricolor Alejandro “Alito” Moreno, anunció dubitativo que su partido “analizaría y reflexionaría” los alcances de la Reforma, lo que de inmediato alborotó el avispero.
Por esas cosas que tiene la vida los votos del PRI harán que la Reforma pase o se vaya a pique. Pero si la apoya morirá en ese instante su alianza con el PAN y PRD para el 2024.
Mientras López Obrador dijo que el PRI tiene la oportunidad histórica de optar entre el salinismo o el camino de Cárdenas y López Mateos, el coordinador de los diputados del PAN, Jorge Romero, le enseñó a Alito la ramita de laurel a la vez que lanzaba la amenaza: “Si en los hechos vamos a funcionar como alianza legislativa, en los hechos seguiremos funcionando como alianza legislativa y electoral. Pero si la situación es distinta, distinto será también en resultado”.
A ambos contestó el priista con cierta virulencia. “Nadie presiona al PRI, nadie. Lo que hemos propuesto es ir a la amplia discusión porque no hay prisa. ¿Cuál es la prisa? Vamos a discutir, tenemos que escuchar todas las voces y en su momento el PRI con sus legisladores emitirá su voto”, pero pocos le creyeron.
Y es que por encima de las mesas de diálogo, por encima de lo que digan científicos, expertos y la sociedad civil, la voz que cuenta es la de él y lo sabe. Si dice que como resultado de esas reuniones darán su voto a la Reforma, buena parte del priismo nacional se le irá encima y quizá sufra un cuartelazo.
Pero si dice que su partido votará en contra, quien se le irá encima será Andrés Manuel.
El domingo anterior el diputado federal José Francisco Yunes Zorrilla advirtió en sus redes sobre la patraña presidencial: “Después de una primera revisión a la iniciativa de reforma constitucional en materia eléctrica, ésta cancela la competencia en perjuicio del usuario, genera incertidumbre al suprimir reguladores y contratos previos y compromete las finanzas públicas y la inversión en el sector”. Con lo que se da por descontado que votará en contra.
Y este martes la senadora Claudia Ruiz Massieu, dijo que no ve con simpatía la Reforma y no la respaldará porque le regresa el monopolio a la CFE, que ya no tiene la capacidad de generación de energía que requiere el país.
En el noticiero de Ciro Gómez la legisladora vaticinó que habrá apagones, aumento en las tarifas, menos empleo, menos crecimiento económico, menos desarrollo, además de un cúmulo de litigios de inversionistas y de Estados con los que México tiene acuerdos de libre comercio e inversión.
La Reforma se votará el próximo mes, lector. Y mi vaticinio es que si Alejandro Moreno sigue estirando la liga le reventará en la cara.
Debe definir su postura ahora y debe ser viendo por los intereses de su partido, porque de lo contrario estará traicionando al PRI y a él mismo.
A principios del 2018 como gobernador de Campeche, dijo que en esa entidad se marcó un antes y un después de la Reforma Eléctrica, ya que más de 180 millones de pesos del Fondo de Servicio Universal Eléctrico beneficiarían a 238 comunidades, lo que permitiría alcanzar en ese año el 99 por ciento de cobertura eléctrica en el estado.
“Campeche está avanzando y es punta de lanza en el desarrollo y transformación del sector energético”, dijo entonces.
Es inverosímil que tres años después, le falle tan feo la memoria y no recuerde el furor con que aplaudió la Reforma de Enrique Peña que quiere borrar Andrés Manuel, con la que está proponiendo al Congreso.