Los científicos de la Universidad de Florencia han encontrado evidencia descubriendo el origen de la civilización etrusca mediante su genoma y, que además, no eran de origen asiático, refutando la versión de que esta civilización procedía del Mediterráneo oriental.
Los paleo genetistas analizaron el ADN de 82 individuos de Etruria y del sur de Italia, que vivieron entre el 800 a. C. y el 1000 d. C., y descubrieron el origen de los etruscos, la gran civilización que habitó en el primer milenio antes de Cristo en el centro de la península de los Apeninos. A pesar de tener una cultura e idioma diferente, los científicos descubrieron que el pueblo etrusco es genéticamente muy cercano a los itálicos.
Durante la Edad del Hierro y de la República Romana, los etruscos se mantuvieron genéticamente homogéneos hasta que comenzó la afluencia de personas del Mediterráneo oriental durante el Imperio romano.
Las inscripciones más antiguas conocidas en etrusco, que era una lengua aislada no indoeuropea, se remontan al siglo VIII a. C. Las ciudades de este pueblo, unidas por un lenguaje e ideas religiosas comunes, nunca formaron un Estado unificado. Sin embargo, entre los siglos VII y V a. C. 12 ciudades etruscas establecieron el liderazgo político y cultural sobre un vasto territorio comprendido entre el valle del río Po hasta la Magna Grecia. CC /CP
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