La presencia de Nicolás Maduro en CDMX para la cumbre de la CELAC fue un golpe frontal contra la autoridad del canciller Marcelo Ebrard. Su equipo operó durante dos semanas para que Maduro no arribara a México y enviará en su lugar a su vicepresidente. En la lógica de la Cancillería, con el mandamás venezolano presente sería imposible buscar los acuerdos con los presidentes de centro-derecha de la región para remover a Luis Almagro de la OEA, que era el principal objetivo del foro.

El timing no pudo ser peor: el pasado viernes, o sea horas antes de la llegada de Maduro, el Gobierno de Estados Unidos actualizaba su oferta de recompensa por la captura de Maduro. Son 15 millones de dólares.

Por estas horas, con los resultados de una cumbre que bordean la intrascendencia, en el staff de Ebrard apuntan a la primera dama Beatríz Gutiérrez Müller como la artífice de la llegada de Maduro. Al igual que en el pleito con España y el Vaticano por la Conquista, la primera dama volvió a demostrar injerencia en el plano internacional y azuzó a Andrés Manuel López Obrador con la provocación de que si el PAN se puede fotografías con el líder del partido español Vox, el Gobierno bien resiste una postal con Maduro.

Un detalle: ese planteo tuvo cierto acompañamiento de Maximiliano Reyes, subsecretario para América Latina de la SRE y con vínculos excesivamente vidriosos con el régimen venezolano, según lo reveló el diario español El País.

El presidente siguió la recomendación marital y México se sumó así al listado mínimo de países donde Maduro se puede mostrar, todos de muy escasas credenciales en materia democrática. Las advertencias del sector más pragmático de su Gobierno no bastaron. Fuentes de Palacio deslizan que llegó a comparar su recibimiento a Maduro con las fotos de Carlos Slim y el presidente peruano Pedro Castillo.

El sector militar, de buen peso específico en la 4T, también exhibió malestar con la visita y tiene sentido: la Sedena está desde hace meses tras la pista de avionetas venezolanas que violan el espacio aéreo mexicano mientras el gobierno de Caracas no atina a dar la menor explicación.

En las próximas horas Ebrard realizará un control de daños con Washington. Así como debió operar la salida de México de Evo Morales (por que era requerido por la autoridad estadounidense) ahora deberá explicar el por qué de Maduro. Una provocación con consecuencias de momento difíciles de anticipar.

INFORMACIÓN La Política Online