Un nuevo estudio indica que las depresiones características del enorme asteroide Vesta no se habrían originado en forma simultánea con dos grandes impactos, sino a partir del agrietamiento de sus rocas y de las condiciones especiales de gravedad presentes en el asteroide. Según los astrónomos, Vesta contendría información clave sobre la formación de la Tierra y otros planetas.
Un equipo de investigadores planetarios de la Universidad de Georgia y del Centro Marshall de Vuelos Espaciales de la NASA ha explorado la edad relativa de las depresiones y cuencas de impacto a gran escala en Vesta, el segundo asteroide más grande de nuestro Sistema Solar.
El nuevo estudio sugiere que es probable que los valles y depresiones de Vesta se hayan formado por el agrietamiento de las rocas que conforman el planeta y no por el impacto con otros asteroides, como se pensaba hasta hoy. Los resultados también son importantes para comprender accidentes geográficos similares en otros cuerpos planetarios pequeños, ubicados en otras partes del Sistema Solar.
El asteroide, que podría ser clasificado como planeta enano en el futuro, orbita al Sol entre los planetas Marte y Júpiter. Vesta, como la Tierra, está compuesto de roca en su corteza y manto, además de poseer un núcleo de hierro. Debido a su gran tamaño y a la presencia de corteza, manto y núcleo, Vesta es considerado un planetesimal.
Los planetesimales son estructuras primarias a partir de las cuales se forman los planetas. Por lo tanto, estudiar Vesta nos ayuda a comprender los primeros días de nuestro vecindario planetario y cómo se formó nuestro propio planeta. El enorme asteroide fue descubierto el 29 de marzo de 1807 por Heinrich Olbers, un médico y astrónomo alemán.
Algo más que un gigantesco asteroide
Vesta parece ser más que un asteroide de grandes dimensiones: para algunos especialistas, atraviesa un período de transición en camino a convertirse en un nuevo planeta. Otras teorías lo califican como un «planeta inconcluso», o sea un astro que en un momento de su desarrollo detuvo su crecimiento por diversos factores.
Posee un diámetro principal de unos 530 kilómetros, ubicándose en consecuencia como el segundo asteroide más grande del Sistema Solar. Además, es el asteroide más brillante y el único en su tipo que, en determinadas ocasiones, puede llegar a ser apreciado a simple vista desde la Tierra.
Vale destacar que la estructura dispuesta en capas de Vesta es la característica que lo hace más similar a los planetas como la Tierra, Venus y Marte, en comparación con otros objetos ubicados en el Cinturón de Asteroides. ¿Por qué posee núcleo, corteza y manto?
De la misma forma que los planetas mencionados, Vesta contenía la cantidad necesaria de material radiactivo en su interior en el momento de su formación: esto hizo posible la liberación de calor y el derretimiento de las rocas, permitiendo que las capas más livianas «suban» hacia la superficie. Así se diferenciaron las distintas capas que componen su estructura.
Por efecto de la gravedad
Ahora, los científicos se han propuesto estudiar los valles y depresiones de Vesta, que aparentemente se formaron por la colisión de dos grandes asteroides. Según una nota de prensa, el nuevo análisis reinterpreta datos obtenidos en el marco de la misión Dawn, la sonda espacial lanzada por la NASA en septiembre de 2007 con la misión de estudiar dos de los tres protoplanetas conocidos del cinturón de asteroides: Vesta y Ceres.
En un estudio publicado recientemente en la revista Icarus, los científicos sostienen que como Vesta es mucho más pequeño que la Tierra, o incluso la Luna, presenta una gravedad más débil. Debido a esto, sus rocas se deforman y cambian de manera diferente cerca de la superficie con respecto a aquello que puede apreciarse en la Tierra.
Vesta posee dos grandes canales, cuya formación siempre ha sido un misterio. Las teorías predominantes hasta el momento indican que estas depresiones o valles son producto de dos impactos masivos de asteroides: se trata de los eventos conocidos como Rhea Silvia y Venencia. Sin embargo, no ha podido comprobarse hasta el momento si la conformación de los valles fue simultánea con los mencionados impactos.
Para los expertos estadounidenses, la información analizada indica que las fechas de las colisiones no coinciden con el proceso de formación de las depresiones. En consecuencia, los valles de Vesta serían producto de un proceso especial de agrietamiento en las rocas que forman parte de su superficie, «moldeadas» con un estilo particular en función de las condiciones especiales de gravedad que existen en el protoplaneta.
Los accidentes geográficos se habrían originado de forma independiente a los impactos, aunque por supuesto es innegable la «huella» que los mismos dejaron sobre Vesta. ¿Qué otros misterios de Vesta se podrán resolver en el futuro? Por lo pronto, se trata sin dudas de uno de los astros que puede darnos más respuestas en cuanto a cómo se ha formado la Tierra y otros planetas del Sistema Solar.
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