Veracruz es una entidad privilegiada al contar con el arribo de tortugas marinas a sus costas, espectáculo que pocos estados tienen y que los campamentos tortugueros se encargan de cuidar y preservar, “es una herencia para las nuevas generaciones”.

En las costas de Veracruz hay 20 campamentos tortugueros distribuidos de norte a sur, de los cuales unos siete cuentan con el respaldo de alguna fundación o institución, como Conanp, Sedema y el Acuario de Veracruz, y el resto se autofinancia.

Pero además desde Tamiahua a Tuxpan, Chachalacas, Catemaco, todo el sur, ninguno cuenta con apoyo de gobierno federal, estatal o municipal, “no tienen recursos, ahí depende de cómo vayan trabajando y como se organizan”, señala la bióloga Concepción Linares Márquez, encargada del Programa de Difusión y Educación Ambiental del Campamento Tortuguero Santander, ubicado en la localidad del mismo nombre, municipio de Alto Lucero.

Pero además aunque se contara con recursos de programas federales, estos no bajan directamente a los campamentos, sino a los ayuntamientos, problema que presentan a nivel nacional.

Adopta un nido

Este campamento, igual que los demás, se mantiene de donaciones y de la venta de artesanías, como collares, pulseras y playeras, que venden a quienes asisten a las liberaciones, se comercializan en la ciudad de Xalapa o con amigos en redes sociales, el 50 por ciento de las ventas es para el campamento.

Una nueva estrategia que van a lanzar para hacerse de recursos es la de “adopta un nido”, mediante la cual una persona o familia adopta un nido, da una donación y cuando se lleva a cabo la liberación se les invita como padrinos de las tortugas.

Estos recursos se invierten en la compra de malla ciclónica, mosquitera o de sombra, lámparas, impermeables, palas, pintura blanca y negra, además de papelería, entre otros artículos.

Personal voluntario

El Campamento Tortuguero Santander cuenta con 14 personas que colaboran en el cuidado de las tortugas marinas en forma voluntaria, sin recibir ninguna paga por su trabajo.

Los voluntarios vigilan que la tortuga cave el nido, desove, regrese al mar, los huevos se colectan, se llevan al corral, se marca el sitio y se realizan más recorridos para esperar el arribo de otras especies.

Además se cercioran de que no haya ningún depredador cerca de los nidos que se encuentran in situ, como perros de las casas de las comunidades, que son agresivos y agreden a los quelonios cuando desovan, incluso los matan.

Cuatrimoto

Además de la falta de apoyo oficial, a principios de este año la Secretaría de Medio Ambiente (Sedema), quitó al campamento la cuatrimoto que utilizaban para los recorridos de vigilancia de los nidos de tortuga a lo largo de siete a diez kilómetros de costa.

La justificación fue que le darían mantenimiento al aparato, sin embargo llegó agosto y ya no la regresaron y aunque se envió un documento para solicitar su devolución o su donación, la única respuesta fue que no servía y que la iban a dar de baja en control vehicular.

“Los recorridos ahora son caminando, no se suspenden, así esté lloviendo o haciendo norte, se realizan todos los días, hay guardias de dos a tres personas, de diez de la noche a ocho de la mañana”.

En el documento se les solicitó también otra cuatrimoto pero ya no hubo respuesta, “estamos a mitad de temporada, en agosto y septiembre tenemos repunte de desove y es muy necesaria”.

Cancelación de visitas

Este fin de semana el campamento anunció que debido al incremento de casos de coronavirus en el estado y el país, se cancelaban las visitas de familias a las liberaciones de tortugas.

Se tomó esta decisión debido al riesgo que presentaba el contar con visitantes de otras ciudades del estado y entidades vecinas, como Córdoba, Xalapa, Orizaba, Tlaxcala y Puebla, quienes se mezclaban con habitantes de comunidades y pueblos cercanos, que también son invitados a las liberaciones.

Estado privilegiado

La especialista destacó que por todo ello es necesaria la existencia de los campamentos, que además de proteger a las especies que arriban a las costas veracruzanas, también imparten a niños, niñas y adultos, pláticas de concientización y de todo lo vinculado al rescate de los recursos naturales de flora y fauna.

Y es que relató que cuando la gente ve una tortuga en la playa, se sube en ella, se toma fotografías y la manipulan, cuando es imprescindible no tocarla, respetar su entorno y dejarle concluir su ciclo natural, de acuerdo a la NOM-162-Semarnat, que indica los parámetros que se deben seguir cuando una tortuga desova.

En el campamento se han llevado a cabo talleres de separación de residuos sólidos y talleres de pintura, e incluso información sobre las tortugas marinas que llegan a desovar en el campamento, con el objetivo de generar una concientización ambiental entre la población.

Actualmente el Comité del Campamento Tortuguero Santander está integrado por 14 personas, con Lázaro González como presidente, Concepción Linares Márquez, secretaria, Fernando González, tesorero, y Salvador Guzmán, técnico.

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