El robot humanoide Pepper es ideal para desarrollar una arquitectura cognitiva del habla interna, según han averiguado científicos de la Universidad de Palermo.
Son muchos los autómatas diseñados como asistentes personales, para paliar la soledad, participar con sus argumentos en debates, acompañar a personas mayores e incluso oficiar ceremonias religiosas, pero el proceso detrás de cómo toman decisiones resulta un misterio para los usuarios cotidianos. Para mejorar la comunicación entre humanos y estos humanoides guiados por algoritmos, un grupo de científicos italianos ha realizado pruebas con el famoso robot Pepper.
El propósito era explorar los beneficios de una forma de habla interna robótica al hacer que un robot humanoide llamado Pepper hable consigo mismo mientras resuelve problemas, lo que también mejoró la capacidad de la máquina para completar tareas.
El robot Pepper fue lanzado por la firma japonesa Softbank en 2015 como el primer robot personal del mundo capaz de leer las emociones de las personas, además de mostrar sus propias emociones a través de una pantalla incorporada. La inspiración original del robot fue brindar un asistente personal para divertirse, crecer y hacer compañía, ya que tiene capacidad para el diálogo y para responder a las expresiones faciales de sus interlocutores.
Los científicos de la Universidad de Palermo exploraron al autómata para probar la arquitectura cognitiva del habla interna, un software basado en la forma humana de auto-diálogo como una herramienta psicológica, gracias a la que podemos hablar con nosotros mismos como vía para planificar, enfocar, razonar y, en última instancia, tomar mejores decisiones.
En las pruebas llevadas a cabo, Pepper demostró una mayor tasa de finalización de tareas cuando estaba armado con la capacidad de habla interna. Por ejemplo, tuvo que colocar una servilleta sobre una mesa, en un lugar contrario al que le habían enseñado a hacer. La contradicción lo condujo a hacerse preguntas y hablar consigo mismo. Finalmente dispuso el objeto en el lugar que solicitó el usuario, gracias a la arquitectura cognitiva del habla, que le permitió poner el foco en el dilema y alcanzar mayor transparencia.
“El enfoque hace que el robot sea diferente de las máquinas típicas porque tiene la capacidad de razonar, de pensar. El habla interna permite soluciones alternativas para que los robots y los humanos colaboren y salgan de situaciones estancadas”, dice la primera autora Arianna Pipitone. El propósito del proyecto apunta a mejorar la confianza entre humanos y robots, aumentando el rendimiento de las máquinas como colaboradores y asistentes personales.
La única desventaja de emplear este proceso de habla interior es que el robot puede demorarse más en completar las tareas solicitadas, siendo más ineficaz en determinadas circunstancias. En el futuro, experimentos como este pueden mejorar el rendimiento de nuestros amigos autómatas en campos como las aplicaciones de navegación o incluso robots médicos en quirófanos.
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