Si bien ningún país estuvo preparado para enfrentar una pandemia, México recibió a la COVID con un sistema de salud abandonado durante sexenios, con un déficit de 500 mil profesionales de la salud y solo 1.4 camas hospitalarias por cada 100 mil habitantes. Aunque hubo acciones emergentes en pleno periodo de contagio, no alcanzaron a subsanar los déficits.
Para entender el contexto y la cronología en las decisiones de salud pública, Animal Político revisó la situación del sistema de salud hasta 2019, las compras nacionales e internacionales de equipo, la contratación de personal sanitario y las protestas para demandar equipo de protección durante una pandemia que en 2020 cobró la vida de 335 mil mexicanos.
Un punto importante es que el presupuesto nunca fue problema, según reconocen funcionarios federales, y de hecho, ni siquiera se gastó todo lo disponible. Aunque había un presupuesto de 680 mil millones de pesos para el sector salud (IMSS, ISSSTE, la Secretaría de Salud, la Secretaría de Marina y Defensa Nacional y las aportaciones de salud para los estados) hasta octubre solo se había ocupado 68% de los recursos, de acuerdo con el análisis de México Evalúa.
Mientras que el mayor monto de compras de equipo médico e insumos para el sector salud se registró en abril, dos meses después del primer contagio en el país, lo cual explica que “la política de compras de emergencia del gobierno federal siguió una lógica de reacción y no de preparación y contención del virus”, sostiene el IMCO en su investigación Un año de compras de emergencia en México.
Déficit de médicos, la clave
En México había 5 mil ventiladores, el equipo indispensable para tratar a enfermos graves. Con las compras nacionales e internacionales sumaron otros 4 mil equipos entre marzo y junio, según la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Pero esto representó apenas 27% de las 33 mil camas de terapia intensiva que supuestamente fueron instaladas en todo el país como parte de la reconversión hospitalaria para atender a los contagiados graves, y que, estarían provistas de un ventilador, monitor y especialistas.
Durante el primer pico de la pandemia, el 1 de junio de 2020, por ejemplo, 11 mil 321 personas se encontraban hospitalizadas en terapia intensiva en 83 hospitales con ocupación mayor al 70%, de acuerdo, según el registro del sistema IRAG UCI de la Secretaría de Salud.
Pero aún si hubieran existido los equipos suficientes, ¿Quiénes sabían utilizarlos? Antes de la pandemia habían 44 mil 165 médicos con alguna especialidad, pero de ellos, apenas 8% eran internistas o urgenciólogos, los profesionales que podrían tratar a enfermos graves por un virus como la COVID.
Y aún más, el secretario de Salud, Jorge Alcocer, dijo que había un déficit de 200 mil médicos generales y 300 mil enfermeras en el país. Esto significaba que en México había 2.4 médicos por cada 100 mil habitantes, debajo de Cuba con 8.4 o Argentina con 4.
El gobierno federal intentó subsanarlo con la contratación emergente de personal médico, pero los 44 mil nuevos trabajadores de la salud que se contrataron en ese periodo, según la Secretaría de Salud, significó 8% del déficit, y no eran especialistas con entrenamiento.
Jun Ángel Rivera Dommarco, director general del Instituto de Salud Pública explica que el Estado mexicano no solo tuvo que atender la pandemia sino también al “enfermo que era el sistema de salud”, dotándolo de camas, ventiladores, aparatos y contratar personal, pero “es muy difícil contratar a personal capacitado para intubar, que es muy complicado. No basta con invertir con equipo, material, e infraestructura, sino el recurso humano”.
Esto se vio en la atención, pues de acuerdo con las estadísticas de fallecidos, uno de cada 5 murieron sin haber estado en cuidados intensivos y 29 de cada 100 fueron intubados. Ante esto Rivera Dommarco explica que “hay una mezcla de razones por las que muchos pacientes que probablemente se hubieran salvado si hubieran sido intubados, y eso también tiene que ver con calidad de atención. Había lugares donde posiblemente por falta de personal capacitado no se identificaron casos que hubieran requerido inmediatamente ser intubados”.
Además de la capacitación, también influyó el número de personal disponible para atender en cada hospital, pero en el país, además del déficit histórico de trabajadores de salud, también hubo bajas por fallecimiento, contagios o por vulnerabilidad.
De acuerdo con Amnistía Internacional, México fue el país donde había fallecido más personal sanitario, mil 320 hasta septiembre de 2020, y 100 mil habían sido contagiados. Las razones que explican esta estadística brutal, según ha acusado el personal sanitario, fue la falta de equipo de protección.
Desde el 15 de marzo, antes del primer fallecimiento por COVID-19 reconocido oficialmente, ya se registraba un brote de contagio entre personal del Hospital 7 del IMSS, en Monclova, Coahuila.
A partir de entonces y hasta octubre de 2020, las protestas del personal médico no cesaron en demanda de equipo de protección en hospitales de la Ciudad de México, el Estado de México, Tamaulipas, Guerrero, Veracruz, Hidalgo, Chiapas, Baja California. Incluso en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), la primera institución que atendió a los más graves al inicio de la pandemia.
Al iniciar la pandemia había alta demanda mundial de insumos que los encarecieron, y el problema que enfrentó México es que las fábricas que producían los equipos en el país detuvieron operaciones y, tampoco llegaba la materia prima que se hacía en otros países.
“No había operación suficiente ni material suficiente en México, por eso recurrimos a los productores masivos. En este caso el máximo productor es China”, explica Martha Delgado, subsecretaria de Relaciones Exteriores, en entrevista con Animal Político. Por eso se optó por un lograr por la vía diplomática un puente aéreo con China para la compra de insumos de abril a julio.
Desde febrero el Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI), a cargo de Juan Antonio Ferrer, determinó el volumen de compra de equipo de protección que el sistema de salud necesitaba para proteger a todo su personal y de ventiladores que debían ser comprados en el extranjero.
Y, de acuerdo con José Luis Alomía, director de Epidemiología de la Secretaría de Salud, se compró el equipo que se requería de acuerdo a los lineamientos elaborados por la Secretaría de Salud desde febrero, en los que previeron el tipo de equipo que debería usar cada elemento, desde quienes atenderían a pacientes en terapia intensiva hasta un médico familiar porque “el nivel de riesgo, no era igual”.
Alomía atribuye las protestas por demanda de equipo a “la percepción” del personal médico.
“¿Cuál fue el problema? Que personal que estaba en áreas de menos riesgo y por lo tanto solamente requerían el equipo de protección necesario y suficiente para esa actividad, (pero) querían el equipo de protección que tenía la persona que estaba en cuidados intensivos o intubando a un paciente. Entonces esa percepción es difícil de cambiar”, dijo en entrevista con Animal Político.
Sin embargo, durante todo el año, decenas de testimonios publicados en medios de comunicación de todo el país denunciaban que los pacientes contagiados llegaban a hospitales aunque no fueran COVID, y, por lo tanto, el personal se contagiaba e iniciaba la cadena de contagios, por eso ellos mismos tenían que comprar su equipo o hasta fabricarlo a falta de insumos en sus instituciones.
Además, México comenzó la pandemia con 89 mil camas hospitalarias entre todos los sistemas de salud (estatales, IMSS, IMSS Bienestar, ISSSTE, municipal, Pemex, Secretaría de Salud, Sedena, Semar y universitario).
Significó que había 1.4 camas por cada 100 mil habitantes, que ubicaba al país en el vigésimo lugar entre los países de América Latina y el Caribe, debajo de Cuba, con 5.2 camas; Argentina, con 5; Uruguay (2.8), Brasil (2.1), Chile (2.1), Colombia (1.7), Perú (1.6) y Ecuador (1.5), de acuerdo con el Panorama de la Salud 2020, realizado por la OCDE.
¿Qué compraron?
De enero de 2020 a febrero de 2021, las instituciones del sector salud gastaron 53 mil 341 millones de pesos (25% del gasto total de compras) en 16 tipos de insumos como equipo médico y refacciones; material de limpieza, laboratorio, medicamentos, productos químicos, prendas de protección, químicos básicos; servicios de investigación, de manejo de desechos, entre otros.
De acuerdo con el análisis “Un año de compras de emergencia en México”, realizado por el IMCO, abril de 2020 fue el mes con el mayor monto de compras: 18 mil 608 millones de pesos, seguido de marzo y mayo.
Aunque el presidente Andrés Manuel López Obrador y funcionarios del sector salud aseguraron al inicio de la pandemia que el gobierno estaba preparado para afrontarla, los datos “contrastan” con ello, pues aunque el primer reporte en China sobre la enfermedad fue publicado el 31 de diciembre de 2019, todas las compras realizadas antes de esa fecha no pudieron haber tenido relación con la atención de la pandemia.
“Las dependencias reaccionaron tarde ante la emergencia porque estas no aprovecharon los meses de gracia, como enero y febrero, para realizar las compras de preparación, pues las mayores compras se hicieron casi dos meses después del inicio de la pandemia, de marzo a mayo de 2020”, sostiene el análisis del IMCO.
En tanto, durante las primeras dos semanas de marzo la Secretaría de Relaciones Exteriores recibió la instrucción de gestionar la búsqueda y concretar las compras de los insumos médicos por la vía diplomática y sin que hubiera un tope presupuestal. “El presidente fue muy determinante en que tendría que financiarse inmediatamente”, explica Martha Delgado.
El primer vuelo del puente aéreo establecido con China para las compras llegó el 7 de abril y hasta el último, el 23 de julio, la suma de compras fue de mil ventiladores, un millón 679 cubrebocas KN95, 16 millones de cubrebocas quirúrgicos, 115 mil batas quirúrgicas y 302 mil googles, además de 1.3 millones guantes y 605 mil caretas, según el registro publicados en boletines de prensa.
Aunque la subsecretaria Delgado sostiene que las compras fueron mayores porque los equipos no solo llegaron en esos vuelos, sino que otros proveedores de China y otros países entregaron por otras vías.
Tomando en cuenta a los 177 mil 062 médicos del sistema de salud, significa que la compra internacional del principal aditamento de protección, el cubrebocas KN95, alcanzó para entregarles 9 piezas a cada uno, aunque en realidad el universo total de quienes trabajan en el sector salud ascendía a 964 mil personas, entre médicos, enfermeros, laboratoristas pasantes de medicina, enfermería, entre otros.
Y considerando que los cubrebocas N95 y KN95 tienen un periodo de vida de uso continuo máximo de 24 horas o de forma intermitente hasta por 48 a 72 horas, la dotación de 9 cubrebocas duraría a cada médico entre 9 y hasta 27 días, dependiendo su uso.
De acuerdo con la revisión al gasto realizado por el gobierno federal en materia de salud, hecho por México Evalúa, no se trató de falta de recursos, pues durante ocho meses de 2020 se gastó menos de lo que se tenía aprobado mensualmente en el presupuesto de salud que ascendió a 680 mil millones de pesos para ese año.
Esto significó que hasta octubre de 2020, el gobierno federal sólo había gastado 68% del presupuesto disponible para todas las instituciones de Salud como aportaciones a Seguridad Social para estados, el IMSS, el ISSSTE, la Secretaría de Salud, la Secretaría de Marina y Defensa Nacional.
Animal Político
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