En esta segunda parte de la conversación, David Pang habla de su formación —tanto formal como informal— en la Ciudad de México, de su llegada a Xalapa y de sus experiencias en JazzUV y en Jazz House.

Aulas y tablas

Además de estudiar en esta academia privada, también estaba yendo a unos cursos sabatinos que ofrece la Facultad de Música de la UNAM que en ese momento eran enfocados al jazz con el súper maestro saxofonista Remi Álvarez. Él vio mi compromiso y me alentaba bastante, me decía tocas muy bien, te perdono el pago del curso pero quiero que estés aquí porque yo sé que te interesa. Eso también fue muy importante.

Cuando entré a esa escuela, fui conociendo gente que está en la [Escuela] Superior [de Música] o en el medio musical y empecé armar ensambles para tocar, estudiar y conocer gente que tuviera la misma visión que yo: tocar y hacer que la gente que nos fuera ver se la pasara bien.

Entre el 2012 y el 2016, estuve tocando mucho con unos amigos en la calle para sacar dinero porque como yo había hecho el compromiso con mi papá de que iba a hacer algo de provecho con la música, dije pues no hay de otra, tengo que salir a la calle a tocar, y siento que también aprendí bastante, que fue como otra escuela. Nos poníamos metas, decíamos vamos a sacar tales standards cada vez que salgamos, vamos a tocarlos y a ver cuánto nos sale. Ahí empecé a darme cuenta que realmente podía ganarme la vida haciendo música porque a raíz de eso nos llegaron oportunidades de tocar de planta en muchos lugares, en restaurantes, bodas o eventos privados que pagaban muy bien, recuerdo que llegué a ganar hasta cinco mil pesos semanales y gracias a esos ingresos pude comprarme mi primera guitarra de cuerpo hueco, como de jazz, y dije guau, realmente estoy haciendo algo con esto, ya no es nada más un hobby.

La ruta de los majazz

En el 2014 me enteré de que en el Festival de Jazz de la Riviera Maya iban a estar Chick Corea, Pat Metheny y Kenny Garrett, y dije guau, tengo que estar allá. Mi amigo Klaus y los otros compañeros del taller de jazz dijimos vámonos porque es una oportunidad única. Lo único que teníamos que conseguir era el avión y el hospedaje porque el festival es de entrada libre; nos organizamos y nos fuimos. Para mí fue una revelación ver a esos artistas en vivo, en ese entonces tal vez no entendía mucho de lo que estaba escuchando, quizá si los viera ahora entendería muchas cosas, pero en ese momento, para mí fue muy impactante sentir la energía de la música y el nivel que tienen —bueno, Chick Corea falleció hace poco— esos músicos, me dejaba sin aliento y sin palabras ver cuánta energía positiva puede proyectar un músico hacia la gente, eso se me hizo increíble y fue otro evento importantísimo que me hizo decir guau, realmente tengo que dedicarme y tomar la música con toda la seriedad del mundo porque quiero llegar a provocar un efecto positivo en las personas y que no nada más sea el sueño guajiro de que quiero tocar bonito y ya, sino pensar la música como un efecto humanitario, espiritual, quizá, porque en esos conciertos ellos lograron trascender la música y llevarnos a un estado en el que nos sentimos más plenos y se sintió el agradecimiento y, sobre todo, el amor colectivo que se genera estando entre tanta gente que escucha atentamente a un grupo. Yo sentí que fue como una revelación casi religiosa.

Regresando de ese viaje con mis amigos, seguí otro tiempo en el taller, ya había intentado entrar a la Superior un par de veces pero no quedaba y no quedaba por una razón u otra, ya fuera por trabas burocráticas que tiene el sistema del INBA o porque mi nivel no estaba tan bueno como yo me lo imaginaba; no podía entrar y sentía la responsabilidad de que le había dicho a mi papá voy a hacer esto y lo voy a hacer bien, y me sentía un poco desanimado.

Noches de luna en Xalapa

En el 2016, Klaus me dijo que iba a haber un festival en Xalapa —no el de JazzUV sino el que hizo el ayuntamiento— en el que iban a estar John Patitucci con Chris Potter, Miguel Zenón, Volcán Trío con Gonzalo Rubalcaba y el Negro Hernández, iba a estar increíble. Decidimos ir pero nuestro plan era igual que cuando fuimos al de la Rivera Maya, solo ir a pasárnosla bien.

En ese festival, después de los conciertos había jam oficiales pero también había otras informales que se armaban en el Jazz House, llegué allí y eso me abrió los ojos completamente porque los jam a los que iba en la Ciudad de México eran en bares o en lugares que organizaban jam un día a la semana y toda la escena llegaba ahí, sí era un ambiente informal pero no era una casa en la que puedes hacer lo que quieras como en el Jazz House que eran fiestas, también fue impresionante darme cuenta de la comunidad tan cálida y grande que hay en Xalapa, yo tenía mis amigos en la Ciudad de México y con ellos me juntaba tocar, pero aquí, cada día que iba había gente que no conocía y todo mundo con muy buena actitud, me decían vamos a tocar, no importa si no te sabes la pieza, yo te ayudo.

Sentí mucha camaradería en esos jam y me quedé completamente atónito, fue una gran experiencia que me impactó mucho y yo siento que también ha sido muy influyente en mi formación como músico.

JazzUV

Unos días antes de que nos fuéramos, Klaus me habló de JazzUV y me dijo que iba a haber audiciones para entrar a los cursos preparatorios y dije pues vamos a intentarlo, pero realmente no tenía una gran expectativa, tenía preparada una transcripción y algunos temas pero llegué al examen como si fuera una jam, dije voy a tocar esto y a ver qué pasa, y resultó que quedamos mi amigo Klaus y yo, y ahí empezó la vida en Xalapa.

Cuando quedé en la escuela dije tengo que seguir presente en este movimiento de jam de la ciudad porque me di cuenta de que era donde más estaba aprendiendo. Había un lugar que se llamaba Teatro Bar La Culpa y una mezcalería que se llamaba El Olvido, en esos dos lugares siempre se armaban jam y llegaba el maestro [Édgar] Dorantes, el maestro Paquito [Cruz], el maestro Jesús Rodríguez, el maestro [Roberto Sánchez] Picasso y los veíamos en este ambiente más relajado.

También en Jazz House me tocó ver a los maestros en un ambiente más informal y les perdí el miedo, al principio los veía como figuras de autoridad, como intocables y de repente estaba tocando una pieza con el maestro Dorantes acompañándome, entonces, más que ponerlos en ese pedestal de maestros —que lo son, claro—, no hay que olvidar que son personas y como personas puedes acercarte a ellos y ellos pueden ayudarte en tu proceso, eso pasó con muchos. Me acuerdo mucho que Paquito, en los jam decía no quiero que lean la partitura, quiero que escuchen, y me pasaba los acordes, me los dictaba. El maestro Dorantes que me decía ¿cuál te sabes?, si yo le decía pues solo me sé esta, me decía qué bueno, vamos a tocarla. Me sentí muy cómodo con esa apertura y cada vez me iba sintiendo más seguro. Esto fue en el primer año o primer año y medio que estuve en JazzUV.

Jazz House

Cuando entré a la licenciatura, en 2017, llegué a vivir a la Jazz House, después se formó Jazz House Collective, la mayoría ya vivían en otros lugares pero seguían yendo a ensayar porque el trombonista, Paco Galán, seguía viviendo ahí, entonces seguía siendo el espacio para convivir de esa forma. En esa casa la música era algo de todos los días, a las ocho de la mañana mi roomie saxofonista ya estaba estudiando en su cuarto, el otro roomie ya estaba organizando un ensayo, siempre estaba rodeado de música y eso me emocionó bastante, fue la primera vez que sentí que mi vida estaba girando en torno a la música y me acuerdo mucho que el día en que iba a hacer el examen a la licenciatura hubo un cotorreo en la casa, había un montón de gente cotorreando, pasándola bien; mi cuarto estaba en la planta baja y tenía un ventanal que daba al patio donde estaba toda la fiesta, yo estaba estudiando porque me sentía inseguro y quería asegurarme de que iba a entrar, y se me hizo muy curioso que yo estaba dándole a la guitarra y afuera estaba el maestro Picasso platicando con mis amigos, en un momento dije quizá ya es hora de pararle y me fui a la convivencia; esos momentos los atesoro mucho.

También ahí fue donde entablé una amistad muy fuerte con Alonso Sotelo, el de Culichi Rhythm Section, que son musicazos. Hicimos una rutina de juntarnos a estudiar o a sacar música, a discutir conceptos porque él llegó de Culiacán con la mentalidad de la música clásica. Cuando llegó a vivir al Jazz House se acercó a mí, nos hicimos muy buenos amigos y empezamos a explorar todo esto juntos; como a las once de la noche, después de estar todo el día estudiando, se acercaba y decía oye, vamos a tocar, y ahí estábamos hasta las tres de la mañana tocando o desarrollando conceptos, siento que eso nos ayudó mucho, a él y a mí, para seguir este camino.

 

(CONTINÚA)

 

PRIMERA PARTE: Chilangas bandas
TERCERA PARTE: Pang Trío

 


 

 

 

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