A diferencia de 2016, cuando contendió como candidato del desaparecido partido Encuentro Social (PES) a la diputación local por el distrito VIII con cabecera en Misantla, ahora el empresario Rubén Darío Carrasco Mora lidera todas las encuestas como posible abanderado de la alianza Morena-PT-PVEM.

Este polémico hombre de negocios nativo de Plan de las Hayas, municipio de Juchique de Ferrer, ha desplazado de última hora al munícipe de Vega de Alatorre, Román Bastida Huesca, propuesto originalmente por el PVEM. Sin embargo, al medir a Carrasco con el alcalde con licencia impulsado por el partido del tucán, los líderes de Morena habrían resuelto postular a Rubén Darío, ya que en algunos sondeos le llegaría a sacar ventaja de hasta 40 puntos al otro aspirante interno.

El caso de este empresario conocido popularmente por el mote de “El Coyame” –en referencia al nombre de la conocida embotelladora de refrescos y agua mineral que adquirió el año antepasado reactivando la economía de la región de Catemaco, donde genera cientos de empleos– ha sorprendido hasta a sus propios detractores, pues también encabeza las sondeos para la alcaldía de ese municipio y para la diputación por el distrito electoral local de San Andrés Tuxtla.

Sin embargo, Carrasco Mora ha decidido contender de nueva cuenta por su distrito natal, decisión que tomó desde hace algunas semanas en las que se ha dedicado a recorrer los 18 municipios de esa circunscripción con cabecera en Misantla, lo que obviamente se ha visto reflejado en su crecimiento en las preferencias electorales.

Y es que Rubén Darío ha sabido potencializar las ventajas que como empresario tiene sobre Bastida que ya ha sido tres veces alcalde de Vega de Alatorre y desde hace 20 años aspira a ser diputado local o federal.

El activismo de Carrasco Mora, por ejemplo, no se ha basado en la tradicional campaña sino que lo ha hecho totalmente al revés: en lugar de promesas y discursos que normalmente ofrece todo precandidato o candidato para pedir el voto popular, él decidió apoyar de inmediato con alimentos a las familias más vulnerables afectadas por esta prolongada pandemia; ha generado empleos y está gestionando desde ahora apoyos institucionales y concertando mejores precios con otros empresarios para beneficiar directamente a productores pecuarios y cafetaleros de la región, a los cuales está organizando para darle mayor plusvalía a sus productos y facilitar su comercialización.

Hace un mes, por ejemplo, como dueño de la empresa Coyame, firmó también un convenio con el Instituto Tecnológico Superior de Misantla para que alumnos de esta institución educativa realicen sus prácticas profesionales en la embotelladora de Catemaco.

Y el 9 de febrero pasado formalizó con la alcaldesa de Acatlán, Rosa García Alarcón, el convenio de comodato del predio donde está por echar a andar una pasteurizadora y procesadora de alimentos que además de beneficiar con mejores precios y pago puntual a los productores de la cuenca lechera de la región de Miahuatlán, también generará 700 empleos directos.

Además, por su estrecha cercanía con el diputado Juan Javier Gómez Cazarín, presidente de la Junta de Coordinación Política de la LXV Legislatura local, Carrasco Mora les garantiza ser un legislador cien por ciento leal al gobierno de la 4T en Veracruz, a diferencia del desaforado diputado de Misantla, Erick Iván Aguilar López, quien en julio de 2018 ganó la curul postulado por el PT en alianza con Morena y el PES, y a los pocos días, el 5 de noviembre de ese año, se declaró independiente sumándose al grupo legislativo mixto “Del lado correcto de la historia”, al que casi un año después, en octubre de 2019, renunció sin integrarse a ninguna otra bancada pero coqueteando con la facción legislativa del PAN, cuyos representantes populares votaron en contra de su desafuero en marzo de 2020.

DOÑA CHOFI, VÍCTIMA DE SÍ MISMA

Bien reza el sabio dicho popular que “los carniceros de hoy serán las reses del mañana”. Y eso aplica al pie de la letra en el caso del juicio político aprobado por la mayoría de diputados del Congreso local en contra de la ex presidenta del Tribunal Superior de Justicia (TSJ), Sofía Martínez Huerta, quien además podría ser inhabilitada por cinco años para ejercer un cargo público.

Y es que cuando recién llegó a ocupar la presidencia del Poder Judicial de Veracruz, doña Chofi, junto con su prole y respectivas huestes, se dieron a la tarea de correr a patadas a cientos de trabajadores a quienes ofendieron, vilipendiaron y trataron con la punta del pie para llenar esos espacios con recomendados, novias, novios y familiares de quienes en ese entonces arribaron con Martínez Huerta al TSJ.

Hay quien recuerda, incluso, que a uno de sus hijos lo cedió total poder como mandamás en el área de Comunicación Social del Poder Judicial con un sueldo estratosférico; área en la que, incluso, llegaron como 20 personas que no hacían nada más que verse las caras todos los días.

Lo mismo ocurrió en Juzgados y en otras áreas del TSJ, donde los “recomendados” de la ex titular del PJE hicieron y deshicieron a su antojo.

Ahora que Martínez Huerta ha caído en desgracia es bueno tener presente que el poder es fugaz, del que tarde o temprano deberá desprenderse hasta al más encumbrado político.

A doña Sofía –que en nada hizo honor a su nombre– se le olvidó que su cargo era transitorio, y echó mano de sus malos oficios para amedrentar a los trabajadores, conflictuarse con quienes la propusieron y creyó tener escriturado el Poder Judicial a su nombre.

Su trágico caso es de lamentarse, pues recibió una extraordinaria oportunidad y tenía todo para para hacer un buen papel y trascender en la impartición de justicia en Veracruz. Pero finalmente resultó ser víctima de sí misma, de su prepotencia y de su soberbia. Y allí están las consecuencias. Ojalá otros aprendan también de su amarga experiencia.

El poder no es para siempre.