En la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM aprendimos muchas distinciones de la teoría política y, entre ellas, una fundamental es la que hace referencia a las diferencias entre totalitarismo y autoritarismo por un lado y liberalismo por el otro. Hay que entender -y aquí lo hemos dicho muchas veces ya- que esa distinción no es equivalente a izquierda o derecha, o a conservador o liberal, o, menos aún, a republicano o socialista. Puede haber (y los ha habido) gobiernos o regímenes autoritarios tanto de izquierda como de derecha, o incluso regímenes totalitarios de “izquierda” como el comunismo o bien gobiernos liberales tanto de izquierda como de derecha.
¿Qué distingue a un gobierno de un régimen político totalitario, autoritario o liberal? Es el respeto a la libertad individual, personal, y colectiva, así como a otras libertades como las de expresión, reunión, circulación, etc. Más allá del tema de los derechos humanos, el punto central que caracteriza si un gobierno es más o menos autoritario o liberal es el respeto a la libertad, a las libertades.
Un Estado moderno democrático de derecho, entre muchas otras características, se distingue por el respeto y garantía de la libertad personal, en todos los sentidos.
Cuando alguien dice que es liberal debemos entender siempre que se trata de una persona que tiene esa convicción sobre otros principios, incluyendo la igualdad. Se puede ser socialista y ser liberal, claro que sí. Pero también se puede ser socialista y conservador y no ser liberal. En esa convicción liberal está en un primerísimo lugar la libertad individual y personal, y en seguida, la libertad colectiva.
Lo contrario de ser liberal no es ser conservador, es ser totalitario o autoritario. El Estado moderno liberal de derecho antes que nada debe garantizar libertades, y luego de eso desde luego puede ser también un estado social de derechos, y albergar gobiernos socialistas o socialdemócratas, que además de favorecer la libertad, favorezcan o busquen la igualdad social.
Uno de los aspectos más importantes de un sistema político liberal o de un régimen liberal, y por lo mismo democrático, es el respeto y reconocimiento de la pluralidad social. La sociedad se compone por una diversidad de grupos, sectores, asociaciones, organizaciones, etc. La existencia, trabajo, actividad e influencia de la sociedad civil es consustancial no sólo a un país democrático, sino a un país donde se tenga en alta estima la libertad.
En Veracruz tenemos una sociedad civil muy débil. Hay que entender que sociedad civil no es sinónimo de protestas o de manifestaciones sociales. Protestar, manifestarse, cerrar calles, encuerarse en la plaza pública, destrozar o pintar paredes o ventanas, no es necesariamente equivalente a contar con una sociedad civil madura o participativa, ni siquiera democrática o liberal.
En Veracruz, además desde luego de las protestas o manifestaciones públicas legítimas, necesitamos una sociedad civil fuerte, educada, participativa, crítica, inteligente, con información, imparcial, liberal y democrática. Esto es, empresarios, sindicatos, organizaciones de la sociedad civil, colegios de profesionistas, ong’s, etc., realmente participativas e influyentes.
Y por el otro lado, necesitamos autoridades dispuestas al diálogo permanente, a la apertura a escuchar otros puntos de vista e interpretaciones distintas de la realidad.
Por ello es muy relevante la Declaratoria que ha hecho el gobierno de Cuitláhuac García Jiménez, para sumarse al Acuerdo por la Democracia. Me parece que este ejercicio es el que debe prevalecer en cualquier gobierno democrático y ser el inicio de conversaciones permanentes para la construcción de una agenda legislativa y de gobierno donde pueda haber coincidencias hacia el futuro, con base en una amplia participación de la sociedad civil y en el respeto a la libertad de todo tipo. Ello más allá que la agenda específica de este gobierno sea privilegiar a los más pobres y combatir la corrupción, una cosa no está peleada con la otra.