Ayer, frente a la beligerante protesta de cientos de mujeres, el gobierno veracruzano intentó tímidamente y con una candidez asombrosa, montar un stand publicitario para tratar de venderse como una administración que empodera a las mujeres. La respuesta de las manifestantes sólo puso en evidencia de insensatez de la fallida idea, pero sobre todo, que las altas funcionarias no las representan.
Desde temprano, a iniciativa de palacio de gobierno, se reunieron la presidenta del Poder Judicial, Inés Romero; la presidenta del Congreso local, Paola Linares; la titular del IVAI, Naldy Rodríguez; la presidenta de CEDH, Namiko Matzumoto; la titular del ORFIS, Delia González y la fiscal del Estado Verónica Hernández, quienes “destacaron” el supuesto trabajo que hacen a favor de las mujeres.
En el caso de Inés Romero y Verónica Hernández siguieron un improvisado guión que sólo desmintió lo que han señalado con verdadera autocrítica en ocasiones anteriores. Hoy dijeron que quienes cometan algún delito en contra de las mujeres habrán de pagar y serán castigados de manera ejemplar; sin embargo, ellas mismas han confirmado las cifras de que Veracruz es segundo lugar nacional en feminicidios, que más de la mitad de las carpetas de investigación se judicializan y que en muy pocas ocasiones alcanzan sentencia, muchas veces debido a la mala integración del expediente. Las sentencias se cuentan con los dedos de una mano.
La Presidenta del TSJE hizo un llamado a todas aquellas mujeres que han sufrido violencia a que se acerquen a las instancias correspondientes, pero resulta que cada vez que lo hacen, vuelven a ser violentadas y exhibidas en su intimidad. Incluso, desisten ante la advertencia de las propias autoridades de que “no saben con quién se están metiendo”, refiriéndose a sus agresores.
Verónica Hernández presumió que desde la FGE se trabaja “con valor y firmeza” para que ningún caso quede impune y hacer una prioridad los derechos humanos de las mujeres. “No me tiembla la mano para actuar contra cualquier delincuente y mucho menos contra quien violente a una mujer”, algo que dista mucho de las cifras que dio hace algunas semanas en su comparecencia ante el Congreso.
En efecto, ningún otro gobierno había nombrado o promovido ante el Congreso la designación de tantas mujeres en los cargos más importantes de los organismos autónomos. Sin embargo, las veracruzanas no se sienten representadas y tienen razón.
En la mayoría de los casos, las funcionarias sólo representan los intereses de quien las impuso en el cargo y no tienen la menor intención de desempeñarlo con una verdadera perspectiva de género. El guión que les escribieron ayer no es más que la descripción de un mundo feliz contrario a lo que sucede en Veracruz.
Colgar pendones en palacio de gobierno con las fotografías de las funcionarias fue absurdo. Por poco y terminan en la hoguera del feminismo que intentó prenderles fuego. Si esperaban que las fotos causaran sororidad y reconocimiento al gobierno, el sentimiento fue todo lo contrario.
En México la cosa no fue mejor. Por la mañana, el Presidente López Obrador habría dicho una vez más que amurallar el Palacio Nacional no tenía otro propósito que evitar la violencia y proteger a las mujeres manifestantes, incluso a las más violentas. Sin embargo, ya entrada la tarde, los granaderos –lo que ayer mismo había criticado el Presidente- tuvieron que intervenir para dispersar con gas pimienta a las encapuchadas, luego de que habían logrado vulnerar la valle.
Al Presidente le molesta el feminismo no por lo que representa sino porque se ha convertido en la verdadera y única oposición a su gobierno. Son las únicas que pueden tomar las calles y tener el apoyo social; son quienes le han arrebatado la plaza y las que tienen una bandera concreta y específica, altamente rentable para millones de mexicanas: detener la violencia y la discriminación.
Quedan dos enseñanzas: la idea del gobernador de nombrar mujeres en altos cargos no genera ninguna empatía de género, así que no ha servido política ni administrativamente de nada; en la capital, el Presidente tuvo que usar la fuerza pública en contra de quien desde el año pasado se había convertido en su principal adversario: las mujeres.
Las del estribo…
1. Se debe reconocer la congruencia y la valentía de la Presidenta de la CEDH, Namiko Matzumoto, de acompañar desde adentro la marcha feminista de ayer. Mostró oficio y sororidad, protegió a los infantes, y de paso, sufrió en carne propia la sinrazón de la fuerza policial del estado. El resto de las altas funcionarias, miraban la marcha desde su imagen impresa en un pendón.
2. Pese a las muertes por Covid19 que se han registrado al interior de la UPAV –incluida la del jefe de nóminas- las autoridades mantienen la persecución y amenazas en contra de los empleados que tienen varios años laborando. La “María Félix” de la empanada se ha convertido en la protegida de un rector cuya voracidad no tiene límites.