Joel Vázquez Rodríguez
Hay en la belleza que nos habita, distintas creaciones del arte, inspirados por los sentidos y la percepción, inducida, provocada o por instinto, actúa sobre la imaginación y la creatividad generando fuerza y belleza capaz de suscitar emociones, siendo una delicia para el alma y el espíritu.
Esta virtud que la vida ha otorgado al ser humano es capaz de provocar alegría cuando descubrimos las formas y los colores de la naturaleza, delicadeza de infinitas formas que en ocasiones no se encuentran sujetas a ningún método y, pasa jugando esta virtud por encima de toda ley tan pronto brilla arremolinada y arrebatada al capricho de los sentidos y la quinésica que el hombre ha percibido, creándole durante su desarrollo la sensibilidad en el contexto en que se va formando.
Ésta virtud de la creación cognitiva se va estratificando en distintas épocas de la vida, en ocasiones con extremada paciencia, otras con precipitada evolución; siendo que estos procesos, profundizan en la consciencia como un relámpago que ilumina el deseo genial de una mente creadora.
Esta cronología de tempos de la existencia, comprime espectacularmente las capas que han ido esculpiendo la vida, en los sentidos y el instinto, y muchas de las veces sin saberlo el protagonista, en esos momentos geniales, se revela el artista.
Joel Vázquez Rodríguez, nació en Misantla, Veracruz, México, su mirada acuciosa se fue creando en ese pueblo rodeado de mágica belleza natural y lleno de acontecimientos que despiertan desde la primera infancia el instinto de la observación.
Vázquez Rodríguez, a temprana edad, fue repartidor del periódico Diario de Xalapa; acudía diariamente a la una de la tarde por el envío que desde Xalapa se hacía a Misantla, llegando en el ADO para ser distribuido entre los suscriptores; en ese andar ¡cuántas casas y cosas vería! También el repartidor de diarios se impregnó de la naturaleza de la planicie de la Sierra Madre, que le fue sensibilizando; la presencia de una gran diversidad de aves y su trino, el río, las montañas, los arroyos, los árboles, la luna, el sol de la mañana, los intensos rayos solares del medio día, los hermosos atardeceres calientes y las noches impregnadas de miríadas de estrellas en la bóveda celeste. Joel, conoció personas y lugares a esa temprana edad que otros no conocían ni miraban, se llenó de emociones, sensibilidades, certezas y dudas, y se impregnó de la belleza de su tierra, de ese rincón maravilloso del Totonacapan, en donde hombres y mujeres se han colmado de virtudes que les han permitido ser personas destacadas en diferentes ámbitos de la vida.
Nuestro personaje, se aficionó a la fotografía cuando su padre Don Gustavo, le prestó una cámara fotográfica Minolta y, así, inició la creación del gusto y la sensibilidad para captar imágenes que son únicos en los instantes maravillosos de la existencia. En ese entonces su gran amigo, el joven Manuel Huesca, contaba con una pequeña cámara Leica, la cual prestaba ocasionalmente al fotógrafo.
Las fotografías que presentamos hoy, han sido captadas recientemente por él, con una cámara Canon SX500 IS. La comunicación visual que nos presenta, es sobre la naturaleza, pero lo intenta también en cualquiera de sus otras variables, estáticas o en movimiento; ilustra en ello, una efímera realidad etérea de la vida en imágenes y códigos de los sentidos del lenguaje visual del cual hacemos uso casi imperceptiblemente; imágenes que se van registrando en la memoria humana. Esta comunicación visual que las imágenes significan denotan los planos de la connotación del ser, para crear así, obras de arte.
Sintácticas
De Don José Roberto López Cardeña:
Las mujeres en Misantla, sobre todo las más jóvenes, hace algún tiempo, salían por las tardes recién bañadas con el cabello humedecido…con un agradable aroma a jabón Palmolive que impregnaba los sentidos… ¡Que belleza!
Ludwig van Beethoven. Symphony No. 9. Conductor: Daniel Barenboim. West-Eastern Divan Orchestra:
Por: Jorge Vázquez Sangabriel