Además de ser uno de los únicos cuatro países alrededor del mundo en los que se registran ya más de 100,000 muertos por COVID-19 –de manera oficial; la mortalidad es mayor– México tiene otro récord en ese tema desde hace un par de meses: es el país en el que más personal médico ha muerto a causa del virus.
Eso lo reportaba Amnistía Internacional a principios de septiembre. El organismo lamentaba que a nivel mundial eran al menos 7,000 personas trabajadoras de la salud las que habían fallecido. Solo en México se concentraban 1,320, “la cifra más alta conocida para un solo país”.
Hasta la fecha no hay alguna estadística oficial que actualice a la reportada por AI. Pero no es un secreto que el personal médico mexicano es el sector que ha resultado más fatigado y ha resentido más la epidemia del Covid en todo el país.
Sobre todo en el sector público. Desde brotes dentro de los nosocomios hasta manifestaciones que han resultado, incluso, en amparos por parte del personal que ha alegado no contar con la protección necesaria para atender a pacientes con COVID-19.
Una doctora residente en Nuevo León, quien atiende casos Covid en un hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y en uno privado –pidió quedar en el anonimato– relató a Infobae México las diferencias entre ambas instituciones; en la protección brindada al personal médico y en el trato a los contagiados.
El equipo es bueno, pero no lo suficiente
El IMSS les da a los médicos y enfermeras que tratan con pacientes Covid, una mascarilla KN95 y un equipo de protección básica nivel 1, este incluye una bata quirúrgica desechable, dos pares de guantes, una gorra desechable, la mascarilla y botas. Pero la médica subraya que, por el tipo de labores que realizan, esa protección no es suficiente.
“Nosotros estamos expuestos a ver pacientes intubados, hacemos procedimientos de alto riesgo y con la mascarilla no es suficiente la protección porque hay algunos procedimientos, como la aspiración o succión de secreciones de vías respiratorias, ventilación no invasiva, la oxigenoterapia de alto flujo, las nebulizaciones, la intubación, incluso la resucitación cardiopulmonar. Y todo eso son procedimientos que generan aerosoles. Entonces esto se asocia a un incremento del riesgo de la transmisión del SARs-COV-2”.
La doctora subraya que el material no es deficiente pero, para ese tipo de procedimientos, no les garantiza estar a salvo de contagio.
Por ejemplo, los goggles que les dan no sellan bien el área de los ojos; las mascarillas KN95 no se terminan de ajustar bien al rostro. Y ni hablar de los trajes tyvek –que la Organización Mundial de la Salud considera indispensables para el tratamiento a pacientes en Cuidados Intensivos– ya que la doctora expone que muchas veces el IMSS no cuenta con ese insumo. “Tienes mucho riesgo de exposición”.
Una doctora residente en Nuevo León, quien atiende casos Covid en un hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y en uno privado –pidió quedar en el anonimato– relató a Infobae México las diferencias entre ambas instituciones; en la protección brindada al personal médico y en el trato a los contagiados.
El equipo es bueno, pero no lo suficiente
El IMSS les da a los médicos y enfermeras que tratan con pacientes Covid, una mascarilla KN95 y un equipo de protección básica nivel 1, este incluye una bata quirúrgica desechable, dos pares de guantes, una gorra desechable, la mascarilla y botas. Pero la médica subraya que, por el tipo de labores que realizan, esa protección no es suficiente.
“Nosotros estamos expuestos a ver pacientes intubados, hacemos procedimientos de alto riesgo y con la mascarilla no es suficiente la protección porque hay algunos procedimientos, como la aspiración o succión de secreciones de vías respiratorias, ventilación no invasiva, la oxigenoterapia de alto flujo, las nebulizaciones, la intubación, incluso la resucitación cardiopulmonar. Y todo eso son procedimientos que generan aerosoles. Entonces esto se asocia a un incremento del riesgo de la transmisión del SARs-COV-2”.
La doctora subraya que el material no es deficiente pero, para ese tipo de procedimientos, no les garantiza estar a salvo de contagio.
Por ejemplo, los goggles que les dan no sellan bien el área de los ojos; las mascarillas KN95 no se terminan de ajustar bien al rostro. Y ni hablar de los trajes tyvek –que la Organización Mundial de la Salud considera indispensables para el tratamiento a pacientes en Cuidados Intensivos– ya que la doctora expone que muchas veces el IMSS no cuenta con ese insumo. “Tienes mucho riesgo de exposición”.
Y la lista de elementos de riesgo continúa. Aunque sean turnos de hasta 12 horas, la institución pública solo proporciona a los médicos un equipo de protección. Es decir, el personal que trabaja jornadas de ese tipo –o más largas– en área Covid y tiene oportunidad de salir a comer, se quita el equipo utilizado –que se entiende está contaminado por tratar exclusivamente a positivos al virus–, salen, y a su regreso vuelven a usar el equipo, que ya estaba contaminado, para volver a entrar al área Covid.
Ante el riesgo muchos doctores, que atienden el virus en el sector público, han optado por invertir ellos mismos en su equipo de protección. Sin embargo son elementos costosos y, al menos en el caso de la residente que cuenta este testimonio, el pago que reciben es poco.
Aunado a eso, señala, en el IMSS no hay un área específica –como estipula la OMS– de habitaciones con ventilación específica para atender a los pacientes graves donde se puedan realizar procedimientos generadores de aerosoles. Por el contrario, las camas “están muy pegadas, con una distancia como de dos metros”, lo que la doctora considera insuficiente.
“Muchos compañeros residentes y médicos generales nos hemos quejado por eso, porque no nos sentimos protegidos con el material. Es crítico todo eso, y yo creo que esa es la razón por la que la mayoría del personal de salud del IMSS han salido positivos al virus”, lamentó.
Y las cifras lo ilustran.
De los 54,088 de casos activos de COVID-19 que se reportaban el 7 de diciembre en México, el 9.4% fueron del personal de salud, unos 4,901.
Además, de los 1,175,850 contagios acumulados que en esa jornada se reportaban a nivel nacional, 164,196 fueron solo en ese sector. De esos casos, según señala la Secretaría de Salud, 41% han sido enfermeras y 26% médicos. Mientras que la edad media de quienes han dado positivo es de 37 años, siendo los de 30-34 el grupo de edad más afectado.
Mientras que de los 109,717 fallecidos que hasta el séptimo día de este mes se registraban a nivel nacional, 2,179 formaban parte del personal sanitario. 48% eran médicos y 18% enfermeras. La edad media entre los lamentables de deceso es 57 años.
Y las entidades que más fallecimientos de ese sector han reportado son Ciudad de México, Estado de México y Veracruz.
La doctora hace rotación en un hospital privado. Entonces ahí cambia totalmente su relato. “Ahí te dan el (cubrebocas) N95 3M original; te dan una careta que cubre absolutamente toda la cara; te dan un pitufo especial para entrar al área Covid. Incluso si son turnos de 12 horas te dan dos pitufos, dos equipos, etc”.
Aunque reconoce que no es prioritario, señala como una diferencia notable que en los hospitales privados hasta les dan tratamientos dermatológicos para aminorar los estragos en el rostro, sobre todo en la zona de la nariz, provocados por el uso durante tantas horas del equipo médico.
«Prácticamente a ciegas”
En México la cifra de fallecidos por COVID-19 es cuatro veces mayor en los hospitales públicos que en los privados. Las cifras oficiales arrojan que el 85% de las defunciones, a nivel nacional, han sido en las instituciones de gobierno.
A la médica residente no le parece ilógica esa estadística. Partiendo del hecho que, en el hospital público en el que está, a mediados de este año, ni siquiera contaban con exámenes de laboratorio o radiografías. Entonces les ha tocado tratar a los pacientes “prácticamente a ciegas”, ya que los exámenes son imprescindibles a la hora de saber si hay comorbilidades o para detectar y/o descartar otras descompensaciones.
“Si mi paciente entra con diabetes y está descompensado, se puede morir. Si mi paciente entra con una sepsis y no hay laboratorios específicos para yo estar contrarrestando cosas, se pueden morir. Y pues sí, sí ha pasado”, lamentó.
Y a eso le suma el problema de desabasto de medicamentos, que muchas veces “puede ser la diferencia” entre la vida y la muerte de un paciente con Covid. “A los pacientes intubados los dormimos y les ponemos propofol… y a veces no hay. Y hay que esperarnos a que nos llegue… también hay en ocasiones desabasto de dexametasona, a veces no hay enoxaparina”, ejemplifica la especialista, advirtiendo que eso hace imposible dar un trato integral a los pacientes.
También, relata, en ocasiones los mismos familiares de los pacientes optan por llevar los medicamentos de manera externa (al enterarse que no hay), desde vitaminas hasta la misma dexametasona.
“No está permitido (hacer eso). Pero eso ya es cuestión del médico”. Entonces ellos, además de todo, se enfrentan a ese tipo de “desacatos” con los que pueden salvar algunas vidas más. “Lo hacemos, pero todo es por debajo del agua”.
Y entonces vuelve a señalar una enorme diferencia: ese panorama es bastante distinto a lo que ocurre en los hospitales privados.
“Hay personal capacitado en todos los privados. Se le da una atención íntegra a todo el paciente intubado. Hay áreas específicas de Cuidados Intensivos, donde tienen a especialistas (inhaloterapia, nutrición, internista, infectólogo, neumólogo, hasta le gastroenterólogo) y se les da un tratamiento multidisciplinario a los pacientes”, enlista.
Ella considera esos como elementos indispensables para tratar a pacientes de Cuidados Intensivos, aspecto que señala como deficiente en el IMSS, y es por eso que –considera– se tiene en los hospitales públicos una tasa muy alta de mortalidad en esos casos.
“En mi hospital (el público), no ha salido ningún paciente intubado; todos a los que se intuban, fallecen”.
INFORMACIÓN/INFOBAE
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