En el platillo de una batería eléctrica ponga una gota de cada uno de los siguiente ingredientes: Barry White, Donna Summer, Earth Wind and Fire, Elis Regina, Tom Jobim, Sérgio Mendes, João Gilberto, Beethoven, Schubert, Dvorak, Chopin, Agustín Lara, Toña la Negra, son jarocho, música tradicional del norte de México, Queen, Kiss, AC/DC, mezcle muy bien y deje macerar. Más tarde agregue una cucharadita de música cubana —el Septeto Nacional, Buena Vista Social Club, Arsenio Rodríguez— y una de cada una de las estrellas de Fania All Stars de los años setenta y ochenta —Willie Colón, Rubén Blades, Héctor Lavoe, Celia Cruz, la Sonora Ponceña—. Deje reposar la mezcla toda la noche. Al otro día agregue cincuenta gramos de Chick Corea y cincuenta de Chucho Valdés. Bata hasta alcanzar el punto de turrón y cueza a fuego bajo durante diez años.
El resultado será un pianista solvente técnicamente, con una amplia paleta de colores y matices, capaz de abordar diversos estilos y maridarlos con los preceptos técnicos y estéticos del jazz.
Alan Mac Gregor nos da los detalles de la receta.

Pequeñas serenatas diurnas

Mi nombre completo es Netzahualcóyotl Alan Mac Gregor Arroyo, nací el 14 de noviembre de 1991, soy originario de la ciudad de Cholula, Puebla. Somos dos hermanos, yo soy el mayor, y desde pequeños fuimos expuestos a mucha música por parte de nuestros padres, y lo bonito es que tienen gustos totalmente distintos, mi papá era amante de la música disco y de la oleada de grandes músicos como Barry White, Donna Summer, Earth Wind and Fire, toda esa música, también le gustaba mucho la música brasileña, entonces, en la casa había discos de Elis Regina, [Antonio Carlos] Jobim, Sérgio Mendes, João Gilberto. Por el otro lado, mi mamá era amante de la música clásica y la música regional, recuerdo que compraba una revista de música clásica que venía con un disco, era una colección y tenía discos de Beethoven, de Schubert, la Sinfonía del Nuevo Mundo de Anton Dvorak, los valses de Chopin. Ella también escuchaba mucho Agustín Lara, Toña la Negra, le gustaba mucho, también, el son jarocho; tenía casetes de toda esta música, y como a mi abuelo le gustaba mucho la música regional del norte, escuchaba polkas, redovas. Entonces, te repito, siempre estuvimos rodeados de música y muy contrastante.
Mi papá tenía un piano en la casa, desde muy pequeño, a él también le gustó mucho la música y era músico, pero de hobby, nunca estudió formalmente ni ejerció como tal, pero siempre tuvo el gusto por tocar.
Cuando yo tenía cuatro o cinco años, en una ocasión mi papá sacó unos videos de bandas de rock, que también le gustaba mucho, y nos puso Queen, Kiss, AC/DC, yo quedé prendado de la batería y desde ahí empezó el afán por querer aprender a tocar, y a mi hermano le gustó la guitarra, entonces, yo le pedí a mi papá que me comprara una batería y mi hermano pidió una guitarra eléctrica. Un seis de enero llegaron los Reyes Magos y nos dieron la sorpresa de que habían traído una guitarra para mi hermano y una batería eléctrica para mí, ese fue nuestro primer acercamiento formal a un instrumento y empezamos a explorar toda esta cuestión musical.
Pasaron los años, como a los ocho o nueve años, mi hermano empezó a ir a clases a la Casa de la Cultura, tomaba clases de guitarra acústica y yo iba a ver qué aprendía. Para entonces ya estaba el piano de mi papá en la casa y mi hermano y yo empezamos, según nosotros, a hacer nuestras canciones y a tocarlas, él con la guitarra y yo con la batería. Ésos eran nuestros juegos, hacíamos conciertos en la casa e invitábamos a nuestros papás.

Amor de loca juventud

Después entré a la secundaria, había una banda de música en la escuela, me llamó mucho la atención y me nació el interés por aprender a tocar la trompeta, creo que también tuvo mucho que ver que, por entonces, un primo hermano estaba en la banda de música, tocaba el trombón y para mí era bien interesante ver cómo estaba desarrollando ciertas cosas que a mí siempre me habían llamado la atención. Al siguiente año entró al Conservatorio de Música del Estado de Puebla, está en Puebla capital, a unos treinta minutos de nuestra ciudad. Cuando entró, empezó un interés más formal de mi parte por ver de qué se trataba, entonces, iba mucho con él y le preguntaba cómo era eso de estudiar en un conservatorio, que veían, de qué se trataba, qué materias había, y él me presentó a dos o tres personas para que yo pudiera indagar un poco más. Me empezó a jalar, empezamos a salir mucho, me pegué mucho con él.
Aunado a esto, empecé a escuchar muchísima música pero ya con más atención. Escuchaba muchísima música clásica de los discos que tenía mi mamá y me quedé enamorado de un disco de nocturnos de Chopin. Además de estos discos, también escuchaba mucha música cubana: el Septeto Nacional, Buena Vista Social Club, Arsenio Rodríguez, y la salsa de los años setenta, quedé prendido con la música de Fania All Stars: Willie Colón, Rubén Blades, Héctor Lavoe, Celia Cruz, la Sonora Ponceña.

Primer movimiento: Caminito de la escuela…

Desde chiquito, siempre hice mucho deporte, hice taekwondo por casi diez años, entrené muchísimo fútbol pero, paralelamente a eso, la música siempre fue muy recurrente en mi vida. Cuando empecé a juntarme con mi primo fue creciendo mi inquietud por el conservatorio y un día le dije a mi mamá ¿sabes qué?, tengo mucha ilusión de entrar y ver qué pasa. Me puse a investigar, con ayuda de mi primo, cómo era el proceso de admisión. Llegó el día de las admisiones, hice el proceso y comencé a estudiar en el Conservatorio, si no mal recuerdo, en el año 2007 y empezó para mí la aventura porque fue ahí donde empecé a estudiar conjuntos corales, solfeo, entrenamiento auditivo, armonía, pero ya en clases formales.
El primer año no llevé instrumento porque es una etapa más formativa en el tronco común musical, tienes que aprender a leer, a escribir, a escuchar y a llevar un poco de historia, y en ese año te dan la opción de que vayas pensando a qué instrumento te vas a enfilar. Comencé con esas clases y a la par estaba en la prepa, como la carrera es muy larga, te permiten entrar desde mucho antes con la condición de que cuando llegues a media carrera entregues tu certificado de prepa y puedas avanzar a la parte final. Comencé a conocer mucha gente, a hacer muchos amigos y ,obviamente, me empecé a empapar de esta música de la cual hoy en día sigo perdidamente enamorado.
La verdad, cuando llegué al Conservatorio no tenía cien por ciento claro que iba a decantarme por el piano, sin embargo, en ese año pasaron muchas cosas y cuando vi pianistas tocando ahí, fue como amor a primera vista y cuando los maestros preguntaron qué instrumento íbamos a elegir, dije piano.
Entré a la academia de piano y empecé a estudiar el instrumento y a tomar materias como conjuntos de cámara y a acompañar a amigos violinistas, clarinetistas, y me quedé fascinado con el piano en la música clásica.

¿Qué culpa tengo yo de este tambor?

A la par empecé a tener mis primeras experiencias tocando música popular con amigos, en una ocasión me invitaron a tocar en un grupo en Cholula y entré a esa agrupación, era música versátil: boleros, música tropical para bailar en fiestas.
Fui conociendo más gente dentro de la música popular, fui probando con otros amigos, en un momento hice un dueto con un amigo saxofonista y pusimos música para bodas, para sobremesa.

Jazzimiento

Llegó el 2010 y fue un año muy importante en mi vida, fue un parteaguas; en Cholula hay un club de jazz que ahora es muy afamado, Jazzatlán, en ese año me enteré del movimiento que había en ese lugar, de los conciertos de músicos que iban de Xalapa, de Ciudad de México, de muchos lugares, y de toda la congregación que sucedía en ese lugar. Empecé a ir a ese lugar y me empezó a llamar mucho la atención esa música que se acuñaba bajo el nombre del jazz, y veía cosas totalmente distintas, un día podía haber un trío y otro día veía un quinteto que sonaba totalmente distinto y luego algo un poquito más latino y luego fusión.
Me llamó mucho la atención y en ese año, 2010, hubo un seminario de jazz [el Seminario y Festival Internacional JazzFest que dirigía Javier Flores Mávil] en el Complejo Cultural Universitario de la BUAP [Benemérita Universidad Autónoma de Puebla], me dio curiosidad, me inscribí, fui a una serie de conciertos y de masterclass, y quedé totalmente impresionado por toda esta música y todo este lenguaje. Me puse a indagar un poco más y un día, en las redes sociales me encontré un anuncio de un pianista argentino, Nicolás Santella, estaba dando clases particulares de piano jazz en Ciudad de México. Con la motivación y la cosquilla que ya me había sembrado todo este movimiento, dije quiero investigar qué hay en el jazz, cuál es la diferencia, porque ya había escuchado muchos comentarios en el Conservatorio de que ahí sólo se tocaba música clásica y si tú te metías a un cubículo a estudiar cualquier otra cosa, iban y te sacaban, y a mí me causaba mucha curiosidad cómo era el instrumento que yo estudiaba, pero en el jazz.
Para entonces yo ya tenía como diecisiete o dieciocho años, comencé a ir a clases particulares con este maestro a la colonia Narvarte y quedé totalmente enamorado de la armonía, del repertorio, de los periodos, de cómo el piano funciona distinto según cómo se encuentre dentro de un ensamble. Todo eso me llamó muchísimo la atención y me dejó más picado, entonces comencé a ir con este pianista cada quince días.
Abajo del departamento del maestro Santella vivía el maestro Gabriel Puentes, me asomé a un par de ensayos, me recomendaron lugares. Empecé a conocer más músicos de la escena nacional y a seguir conciertos, masterclass, festivales que se hacían dentro del país y que no estaban en mi radar. Me puse a seguir un poco más de fondo esta música, a escuchar muchos más discos, a conocer un poco de la cultura, de las cantantes, de los grandes pianistas, de las big bands.

Par de jazzes

Pienso que en la vida pasan las cosas en el momento que tienen que pasar y llegan de la manera en que tienen que llegar, en Puebla se hace un festival que se llama Festival Internacional 5 de Mayo, tienen mucho presupuesto y traen una cartelera muy, muy buena, fui a la edición del 2011 y, entre muchos artistas internacionales y nacionales, recuerdo dos conciertos que me marcaron de por vida y pienso que ese fue el momento en que me despertó la inquietud de aventarme, ya de una manera más formal, a esta música; el primero fue un viernes, fue el concierto de Chick Corea Trio, con Antonio Sánchez [batería] y Eddie Gómez [bajo], frente a la catedral de Puebla, y al otro día, sábado, Chucho Valdés y los Afro Cuban Jazz Messengers.
Me marcó totalmente ver esos dos conciertos en ese año después de lo que venía pasando en mi vida musical y en mi formación, en mi aprendizaje de esta música. Fue algo que significó mucho para mí y desde ese día me fui acercando más; me puse a escuchar más música, traté de ir a más conciertos, de empaparme un poco más con clases y todo lo que estuviera a mi alcance

La Nueva Orleans veracruzana

Yo sabía de la cultura de música clásica que hay en Xalapa, de la gran tradición pianística y de la Sinfónica, pero no conocía absolutamente nada del movimiento de jazz que ya para ese entonces tenía varios años realizándose, pero por esos años empecé a escuchar mucho de Xalapa en el jazz. Terminé el nivel de Técnico Profesional en música del Conservatorio y entré a la licenciatura, pero ya tenía muchas ganas de ver qué opciones había aparte de la música clásica y un amigo me dijo oye, creo que en la Escuela Superior de Música de Bellas Artes hay la carrera de jazz, ¿por qué no haces un viaje a la ciudad para investigar cómo está la cuestión? Eso hice, no sé qué problemas había en la Escuela Superior de Música en ese tiempo, pero era el segundo año que no había inscripciones a la licenciatura, no sé si por sobrecupo, por cuestiones económicas o administrativas, pero no había lugares para entrar a estudiar la carrera. Me quedé medio frustrado porque ya no me sentía del todo cómodo con la opción que me brindaba el Conservatorio y un día, platicando con unos amigos me enteré de que aquí en Xalapa hay una escuela de jazz, y que hay un festival de jazz y todo un movimiento que viene desarrollándose de una manera muy importante.
Me puse a investigar y di con JazzUV, y un día llegué a la casa y le dije a mis papás:
—Me voy a ir a estudiar a Xalapa
—¿Cómo crees?, termina la carrera en el Conservatorio y después ves qué opciones te pueden salir
—No, me voy, ya, a Xalapa
Ellos pensaron que era broma y me dijeron:
—Ah, sí, ok.
Yo nunca había venido a Xalapa, me puse a investigar a cuánto tiempo está, cómo llegar, cuánto podría pagar de renta, qué había en la escuela, qué se necesitaba para entrar. Investigué todo y un día le dije a mis papás:
—Ya está, presento el examen tal día y ya lo tengo todo
Hasta ese momento fue que a ellos realmente les cayó el veinte de que yo estaba hablando en serio, que era algo que ya tenía decidido, y me dijeron:
—Nosotros te apoyamos, queremos que hagas lo que tú quieres, y si piensas que es una buena opción y que eso es lo que necesitas para hacer lo que tú deseas, pues adelante.

 

 

(CONTINÚA)

SEGUNDA PARTE: Las escenas de la Atenas
TERCERA PARTE: El jazz en los tiempos de la covid
 

 

 

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