Minerva Chores se tituló con el proyecto de intervención social “Sabores de la cocina: la experiencia de la formación de la Cooperativa de Mujeres Productoras del Centro Comunitario de Tradiciones, Oficios y Saberes de Chiltoyac, Veracruz”.
Recordó que en 2012 la UV les propuso conformar un centro comunitario y ella se sumó como cofundadora, actualmente desde aquí contribuye a paliar la pandemia.
26/10/2020, Xalapa, Ver.- Minerva Chores Sánchez, aun casada y siendo mamá, nunca perdió la esperanza de estudiar y lo logró. No sólo cursó la preparatoria en el sistema abierto, también la Licenciatura en Sociología en la Universidad Veracruzana (UV) y su tesis fue un proyecto de intervención social en su localidad, Chiltoyac, que hoy más que nunca, en tiempos de pandemia, rinde frutos.
El Centro Comunitario de Tradiciones, Oficios y Saberes de Chiltoyac (Cecomu), que surgió en 2012 a iniciativa del Centro de EcoAlfabetización y Diálogo de Saberes (EcoDiálogo) de la UV, se ha constituido en un espacio de aprendizaje social para enfrentar la situación actual, señaló en su oportunidad la académica e investigadora Cristina Núñez Madrazo (https://www.uv.mx/prensa/general/ecodialogo-colabora-con-iniciativas-comunitarias-en-chiltoyac/).
Amén de las responsables académicas de esta propuesta, citó a Minerva Chores, habitante de la localidad e integrante de la Cooperativa Mujeres Productoras del Cecomu.
Dicha cooperativa forma parte de las redes de economía solidaria de Xalapa y trabaja en el fortalecimiento de alternativas para el consumo de productos biorregionales, “lo cual es relevante en el contexto de la epidemia del Covid-19 ya que contribuye a una alimentación saludable”, dijo Núñez Madrazo.
En entrevista para Universo, Minerva, de 50 años, compartió la relevancia que ha tenido el Cecomu en su vida, sobre todo para prepararse académicamente. Hace un año se tituló con el proyecto de intervención social “Sabores de la cocina: la experiencia de la formación de la Cooperativa de Mujeres Productoras del Centro Comunitario de Tradiciones, Oficios y Saberes de Chiltoyac, Veracruz”.
Recordó que en 2012 la UV les propuso conformar un centro comunitario y ella se sumó como cofundadora: “Me involucré mucho. Me gusta hacer trabajo con la gente, aportar, gestionar de una manera consciente, no con fines de lucro. Como yo sólo tenía la secundaria, aunque hubo quienes me dijeron que para ser promotora comunitaria no necesitaba tener un título, a mí siempre me ha gustado la academia”.
Es más, compartió que siendo muy joven se casó y dejó sus estudios, algo que no la hacía sentirse una mujer realizada. Por esa razón, cuando sus hijos crecieron y coincidentemente inició su vinculación con académicas de la UV, ese gusto por seguir estudiando se materializó.
Primero, los sábados cursó la preparatoria y posteriormente ingresó a la Facultad de Sociología en la UV. “Obviamente, mi tesis habla del centro comunitario. El resultado fue una cooperativa de mujeres que trabajamos la cocina tradicional”, dijo gustosa.
Su época como universitaria, madre de familia y gestora del Cecomu la resume en una frase: “Me hice pedacitos”, pero sus objetivos paulatinamente cobran sentido.
En cuanto a su proyecto de intervención social, explicó que consistía en rescatar la cocina tradicional de Chiltoyac, sobre todo el típico mole.
“Hice mucha investigación y rescatamos la receta, ahora estamos haciéndola. Somos nueve mujeres y nos reunimos cada 15 días para elaborar mole y hacer la comida que nos piden, porque tenemos varios vínculos con otros grupos y eso nos ha abierto las puertas para distribuir lo que hacemos.”
Las mujeres del Cecomu y la pandemia
En estos tiempos marcados por la pandemia Covid-19, a las mujeres del Cecomu les ha ayudado el tener vínculos; por ejemplo, el ser parte de la Red de Economía Solidaria de Xalapa les permite entregar sus productos cada 15 días. “Ahí nos dicen cuántos kilos de mole quieren, cuántos paquetes de tortillas hechas a mano, de picaditas, tamales, chiles (en conserva)”.
Los alimentos, aclaró, se elaboran en aras de la salud, la buena alimentación y la sustentabilidad de las familias.
“Eso es por un lado, pero en cuanto a la comunidad, la pandemia ha dejado mucha crisis, hay muchas personas que perdieron sus trabajos”, lamentó.
Para ella, se trata de una crisis global que encierra mucha pobreza, sobre todo para las personas más desfavorecidas –niños, mujeres, gente adulta.
Más allá de las carencias económicas, Minerva comentó que esta pandemia ha conducido a hacer cosas favorables que ya no se hacían: convivir más con la familia, estar más en casa.
“Antes la gente de Chiltoyac no salía a trabajar, porque aquí se daba mucho el café, la caña de azúcar, el maíz, pero entró la crisis del campo a partir de los ochenta y la gente empezó a migrar a las ciudades y fuera del país. Por esa razón era necesario formar un grupo donde hiciéramos conciencia de todo esto que se pierde en la comunidad: sus saberes.”
Alegre, expuso que no sólo rescatan la cocina tradicional, también lo hacen con la medicina, por ello en esta pandemia han elaborado un jarabe para prevenir enfermedades de las vías respiratorias, cuya base son seis plantas naturales que ellas siembran, maceran, hacen las tinturas y procesan para el remedio.
Pasar de la comida rápida al disfrute de cocinar y comer
Minerva, al preguntarle las edades de las nueve mujeres que integran la cooperativa, respondió en tono de confianza: “Quiero compartirte algo, cuando propuse este proyecto me enfoqué a las mujeres jóvenes”.
Su pretensión era ir más allá de la comida rápida que está a la orden del día; sin embargo, en un primer momento las chicas de hoy, como les dice, no se sumaron a la propuesta.
Los frutos se aprecian actualmente, cuando dos jovencitas también son parte de la cooperativa. “Llegaron con el tiempo, cuando vieron que esto nos favorece, porque la cocina es como el pretexto para estar reunidas, para tener una convivencia, platicarnos nuestras cosas, estar juntas, como compañeras”.
Remarcó que son un grupo de mujeres que se permite un tiempo para cocinar y convivir, y a la lista de alimentos arriba citados, así como el jarabe, añadió que también elaboran chocolate y tintines –galletita tradicional de Chiltoyac cuya base es maíz tostado y azúcar–. “Hacemos la comida que nos pidan”, dijo gustosa.
La entrevistada consideró relevante que como mujeres tengan un espacio para convivir y compartir, pero también un ingreso económico, aspecto destacado de su propuesta. Ello porque la mayoría en Chiltoyac se emplea como trabajadora doméstica en la ciudad.
La migración tanto del padre como de la madre en busca de un ingreso económico, subrayó, ha tenido como consecuencia una crisis social, dada la falta de cohesión. “El centro comunitario, como lo entendí desde un principio, es para hacer consciencia de esas formas”.
Para conocer más del Cecomu, consulte su página de Facebook: Centro Comunitario de Tradiciones, Oficios y Saberes de Chiltoyac.