La prisión de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco, —uno de los centros mejor blindados del país— pasará a la historia por ser escenario de la maniobra escapista del capo Joaquín el “Chapo” Guzmán, en 2001.
Este complejo, inmortalizado en narcocorridos, cerrará sus puertas luego 27 años de operación, según informó el Diario Oficial de la Federación.
La noticia provocó llanto y desconcierto entre los familiares de los presos, quienes a las afueras del inmueble, sobre la carretera Guadalajara-El Salto, se reunieron para investigar el paradero de los reclusos.
De acuerdo con el medio local Mural, el anuncio del fin de este lugar —que albergó durante décadas a asesinos, políticos y narcos considerados de “alta peligrosidad”— llegó tarde a los familiares de los presos.
“La noticia cae mal, pues nos afecta a todos los familiares, el movernos, no sabemos hasta dónde los van a mover y ellos (las autoridades) nos van a avisar hasta que lleguen al penal donde los trasladen”, señaló la esposa de un reo a Mural.
“Ya llegaron los camiones, pero no sabemos el destino, si los muevan ahorita, más tarde, mañana, la verdad desconozco a dónde los puedan mover, pero no creo que aquí cerca”.
La situación también provocó suspenso entre los comerciantes y empresarios de la zona, donde hay un hotel, un restaurante y una tienda de abarrotes. Los testimonios difundidos por Mural, aseveran que de algún , el cierre de la prisión les afectará económicamente.
“Está bien que se vaya la gente peligrosa, pero por otra parte nos afecta a los comerciantes y a los trabajadores que llegan a comprar algo aquí», expresó un comerciante del sitio.
Los especialistas opinan que cerrar la cárcel traerá problemas, ya que se trata de una fuente de empleo, además advierten que las personas tienen derecho a llevar también juicio en el lugar donde residen.