Cuando el código naranja suena, el Hospital se paraliza, nadie puede salir o entrar de las áreas, los pasillos y elevadores quedan desiertos para dar paso a los pacientes de Covid-19, luego se sanitizan las áreas y se puede regresar a la normalidad.
Jesús, enfermero del Centro de Alta Especialidad (CAE) “Dr. Rafael Lucio”, dice que la alerta es cada vez más frecuente, el hospital ya fue convertido en sitio exclusivo para atender coronavirus y los espacios de urgencias se empiezan a llenar de pacientes enfermos y de algunas muertes por Covid-19 y neumonía.
El reporte de la Secretaría de Salud indica que Xalapa tiene 46 casos positivos y cuatro fallecidos por Covid-19, además de 22 casos sospechosos. El sistema registra otras diez muertes por neumonía atípica entre abril y mayo.
Los datos abiertos federales, contabilizan 206 casos analizados, de los cuales, poco más del 30% fueron hospitalizados, 47 de ellos presentaron un cuadro de neumonía y apenas seis necesitaron ser intubados.
La menor de las pacientes hospitalizadas es una niña de cinco años que dio positivo a neumonía aunque su prueba de Covid-19, dio negativo, y también está el caso de una joven embarazada de 21 años que fue sospechosa por sintomatología.
Los casos que se fueron sumando le cambiaron la mirada a Jesús, quién en enero pasado era escéptico del virus, veía las noticias y le parecían una exageración.
El panorama se transformó conforme pasaron los días, primero el personal vulnerable del Hospital se tuvo que ir, los que quedaron cubrieron los turnos extras, se compró material especial de seguridad que no abastecía para todos los compañeros y las áreas del hospital se fueron aislando.
Lo que veo en el área de Covid-19, no lo había visto antes
Ahora Jesús de 24 años muestra su cara después de una jornada de más de siete horas de trabajo en el área Covid, tiene los ojos enrojecidos, hay marcas en sus ojos y nariz de los lentes y cubrebocas.
Relata que para entrar al área de confinamiento de Covid-19, debe cumplir un estricto protocolo, primero el uniforme quirúrgico, luego la bata desechable, el overol, botas, otra bata, cubrebocas, google y guantes.
“Cuando entré al área, eso me cambió, yo pensé que era un área normal, pero vi pacientes con insuficiencia respiratoria, como se agitaban, como su estómago subía y bajaba como una ola, de forma rápida”, cuenta.
Jesús relata que al ser un hospital de alta especialidad, están acostumbrados a ver pacientes con esas necesidades de urgencias, pacientes con VIH, con zika, con tuberculosis, pero lo que percibe en el área de confinamiento Covid-19, no lo había visto antes.
«Son pacientes que aun con el respirador tiene dificultad para respirar, se aspiran con secreciones de saliva y flemas, hay palidez en el cuerpo y sudoración en frío, eso no lo había visto antes”, explica.
Su deber como enfermero es checar los signos vitales de los pacientes, y atender cualquier necesidad para mantenerlos lo más estable posible.
Ahora el hospital está dividido en área para pacientes con neumonía atípica bacteriana que están en espera de pruebas Covid-19- que puede tardar tres días-, otra isla de pacientes positivos y otros más, los más graves en terapia intensiva.
Pasar más de ocho horas en el área de confinamiento, de 7 a 2 de la tarde, es un esfuerzo de enfermeros, doctoras, y médicos, porque no pueden salir a comer, tomar agua, o algún movimiento que los ponga en riesgo “ Debes esperar a que llegue el personal que te releva, con el equipo puesto y en medio del calor que genera toda la protección, hay que resistir”.
El miedo y la ansiedad, son algo que están latentes para Jesús, dice que estar en área Covid-19, te puede sugestionar ante el mínimo malestar, aunque hay personal de monitoreo que vigila el uso adecuado de los trajes.
En los últimos dos meses, el escepticismo de Jesús se ha ido borrando, ha contado hasta 30 pacientes con sintomatología, otros, los más vulnerables han muerto por neumonías y sospecha de Covid-19 , aunque no los ve registrados en las cifras oficiales de la Secretaría de Salud.
Poco a poco los pacientes que antes estaban las áreas de otras patologías, han sido dados de alta o trasladado a otros hospitales, con el fin de acondicionar el Hospital para paciente con coronavirus.
Personal médico hace «vaquita» para comprar equipo
La pandemia, también ha mermado la salud de sus compañeros, entre cinco y seis fueron contagiados por Covid-19 y enviados a sus casas a cumplir cuarentena.
A esto se suma la incertidumbre por la falta de equipo, entre el personal hacen donativos para hacer una “vaquita”, que ayudará a comprar equipo nuevo si este llega a escasear y así no estar vulnerables.
Jesús vive con su mamá –quien también es enfermera– y su hermana; los cuidados higiénicos son extremos para entrar y salir de casa, y a estos se ha sumado que prefiere no salir con su uniforme médico a la calle.
“Al hospital llegó una enfermera que contó que unas personas le aventaron cloro, llegó con los ojos rojos; para evitar eso, mejor ya no usamos el uniforme”, recuerda.
Pese a las condiciones, Jesús es optimista: “Hemos salido de otras más fuertes, es cosa de trabajar en equipo ,seguir al pie de la letra las condiciones de higiene, cuidarnos. Sí es peligroso, pero por eso debemos estar más alerta y atentos”, finaliza.
AVC/Flavia Morales