Prácticamente desde que llegó a cargo, la hoy ex secretaria del Trabajo de Veracruz, Guadalupe Argüelles Lozano, estuvo en el ojo del huracán.
Eran más los problemas que causaba que los que solucionaba al frente de la dependencia. Se había convertido desde hace meses en una posición sumamente frágil e insostenible para el gobierno estatal.
Era, por decirlo así, un escándalo tras otro; y en reiteradas ocasiones fue exhibida por presuntos actos de corrupción.
Hace más de un año, por ejemplo, en marzo de 2019, fue señalada por haber contratado en la dependencia a su cargo a su hija, Quetzalli Cárdenas Argüelles, a quien pretendía convertir en jefa de departamento jurídico y de amparos.
El claro caso de nepotismo y el hecho de que el tema escaló al ámbito nacional a través de los medios informativos, obligó al gobierno veracruzano a corregirle la plana a la entonces titular de la Secretaría del Trabajo.
El propio gobernador Cuitláhuac García negó que el nombramiento de la hija de la secretaria se haya concretado, pero dejó entrever que, en efecto, existía la disposición por parte de Argüelles Lozano.
Al finalizar noviembre de 2019, en su comparecencia ante el Congreso de Veracruz, la integrante del gabinete morenista fue exhibida por el presunto caso de nepotismo; su hija ocupó por algún tiempo un cargo menor en la dependencia, el de analista, pero cobraba como jefa de departamento más de 27 mil pesos mensuales.
A la secretaria se le vino el mundo encima cuando la exhibieron por ese presunto acto de corrupción.
Hay quien apunta que la mujer representaba a un partido que llegó al poder precisamente con la bandera del combate a la corrupción; pareciera que el “no robar, no mentir, no traicionar al pueblo” le entró por un oído y le salió por el otro.
El caso es que cuando todo apuntaba a que los torpedos mediáticos dejaban en paz a la funcionaria, un misil golpeó en su línea de flotación y el barco de Guadalupe Argüelles hizo agua rápidamente.
Este lunes, en Chicontepec, la policía municipal recibió una llamada para alertar sobre la presencia sospechosa de un vehículo en la carretera a Benito Juárez. Se trataba de un Dodge Avenger propiedad de la Secretaría del Trabajo de Veracruz. El conductor de la unidad, un joven de 20 años, intentó huir pero fue detenido; era el hijo de la alta funcionaria estatal.
El mozalbete presentaba aliento alcohólico; en la unidad oficial, un envoltorio con hierba verde, al parecer marihuana.
El muchacho fue detenido y al trascender el parentesco con la secretaria del Trabajo, ésta no tuvo más remedio que “renunciar” al cargo.
La aparente adicción del hijo de la funcionaria es un asunto poco relevante, que además a nadie fuera de esa familia debiera importar; pero cuando el joven hace uso de recursos oficiales, en este caso un automóvil para transportarse, entonces el tema adquiere mayor importancia.
Guadalupe Argüelles tuvo que dejar el cargo; su permanencia hubiera sido costosa para el gobierno estatal en términos de imagen y sería un mal precedente.
Agüelles Lozano se convirtió en la segunda integrante del gabinete de Cuitláhuac García –la primera fue la ex contralora Leslie Garibo– en renunciar al cargo.
Comenzará ahora un verdadero calvario para la ex titular de la Secretaría del Trabajo, quien deberá ser investigada debido a que su hijo, sin ser trabajador de la dependencia, usaba como particular un vehículo oficial.
Al final, los hijos de la ex funcionaria terminaron por convertirse en los causantes de su desgracia política; es una pena. @luisromero85