A Sophia y Stephania, quienes nunca dejarán de ser mis niñas
Lo que en términos de salubridad se ha planteado como una medida radical pero necesaria, el aislamiento a causa de la pandemia de Covid-19 ha confinado a muchas mujeres a tener que convivir con algunos de sus verdugos; todo lo que se había logrado en la víspera –un día sin nosotras, los pañuelos verdes o morados- se diluyó rápidamente entre la psicosis causada por la emergencia sanitaria.
Por desgracia, como el resto de la población, las mujeres tuvieron que refugiarse en sus hogares, lo que está demostrado que resulta ser uno de los lugares más peligrosos para ellas. La consecuencia es alarmante lo mismo en Veracruz que en el resto del país: la cuarentena ha disparado los casos de violencia familiar y el número de homicidios sigue registrando índices altísimos.
Mientras, los gobiernos ocupados en capotear la tormenta de una pandemia que ha exhibido la precariedad del sistema de salud pública, han olvidado lo que hace apenas un par de meses era el tema más importante para el país: frenar la violencia contra las mujeres. Incluso, han retirado las medidas cautelares dictadas por los jueces, bajo el argumento de proteger a los policías de un contagio.
Ante la incapacidad de investigar los hechos de violencia contra las mujeres, muchas veces las autoridades atribuían estos hechos a su actividad, al hecho de transitar en lugares peligrosos, incluso, de propiciar los ataques por su forma de vestir o su lenguaje corporal. Si esto fuera cierto, entonces cómo explicar que en medio del asilamiento social –cuando estas situaciones han desaparecido-, las llamas de auxilio aumentan y el número de mujeres que busca refugio es cada vez mayor.
El encierro ha resultado un verdadero infierno para muchas mujeres en el país. Una trágica paradoja es que mientras marzo inició con las mujeres desfilando por las calles, exigiendo a gritos el derecho a una vida libre de violencia, terminó confinándolas en sus domicilios. El resultado: marzo fue el mes con el mayor número de feminicidios en lo que va del año.
Según los datos del SNSP, en marzo se registraron al menos 332 víctimas de homicidio doloso y feminicidio; la cifra es equivalente a un asesinato cada dos horas. Los asesinatos de mujeres aumentaron 21 casos respecto a febrero pasado y también a marzo de 2019. ¿Cómo puede suceder esto en una sociedad en confinamiento?
Arussi Unda, vocera de la colectiva feminista Brujas de Mar –la organización que lanzó la iniciativa Un Día Sin Nosotras- explica que las mujeres están muriendo a manos de familiares y parejas en sus hogares. “Ahorita ya es evidente, porque si bien antes decían: ‘¿Para qué andaba de noche?’, ‘seguro andaba en malos pasos’, entonces que nos expliquen por qué aumentaron 70% las llamadas de emergencia y por qué siguen creciendo los números. Ya no hay excusa, las mujeres están dentro de sus casas y ahí es donde está el peligro», asegura la activista veracruzana.
Veracruz ha dejado de ser el primer lugar en feminicidios no como resultado de la reducción de la violencia sino de la reclasificación del delito. Hoy la investigación de ninguna muerte de mujer se inicia como feminicidio, y por tanto, no se aplican los protocolos para determinar que efectivamente lo fue.
De acuerdo con la coordinadora del Observatorio Universitario de Violencia contra las Mujeres, Estela Casados González, en el primer trimestre de este año se contabilizaron 45 homicidios de mujeres en Veracruz, de los cuales 27 cumplen con alguna característica de feminicidio y se documentaron 176 casos de violencia de género. Las cifras, explicó, fueron tomadas de medios de comunicación locales y no de las carpetas de investigación. Esa es la razón por la que la Fiscalía tiene otros datos.
Pero los datos oficiales lo confirman. El Sistema Nacional de Seguridad Pública reportó que el número de llamadas de emergencia al 911 por violencia contra las mujeres se incrementó drásticamente de 19 mil 183 en enero a 26 mil 171 en marzo, la cifra más alta desde 2016, desde que se lleva este tipo de registro y en donde Veracruz es el segundo lugar de la violencia machista extrema después de Estado de México. Son los tiempos violentos del coronavirus.
El Covid-19 nos ha mostrado muchas cosas. Una de ellas es que la sociedad está enferma de violencia contra las mujeres, no importa el lugar ni la circunstancia. Ojalá que cuando la pandemia pase, el feminismo vuelva a florecer, a salir a las calles, a gritar y a enfrentar un machismo que se ha empoderado como una segunda pandemia. Yo también quiero para mis hijas un mundo sin violencia.
Las del estribo…
1. Vaya poder político que tiene el hijo de la ex Secretaria del Trabajo, Guadalupe Argüelles: en una sola mañana provocó el despido de una Secretaria del gabinete y desbarrancó las aspiraciones de presidir a Morena en Veracruz. En ambos casos se trata de sus padres. Sólo se vino a confirmar que muchos funcionarios de Morena jamás se imaginaron con poder y dinero; pensaron que podían poner a los familiares en la nómina y darse una vida disipada sin consecuencias. Lo dicho: a Morena lo va a derrocar Morena.
2. Este jueves el Congreso lanzará la convocatoria para designar a un nuevo o nueva Fiscal General del Estado, esta vez de manera definitiva. Todos los momios están a favor de la encargada de despacho como posición del Secretario de Gobierno. Habrá peces gordos que busquen dar la campanada. Por lo pronto, el jurista Tomas Mundo Arriasa –más reconocido en el extranjero que en su propia tierra- se apresta para dar la batalla.