Alfonso Durán Hernández quería ser artista plástico y siendo adolescente se apostó en el centro de Xalapa para vender su obra con la intención de recaudar recursos que le permitieran financiar los estudios profesionales, pero otro era el camino trazado para él: los idiomas.
A la fecha, domina el inglés y el francés; con el apoyo de aplicaciones móviles aprende hebreo, ruso y turco; pero un encuentro especial ha sido con el chino mandarín, cuya caligrafía lo reencontró con el arte.
Sus habilidades lingüísticas lo llevaron al llamado gigante asiático, donde actualmente enseña español en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Chongqing (CQUST), en el marco de un convenio de colaboración con la Universidad Veracruzana (UV), a través de la Dirección General de Relaciones Internacionales (DGRI) y la Escuela para Estudiantes Extranjeros (EEE).
Sus padres migraron de la sierra de Chiconquiaco-Misantla a Xalapa, donde nacieron él (1987) y sus cinco hermanos. Desde que Alfonso tenía 12 años vivieron sólo con la madre, y ella, para lograr el sustento, se ha desempeñado en múltiples labores. Cabe decir que hasta la fecha no sabe leer ni escribir, pese a que desde niño Alfonso se ha ofrecido enseñarle.
Aunque una era la línea de vida prevista para Alfonso, dada su condición económica, siempre hubo otra que marcaba en realidad su andar y citó el libro que le ha inspirado a nunca abandonar sus aspiraciones: Bajo la rueda, de Herman Hesse, que llegó a su vida de manera fortuita.
En la preparatoria su interés por la plástica fue mayor: “Estudié un tiempo en el Colegio Preparatorio de Xalapa, estaba fascinado y me encantaba entrar al paraninfo porque veía las pinturas. Estaba totalmente convencido de que quería estudiar artes, pero no pude hacerlo por cuestiones económicas”.
De trabajador a universitario
Alfonso no sólo tuvo la ilusión de ingresar a la Licenciatura en Artes Plásticas de la UV, en algún tiempo asistió a los Talleres Libres de Arte, pero tampoco fue costeable.
“De pronto, todos los días tenía que llevar papel bond o en una sesión se me acababan los acrílicos; es decir, un tiempo lo intenté, incluso me iba al Parque Juárez y hacía retratos para sacar dinero, pero me di cuenta que no era suficiente.”
Con un aparente desencanto renunció a estudiar Artes Plásticas y se incorporó al campo laboral –de mesero, garrotero, ayudante de cocina, lava trastes– mientras veía que sus compañeros de la preparatoria cursaban ya una carrera profesional.
Las condiciones económicas no le permitieron terminar sus estudios en el Colegio Preparatorio de Xalapa, por ello tiempo después logró concluir ese grado escolar en el Centro de Estudios Tecnológicos Industrial y de Servicios (CETIS) 134, en Banderilla.
A los 19 años, cuando ya había desistido de estudiar Artes Plásticas, optó por inscribirse en el Centro de Idiomas de Xalapa (CIX), adonde acudía de 7:00 a 8:00 horas para incorporarse después al trabajo; esto le permitió convivir con estudiantes universitarios de diversas disciplinas –música y arquitectura, por ejemplo–, así como personas que ya se desempeñaban profesionalmente –entre ellos docentes.
En el CIX cursó cuatro ciclos, tiempo que le permitió decidirse y ahorrar para la ficha de ingreso a la Licenciatura en Lengua Inglesa de la UV. El resultado fue favorable y logró financiar sus estudios a través del Programa Nacional de Becas para la Educación Superior, hoy llamada Manutención.
“Nunca antes me gustó el deporte, pero tuve que usar la bicicleta por necesidad. Con el Modelo Educativo Integral y Flexible (MEIF) tomas unas clases en la mañana y otras en la tarde, entonces lo que me ahorraba de pasaje lo usaba para comer ahí mismo, en la Unidad de Humanidades, y esperaba las otras clases. Ya en vacaciones también me ponía a trabajar y ahorraba para el siguiente semestre.”
Su gusto por los idiomas fue al alza y como muestra paralelamente a la de Lengua Inglesa, inició la Licenciatura en Lengua Francesa, pero logró sólo el 60 por ciento de los créditos.
Egresó de la primera carrera con la tesis “Student’s perceptions of EFL teachers professional identity”, y durante un año cursó de manera paralela la segunda, además de la Maestría en Enseñanza del Inglés como Lengua Extranjera, en la misma Facultad, pero la exigencia del posgrado, que pertenece al Programa Nacional de Posgrados de Calidad (PNPC) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, no le permitió seguir con ambas y dejó su segunda carrera inconclusa, aunque no descarta terminarla más adelante.
Fue en el último ciclo del posgrado que realizó una movilidad internacional en la Universidad Tecnológica de Sídney, Australia (febrero-julio 2016).
Una vez titulado de la maestría –con la tesis “The use of pictorial vocabulary activities to enhance student’s reading comprehension when Reading uterary texts”, realizó un Diplomado en Didáctica del Español como Lengua Extranjera en la EEE de la UV.
Asimismo, se incorporó como profesor en el Departamento de Lenguas Extranjeras de la propia Facultad de Idiomas y posteriormente en el CIX, donde años antes inició su aprendizaje del idioma inglés.
Enseguida, realizó una Especialidad en Traducción e Interpretación en la Universidad Autónoma de Baja California, donde logró el grado con la investigación “Análisis de la traducción de mexicanismos del español al inglés en la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo (1955) y sus traducciones, 1959 y 1994”.
China y el reencuentro con el trazo
Al término de su más reciente posgrado e incorporado nuevamente como docente del CIX, se interesó por la convocatoria emitida por la DGRI y la EEE para participar como aspirante a ser becario docente de español para extranjeros en la CQUST, en Chongqing, China, en el marco del convenio de colaboración entre ésta y la UV, durante el periodo septiembre 2020-junio 2021. Una vez postulado resultó favorecido.
Pero su historia con China y el mandarín no es reciente, se remonta a 2013, cuando inició sus estudios formales en el CIX con el maestro Xiāo Juàn Yì, quien lo motivó a adentrarse no sólo en el idioma sino en la cultura y la historia del país asiático.
“Como nos piden un tercer idioma en licenciatura, todo mundo opta por el francés y yo lo hice también, pero a la Facultad llegan muchos estudiantes de movilidad provenientes de China y varias veces conviví con ellos, sobre todo en las clases concernientes a español”, citó a manera de rememorar porqué se interesó en el país asiático.
Cuando inició sus clases de chino mandarín lo que más llamó su atención fue la caligrafía: “¡Es como hacer arte, se trata de hacer dibujos, son trazos!”.
Su actual estancia allá la aprovecha para aprender más del mandarín y no descarta hacer un doctorado en traducción, incluso ya identificó algunas instituciones de allá donde lo imparten; aunque también contempla postularse para el Doctorado en Investigación Educativa del Instituto de Investigaciones en Educación de la UV, donde recientemente se incorporó la Línea de Generación y Aplicación del Conocimiento “Investigación lingüística y didáctica de la traducción”.
UV/Karina de la Paz Reyes Díaz