Uta… no sé, tú, lector, pero a estas alturas del año ando como en cámara lenta y con unas ganas infinitas de no hacer nada. Hablando en términos taurinos, ando buscando las tablas como si trajera media estocada en el morrillo.

Este 2019 ha sido un año muy periodístico pero pésimo en casi todos los sentidos. Al revisar algunas de mis notas y columnas publicadas los últimos once meses, fácil en un 80 por ciento traté el tema de la violencia. Y la violencia cotidiana cansa, repugna y desguanza. Fuchi, guácala.

Por más que busqué la crónica de alguna escuela inaugurada, un hospital rehabilitado o una carretera terminada no encontré nada. Y el Informe de Gobierno de Cuitláhuac García no me dio ninguna luz; habla de reencarpetados en calles, de obras de desazolve y párale de contar. Así que mi idea de cerrar el año con una columna en positivo y cargada de optimismo se fue al diablo.

No se puede hablar en positivo cuando hasta el 31 de noviembre se registraron en Veracruz 1,500 homicidios dolosos, más de 150 feminicidios, 300 desapariciones y más de 240 secuestros que han hecho del 2019 el año más violento en la historia reciente de nuestro estado.

No se puede hablar en positivo cuando la sevicia con la que ejecutan a las personas ha sido la constante. Un macabro ejemplo son el hombre y la mujer que este martes fueron desmembrados y dejados dentro de unas bolsas de plástico, frente a la Presidencia Municipal y la Comandancia de Policía de Atzacan.

No se puede hablar en positivo cuando después de un año el gobernador Cuitláhuac García no se ha puesto a gobernar.

Tampoco cuando el secretario de Gobierno, Eric Cisneros, dice sin tapujos que Veracruz está mejor que antes. Y el secretario de Seguridad Pública, Hugo Gutiérrez Maldonado, asegura que ha bajado la incidencia delictiva en un 20 por ciento.

Este año no hubo inversiones y la tasa de crecimiento fue de -0.3 por ciento, es decir, no sólo no crecimos, sino que bajamos muy gacho y uno de los factores fue la violencia. En Coatzacoalcos los delincuentes ya no van sólo contra los grandes empresarios, sino contra los que tienen un changarrito por el que cobran derecho de piso. Si el dueño no tiene para pagar le queman el negocio y punto.

A pesar de que la secretaria de Turismo, Xóchitl Arbesu aseguró que de enero a septiembre llegaron a Veracruz más de dos millones de turistas y 95 mil fueron extranjeros, lo cierto es que el turismo se desplomó. Y es seguro que los turistas extranjeros a los que se refiere, son indocumentados centroamericanos que se quedaron varados en la entidad.

La salud de los veracruzanos está en manos de un izquierdista setentero e inepto llamado Roberto Ramos Alor al que le fascina el protagonismo mediático. Gracias a su inoperancia el dengue pegó como nunca y dejó un saldo de 30 muertos y 10 mil infectados.

Y en ese tenor están la gran mayoría de funcionarios de la 4T que este año no sacaron ni el seis del panzazo. Y así no se puede hablar en positivo.

En resumen, 2019 fue un año para el olvido y con un gobierno para el olvido, pero sobrado de soberbia.

Y como estoy hasta la madre de hablar en negativo, ya con esta me despido. Me voy unos días de vacaciones no sin antes agradecerte a ti querida lectora y a ti querido lector, por asomarse a las babosadas que escribo de lunes a viernes.

Va un abrazo grande con mis deseos porque tengan felices fiestas y feliz 2020.

Nos vemos en enero, primero Dios.

bernardogup@nullhotmail.com