En enero del 2016 y en medio de un alboroto mediático, Namiko Matzumoto fue ungida por el Congreso local presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos. Su nombramiento fue severamente cuestionado por representantes de los medios de comunicación, sociedad civil y legisladores de oposición, que reprobaron su paso por la Comisión Estatal para la Atención y Protección a Periodistas.

La candidatura de Matzumoto nació viciada de origen por el desdén con que trató a los periodistas que eran perseguidos, hostigados y sobre todo a los que fueron asesinados. Y porque fue promovida e impuesta por Javier Duarte de Ochoa que ya para entonces era el gobernador más odiado de Veracruz.

El día de la votación la diputada Mónica Robles dijo desde la tribuna: “No podemos y no debemos lastimar una institución como la CEDH, votando porque la presida alguien que ha sido tan cuestionada”.

Pero la legisladora Ana Cristina Ledesma fue más allá. Tras asegurar que la sociedad veracruzana estaba cansada de tanta indolencia del Estado que ignoraba la violencia ejercida contra los veracruzanos, dijo que la nueva titular de la CEDH no estuvo a la altura en la defensa y protección a los periodistas:

“Ella (Namiko Matzumoto) carga con la pesada losa del asesinato de 14 periodistas, cuatro desaparecidos, más de veinte golpeados por policías de la SSP y una decena en el exilio”. Y le clavó la puntilla: “Si no pudo levantar la voz por el gremio periodístico, ¿qué se pueden esperar ocho millones de veracruzanos?”.

Pero todo eso valió gorro, Namiko tomó la protesta de ley el 29 de enero y desde entonces se la ha llevado campechana. Procuró no molestar a Javier Duarte con quejas por violaciones a los derechos humanos que cometieron principalmente policías de la SSP y lo mismo hizo con Miguel Ángel Yunes. Con Cuitláhuac García la lleva de maravilla.

Es decir, la CEDH que preside Namiko Matzumoto no es un contrapeso, es una aliada del gobierno estatal. Es el sueño de todo gobernador y gracias a su deficiente trabajo los derechos humanos en Veracruz son una jodida mascarada.

La semana anterior el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Luis Raúl González Pérez, anunció que no buscará su reelección porque el presidente López Obrador lo ha desautorizado moralmente y porque “hoy el poder tiene miedo a las voces disonantes”.

Luis Raúl es sin duda uno de los Ombudsman más respetados a nivel internacional y una de las voces más escuchadas; pero AMLO no lo quiere porque no se ajusta a sus caprichos. Y para evitar un encontronazo con el Jefe del Ejecutivo del que saldría muy mal parado, ha decidido no reelegirse.

Ante esto más de cincuenta aspirantes a ocupar el cargo se registraron para participar en el proceso de selección. Y entre los registrados está la señora Namiko Matzumoto Benítez.

Como lo que necesita el presidente para seguir adueñándose de las instituciones son voces concordantes y no discordantes, nadie como la señora Matzumoto para ocupar la vacante. Si Namiko ha sido concordante con Duarte, Yunes y Cuitláhuac, imagínate lector el grado de afinidad que tendrá con el Primer Mandatario de la Nación.

Con Namiko al frente de la CNDH, López Obrador no tendrá que preocuparse de nada porque tendrá en ella a una disciplinada y dócil aliada, en lugar de un molesto contrapeso como lo era González Pérez.

¿Y qué con los derechos humanos?

Esos pueden irse a la fregada.

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