Las facultades de Sociología y de Filosofía de la Universidad Veracruzana (UV) organizaron una charla y un vuelo de papalotes para pronunciarse por la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, de Ayotzinapa, Guerrero, ocurrida hace cinco años.
En el conversatorio participaron Gerardo Alarcón Campos, estudiante de la Facultad de Sociología, y Jimena Ortiz Benítez, de la Galería de Arte Contemporáneo del Instituto Veracruzano de Cultura (Ivec), moderados por Yolanda González Molohua, directora de la Facultad de Sociología.
La puesta en libertad de los presuntos implicados en la desaparición de los 43 estudiantes normalistas es clara muestra de la debilidad del Estado mexicano y sobre todo de la incapacidad que tiene para procurar justicia a la población, enfatizó Gerardo Alarcón durante su ponencia intitulada “Mentira histórica”.
Por ello, dijo que es importante recuperar la memoria histórica de este caso, dado que se inserta en una dinámica de violaciones a los derechos humanos que ha tenido continuidad desde 1969 hasta la fecha sin detenerse, y por el contrario se ha masificado.
“Ya no sólo se persigue a los opositores políticos, ahora es indiscriminadamente contra la población. El crimen organizado funciona como comodín del Estado para justificar crímenes de lesa humanidad; por ejemplo, el asesinato de varios activistas y defensores del territorio ha sido justificado con el argumento que fue el crimen organizado el responsable.”
Planteó que la desaparición de los 43 normalistas se trató de una demostración del poderío del Estado, demostró las capacidades que tiene para reprimir y encubrir sus crímenes, como lo afirmara Ernesto Gutiérrez Gómez Tagle, comandante del Batallón Olimpia que actuó el 2 de octubre de 1968, para referirse a la ofensiva emprendida.
De igual manera recordó lo sucedido aquella noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre en Iguala, Guerrero; habló de algunas hipótesis sobre lo que hicieron con los cuerpos de los jóvenes normalistas: estar recluidos en una casa clandestina; que fueron ejecutados e incinerados en crematorios militares; que fueron arrojados al Pozo Meléndez, una grieta de 10 metros de diámetro en el que han sido arrojados un número desconocido de personas desde la época de la Independencia a la fecha. “Podría ser el cementerio clandestino más grande de Latinoamérica”.
Dijo que este acontecimiento es relevante, primero para entender el contexto del país, y en segundo lugar nos dice que ahora el Estado está constituido como un órgano de contención del descontento entre las clases sociales, mientras la crisis –económica y social– va en aumento.
“Es importante tener en cuenta todos estos crímenes de lesa humanidad que han sucedido en el país, porque al conocer el verdadero carácter del Estado podremos impulsar transformaciones que nos lleven a un espacio diferente. No debemos dejar que el miedo nos someta.”
Al término de la charla, los asistentes y estudiantes de la Facultad de Pedagogía volaron 43 papalotes, mientras se escuchaba cada uno de los nombres de los normalistas desaparecidos hace cinco años.
Por unos breves minutos, la explanada de la Unidad de Humanidades se pintó de colores, al mismo tiempo que se escuchó un conteo del 1 al 43 que culminó con un grito al unísono ¡Justicia! Cada uno de los papalotes fue pegado en la entrada del Auditorio “Jesús Morales Fernández”.
UV/Paola Cortés Pérez